Monday, August 05, 2013

Israel, el racismo y el antirracismo racista – Benjamin Kerstein - JPost



Si la reacción general ante la muerte de Helen Thomas, con su estudiada indiferencia ante su cacareada exigencia de que "los judíos se vayan al infierno fuera de Palestina", nos han enseñado algo, es que el abrazo del racismo entre los críticos de Israel se ha vuelto tan omnipresente que significa esencialmente que se ha normalizado.

Hay una interesante ironía en esto, porque los críticos de Israel, por feroces que sean, casi siempre se presentan como antirracistas. La propia Thomas no veía a sí misma como un antisemita, y clamaba en voz alta  diciendo que ella no era más que antisionista. Como muchos - quizás la mayoría - de los críticos de Israel, probablemente se lo creía. De hecho, sus objeciones a la existencia de Israel, probablemente pensaba, vinieron no a pesar de eso sino a causa de su ideología antirracista.

Si eso es así, en absoluto era inusual. Los críticos de Israel suelen decir, y la mayoría de ellos seguramente se lo creen, que su apoyo a la lucha contra el racismo hace que sea imposible que ellos sean racistas. Ellos pueden atacar al Estado judío, pero no tienen nada, no puede tener nada en contra de los judíos como judíos. Es por eso que denuncian que las acusaciones de racismo contra de ellos no son más que una táctica, una argucia utilizada por los partidarios de Israel sin escrúpulos.

Pero para la mayoría de los judíos y los partidarios de Israel esa “defensa” es totalmente inadecuada. De hecho, incluso muchos de los críticos de Israel más dedicados a esa actividad, como por ejemplo George Soros, han admitido que la política y el racismo anti-israelíes se han entrelazado, simplemente optando por culpar a Israel cuando se presenta la más mínima ocasión.. Tampoco puede alguien que conozca la historia y el vocabulario del antisemitismo clásico ignorar la presencia evidente del racismo en la polémica anti-Israel. Y la demanda de la limpieza étnica de los judíos de Israel - de hecho, de cualquier país del mundo - difícilmente puede contemplarse como otra cosa.

Ya sea sutil o descarada, parece ser que una extraña paradoja ha tomado forma: con respecto a Israel y a los judíos, el antirracismo parece haberse convertido en racismo, o, por lo menos, ha adoptado inconscientemente un vocabulario y una visión del mundo racista. Y esto ha ocurrido no a pesar de la ideología antirracista, sino a causa de ella.

Sin embargo, enfrentarse a esta paradoja no es fácil, pero una de las primeras formas de hacerlo es entender cómo ha ocurrido. Y es que lo que parece a primera vista inexplicable es, sin embargo, el resultado de una serie bastante evidente de evoluciones o desarrollos.

El primero afecta simplemente a la devaluación de la palabra "racismo" en sí misma. Ese término se refirió una vez a una ideología pseudo-científica en general bien definida, la cual sostenía que algunas razas eran biológicamente superiores a los demás, creando una jerarquía racial en la que las razas "blancas" estaban en la parte superior y las razas "negras" en la parte inferior. Un término que hoy significa poco más que "algo con lo que no estoy nada de acuerdo”. En su vertiente menos precisa, simplemente se ha convertido en sinónimo de "pura maldad".

La segunda evolución se desencadena como resultado de la primera: el desarrollo del Antirracismo como ideología que propone, en esencia, una teología maniquea, en la que las razas blancas que inventaron el racismo como ideología son percibidas como una forma intrínseca de maldad, y las razas no blancas de cualquier población son percibidas como santos inocentes o una fuerza redentora para el bien.

No se trata de "racismo al revés" en el sentido clásico, ya que por lo general no tiene detrás ninguna base pseudo-científica o pseudo-biológica (aunque sí en ciertos grupos, como en los musulmanes negros), se parece más a un forma de pensamiento religioso, pero no es más precisa una visión del mundo al que dicha ideología se opone ostensiblemente.

