Friday, August 30, 2013

Amenazando a Israel – JPost


 "Si Damasco es atacado, Tel Aviv arderá", proclamó un alto funcionario sirio esta semana. Israel, a la luz de estas declaraciones, no puede observar la actual situación de escalada en el norte (Siria) con la ecuanimidad de un observador imparcial.

No puede permitirse la pasividad cuando una camarilla de poderes que representan al mal lanza amenazas de muerte contra Israel en el contexto de una lucha en la que no está envuelto.

Ante un juicio más ecuánime, esto por sí solo debería haber inquietado a la comunidad internacional. Pero es inútil esperar imparcialidad cuando se refiere a Israel.

Las bravatas anti-Israel de Damasco, Teherán y sus bastiones de Hezbolá en el Líbano no parecen haber afectado a ninguno de los estadistas extranjeros o a los creadores de opinión occidentales, sin embargo es conocida su presteza a la hora de condenar a Israel por cualquier represalia ante los ataques que sufre y su habitual descripción de “desproporcionada”.

Además, las insinuaciones veladas de Moscú sobre las repercusiones nefastas que tendría para toda la región un ataque estadounidense contra el régimen de Assad podrían implicar que las posibles advertencias contra Israel sean ciertas.

Durante todo ese tiempo, los comentaristas israelíes han tratado de superarse los unos a los otros con conjeturas acerca de si somos vulnerables, si serviría a los intereses de Bashar Assad atacarnos, si deberíamos entonces tomar represalias y cuales. Gran parte de esta algarabía es superflua.

Pase lo que pase finalmente, los israelíes deberían estar profundamente preocupados por la profunda indiferencia exterior hacia nuestra suerte, más aún cuando no estamos involucrados en el conflicto sirio. El hecho de que un Estado vecino pueda presumir de vengarse con ataques totalmente fuera de control debería sorprender la opinión mundial. Pero no es así.

Los israelíes podrían sospechar razonablemente que la reacción sería radicalmente diferente si cualquier otro país fuera amenazado igualmente por causas ajenas a su propia actividad. Lamentablemente, debemos llegar al acuerdo de que con suma probabilidad otros diferentes criterios se aplicarían para el Estado judío.

Esta es una desconcertante reminiscencia de la experiencia traumática que padecimos durante la Primera Guerra del Golfo. Los hechos que alli se sucedieron también se jugaron más allá del contexto israelí. Sin embargo, Israel sufrió repetidos ataques con potentes misiles Scud, hasta 40 se lanzaron. Los misiles iraquíes iban dirigidos directamente y sin lugar contra los centros de población civil israelí.

La razón de ser de Saddam Hussein es que, atacando a Israel, dañaba a los EEUU. Según  el punto de vista de demasiados déspotas y potentados del Oriente Medio, Israel no es más
que un subordinado de América.

Y en aquellos  momentos no hubo una indignación internacional audible. La única respuesta estadounidense fue abogar por una moderación israelí. De hecho Israel se abstuvo de tomar represalias, comprometiendo así su disuasión y subrayando sus vulnerabilidades en aras de los intereses estadounidenses.

Pero esta actitud no dio lugar a gratitud por los sacrificios de Israel.

De hecho, Washington únicamente se limitó a  presionar a Israel para que realizara más concesiones territoriales, no recompensó a Israel por soportar impávidamente la agresión de Saddam, y trató a Israel en gran medida como una amante cuyos favores se requieren cuando aprieta la necesidad, pero que nunca será reconocida públicamente.

La administración Obama también podría querer que Israel repitiera nuevamente este papel de actor pasivo. Pero es precisamente este comportamiento el que Israel no debería, bajo ninguna circunstancia, repetir.

Esta vez Israel parece haber dejado bien claro - a través de declaraciones del primer ministro Binyamin Netanyahu, del ministro de Defensa Moshe Yaalon y del Jefe de Estado Mayor del IDF Benny Gantz - que este país y su gente no serán meros peones en las guerras que otros desencadenan.

La noticia ha sido la notificación, debidamente remitida a amigos y enemigos por igual y mediante todos los matices intermedios, que Israel no consentirá ser nuevamente el chivo expiatorio. Si algo puede desalentar el eje chiíta que protege a Assad, junto con sus partidarios más distantes en Rusia y China, es un mensaje inequívoco de Israel.

Algunos observadores de Assad en Israel sostienen que el dictadosr sirio parece entender muy bien que el Israel de 2013 no es el Israel de 1990. Es por ello que señalan que no tendría ningún sentido que atacara a Israel, porque sabe que una poderosa represalia israelí sellaría su destino.

Los expertos pueden están en lo cierto si pensamos en términos racionales. Nosotros, sin embargo, también escuchamos precisamente similares estimaciones “realistas” enunciadas inmediatamente antes de la primera invasión estadounidense de Irak, y como las actuales también sonaban como muy razonables... para nosotros.

El problema es que esta región no funciona de acuerdo con nuestra lógica y con la lógica racional de muchos expertos.

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