Sunday, November 24, 2013

Antisemitismo y la política de Obama hacia Irán - Jennifer Rubin - Washington Post



Uno de los pilares de antisemitismo es la afirmación de que los judíos son desleales a sus países de nacimiento, es decir, representan una quinta columna que está dispuesta a traicionar a sus conciudadanos por Israel o por los intereses judíos o algo así. Decir que alguien tiene una "doble lealtad" es una acusación de traición. Del mismo modo, la afirmación de que el dinero judío domina la política estadounidense e influye en los funcionarios electos para que traicionen a su propio país para beneficio de Israel es una acusación de que tanto los donantes como los receptores del dinero son traidores.

Desde su columna del 2011 en la que afirmó que las ovaciones bipartidistas en una sesión conjunta del Congreso para el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu  fueron "compradas y pagadas por el lobby de Israel", difícilmente nadie podría mostrarse sorprendido con nada que escriba Thomas Friedman. Sin embargo, vale la pena señalar que Friedman está vendiendo nuevamente basura antisemita declarando que "nunca he visto más legisladores - demócratas y republicanos - más dispuestos a ponerse del lado de Israel en contra de su propio presidente. Estoy seguro de que esto tiene menos que ver con cualquier consideración cuidadosa de los hechos y más con una tendencia creciente de muchos legisladores estadounidenses de hacer lo que el lobby de Israel les pida que hagan con el fin de obtener los votos judíos y las donaciones de campaña".

¿Esto realmente es cierto? ¿Cómo, me pregunto? ¿Los ha entrevistado? Creo que no he visto ninguna evidencia en casi todos los miembros de la Cámara y la mayoría de los senadores - en los senadores Robert Menéndez (demócrata por Nueva Jersey), Harry Reid (demócrata por Nevada) y/ o Mitch McConnell (republicano por KY) -, quienes insisten en las sanciones a Irán frente a las objeciones de la Casa Blanca que afirma que se dejan llevar exclusivamente por Israel y no se preocupan por la amenaza global para la seguridad de EEUU. Me pregunto si Friedman también piensa que hay dinero francés o de Arabia para comprar a estos legisladores, ya que tanto Francia como Arabia Saudí se oponen con vehemencia a las acciones de Obama.

Por cierto, ¿qué pasó con esa afirmación de que "la disidencia es patriótica"? La verdad es que si usted cree a Friedman, criticar al presidente Obama demuestra que se es un traidor comprado y pagado con dinero judío.

Por desgracia, la derecha no es inmune a tales sentimientos. El Daily Caller ha considerado oportuno publicar un artículo que a quemarropa acusa a los judíos de "doble lealtad" cuando se trata de Irán. Estoy seguro de que Patrick Buchanan estará encantado. [N.P.: un paleo republicano de opiniones claramente antisemitas].

The New York Times y el Daily Caller tienen todo el derecho a publicar los insultos anti-judíos y anti-Israel que les parezca. Pero no pueden luego pretender escapar de la condena que va con ellos. La decisión de publicar supone una afirmación de que, tomando prestada una frase, el material está en condiciones de ser impreso. Rutinariamente, la derecha ha sido acusada en múltiples ocasiones de usar tonterías antisemitas (es famoso por ello William F. Buckley, Jr.). Es hora de que la izquierda y todas esas personas de supuesta buena conciencia hagan lo mismo cuando se trata de los artículos de Friedman. El conjunto que representa los liberales de los cócteles de Georgetown y los conductores engominados de los Toyotas Prius de Obama que no se molestan en cuestionar - sólo se permiten meras objeciones - la obsesión de Friedman con el dinero judío, deberían explicar entonces el por qué de su alterada indignación ante cualquier atisbo de racismo, homofobia o islamofobia, y como ese comportamiento tan liberal no se corresponde con su falta de indignación ante los flagrantes garabatos antisemitas.

La oposición bipartidista e internacional a la política del presidente, la cual socavaría las seis resoluciones de la ONU (¿otro cuerpo sobornado por el dinero judío, Friedman) y dejaría a Occidente a merced de un estado revolucionario islámico con armas nucleares, se puede explicar de manera muy sencilla: el presidente está peligrosamente equivocado.

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