Saturday, August 17, 2013

Nasrallah no se ve ahora tan inteligente - Avi Issacharoff - Times of Israel



Cualquiera que tenga más de cuatro años de edad, y desde luego en la comunidad chiíta, sabe quién fue el responsable del ataque del jueves en Dahieh, un bastión de Hezbollah en Beirut, que mató al menos a 20 personas. Usted no necesita ser un agente de inteligencia o un analista del Oriente Medio para reconocer que los grupos sunitas extremistas que operan en el marco de la oposición siria cumplieron con su promesa de atacar a Hezbollah y a sus partidarios en su propia casa.

Esta fue una respuesta a la destacada participación de Hezbollah en los combates contra los rebeldes en Siria. El jueves por la noche, la "Brigada de Aisha" incluso emitió una declaración donde tras asumir la responsabilidad dejó muy claro a Hezbollah por qué llevó a cabo el atentado con coche bomba.

Y sin embargo, y a pesar de esto, una gran cantidad de políticos libaneses, no todos ellos chiítas, se dedicó a difundir que Israel estaba involucrado. Estas acusaciones son ridículas y en el Líbano también se consideran un insulto a la inteligencia - incluso cuando provienen de su presidente, Michel Suleiman, quien afirmó que la explosión tenía las huellas dactilares de los israelíes, o del líder druso Walid Jumblatt, uno de los mayores oportunistas del Oriente Medio, que utilizó similares cargos ridículos -.

La razón de estas afirmaciones es obvia: estos políticos, incluido Suleiman, están preocupados de que un ataque como este genere una represalia de Hezbollah particularmente violenta. Al señalar con el dedo a Israel, están tratando de fabricar un enemigo común - y útil - para todos los libaneses. Suleiman, quien hace sólo unos días exigió el desarme de Hezbollah, entiende que un ataque de este tipo en Dahieh podría conducir eventualmente a un dominio completo por parte de los chiítas del Hezbollah de todo el Líbano, y la consiguiente limpieza de todos los focos de oposición - ya sean de extremistas sunitas o de políticos rivales -.

Como muchos en el Líbano, Suleiman reconoce que la guerra civil siria, que se ha ido filtrando intermitente en el Líbano, escaló este jueves un nivel aún más peligroso para su país. Fue notable que la web de la estación de televisión de Hezbollah, Al-Manar, se apresurara a dar a conocer los comentarios del número 2 de la organización, Naim Kassam, quien dijo que Israel ha sido disuadido de una confrontación con Hezbollah "y se lo piensa una y mil veces antes de arriesgar cualquier agresión contra nosotros". Esto es lo que les dijo Hezbollah a todos esos políticos y a su propia gente, que no, que Israel no es el problema en estos momentos.

Pero Hezbollah no tiene demasiadas buenas opciones en estos momentos. Para empezar, no tiene un objetivo claro a quien atacar o castigar.

El atentado no fue una gran sorpresa. Hezbollah le dijo hace poco a sus hombres que estuvieran alerta en las zonas chiítas por miedo a los terroristas suicidas, a los coches bomba y a los ataques con misiles. Evidentemente, esto no sirvió de nada.

El del jueves fue uno de los más duros ataques terroristas que ha sufrido Hezbollah. Y no encaja demasiado bien con la "ostensible sabiduría" del secretario general de Hezbollah, Hassan Nasrallah. Este supuesto genio estratégico cometió un estúpido error cuando ordenó hace dos años a sus hombres que incrementaran su participación en la lucha al lado de las fuerzas de Bashar Assad en Siria, un error similar al que cometió en 2006, cuando aprobó el secuestro de soldados israelíes que condujo a la Segunda Guerra del Líbano.

Ahora mismo, en el Líbano, el canal de televisión afiliado a Hezbollah, Al Mayadeen, ha estado transmitiendo en horario nocturno una serie de episodios dedicada a dicha guerra, ocurrida precisamente hace siete años. El propio Nasrallah fue entrevistado en los episodios finales y reiteró su afirmación de la victoria de Hezbollah. Parece haber olvidado su confirmación, inmediatamente después de la guerra, de que los secuestros habían sido un error y que, si hubiera sabido el precio que pagaría por ellos el Líbano, no los hubiera aprobado.

Es razonable suponer que la noche del pasado jueves, Nasrallah también interiorizó la magnitud del error que cometió cuando cedió a la presión de Irán y acordó enviar sus fuerzas para combatir al lado de Assad en Siria. El atentado con coche bomba del jueves no representa más que el principio, pues los grupos terroristas relacionados con al-Qaeda ven a los chiítas - no menos que a los judíos y los cristianos - como sus enemigos.

Nasrallah incluso podría estar empezando a darse cuenta de que ahora está en contradicción con la única gente en el Oriente Medio cuya actitud puede ser aún más perniciosa que la suya.

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