El antirracismo actual, en resumen, ha acabado aceptando la categorización racial como legítima. La única cuestión es el uso que se la pueda dar.

El tercer factor es específico del conflicto árabe-israelí. En pocas palabras, Israel y los judíos han sido identificados con los "blancos", mientras que a los árabes y a los palestinos se les ha llegado a identificar con los "negros". Las consecuencias de esto son preocupantes, ya que dentro de la rúbrica del antirracismo existente eso significa que Israel y los judíos son la “maldad” en estado puro, y la identificación de los judíos con el mal no es simplemente un aspecto, sino el aspecto que define el racismo antijudío en todas sus formas.

También es, y es importante señalarlo, totalmente inexacto incluso en sus propios términos.

La mayoría de la población de Israel está compuesta, a falta de un término mejor, de "judíos de color", muchos de ellos con la piel más oscura que los habitantes de todos menos un puñado de países de población árabe. Su existencia ha sido ignorada por los críticos de Israel, por razones obvias. Incluso aunque un comentarista tan perspicaz como George Orwell se lo perdió por completo a pesar de que haber estado en el norte de África, sí observó a los "judíos de color" y tomó nota de su situación oprimida y asediada.

Esta estudiada ignorancia, por supuesto, es totalmente interesada, pero también es de gran importancia. La razón es que, en pocas palabras, el antirracismo de hoy se siente profundamente amenazado por Israel, porque el Israel que verdaderamente existe arroja toda su cosmovisión antirracista al caos.

La división maniquea del mundo en que se basa su ideología va de cabeza ante la realidad del judaísmo y del pueblo judío como colectivo que trasciende esencialmente la raza, definiéndose de acuerdo a unos términos completamente ajenos al antirracismo vigente.

Y es que Israel es a la vez "negro" y "blanco", y en una visión del mundo dividida en términos absolutos de "negro" o "blanco", y sobre todo de "negro" frente a "blanco", eso no debería ser posible. Y hay un paso muy pequeño en creer que algo que no debería existir no puede existir.

El cuarto factor, y tal vez el decisivo, también acaba de entrar en juego. Al mismo tiempo que el antirracismo en Occidente ha llegado a identificar a Israel y a los judíos con el mal, el racismo antijudío tradicional ha experimentado un renacimiento en el mundo árabe. En efecto. el antisemitismo está completamente normalizado en muchos países árabes y sociedades musulmanas.  Es por eso que aquellos ofendidos por los comentarios de Thomas deberían tomar un poco de consuelo en el hecho de que ella todavía sintiera cierta necesidad de ocultar su racismo bajo un barniz político. En el mundo árabe, los racistas antijudíos no sienten esa compulsión.

En Occidente, sin embargo, y especialmente en Europa, el encuentro entre esa aversión y el temor de los antirracistas por Israel y los judíos y ese otro tradicional antisemitismo del mundo árabe y musulmán ha dado lugar a una situación en la que uno legitima al otro. Tal vez debido a la identificación dentro del antirracismo actual del mundo árabe como el "negro" de hoy en día, y por lo tanto una forma de bien absoluto, haciendo que sus creencias se vuelvan imposibles de criticar y rechazar y a sus enemigos como imposibles de percibir sino como el mal absoluto, ese fenómeno ha tomado una forma que algunos denominan el "Nuevo Antisemitismo".

Muy poco de ello, por supuesto, es nuevo, ya que su iconografía y su vocabulario son en gran parte los mismos, o bien están en deuda con el de sus predecesores. Lo que hay de novedoso quizás tal vez sea la identidad de quienes lo practican.

En pocas palabras, la causa del antirracismo, en un grado extraordinario, ha hecha suya y ha aprobado una de las más antiguas formas de racismo, y desde detrás de sus velos surgen exhortaciones como las de Thomas a la limpieza étnica, recogidas con una deliberada indiferencia, al igual que otras innumerables reiteraciones de un odio tristemente familiar que, a pesar de su longevidad, parece disfrutar de algo parecido a una eterna juventud.

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