El gran juego de los EEUU: En 1951 la CIA creó un grupo que promovía una visión antisionista del Oriente Medio y debilitaba el apoyo estadounidense a Israel - Michel Doran - WJS

Kim Philby, el traidor británico que espió para la Unión Soviética, describió a Kermit Roosevelt como "un cortés hombre de la costa este (de EEUU), de voz suave con conexiones sociales impecables, bien educado pero no un intelectual, agradable y sin pretensiones como anfitrión y huésped". El nieto de Theodore Roosevelt, pensó Philby, era "la última persona que uno puede esperar que esté metido hasta el cuello en trucos sucios".
Roosevelt, que dirigía la división de Oriente Medio de la CIA en la administración Eisenhower, se le recuerda hoy en día por la ingeniería del golpe de Estado que derrocó al primer ministro iraní Mohammad Mosaddegh en 1953. Pero en el "Gran Juego de los Estados Unidos", el libro de Hugh Wilford, se nos recuerda que Roosevelt también estuvo profundamente involucrado en el mundo árabe. De hecho, él era más importante "arabista" de la agencia. El término se refiere normalmente a los expertos regionales del Departamento de Estado, que eran los descendientes intelectuales, y a menudo biológicos, de los misioneros americanos en tierras árabes. Estos funcionarios eran ferozmente antisionistas y estaban convencidos de que el apoyo estadounidense a Israel fue un error estratégico de primer orden. Esto se debía a que, como escribe el Sr. Wilford, creían "en la importancia primordial de las relaciones americano-árabes, y entre cristianos y musulmanes".
El libro de Hugh Wilford, examina el papel de estos arabistas de la CIA trazando la trayectoria de Roosevelt y de dos de sus compañeros: su primo Archie y Miles Copeland, un músico de jazz de Alabama que, como muchos en la primeriza CIA, terminó en la agencia a través de su trabajo como precursores o anticipadores de las guerras, la Oficina de Servicios Estratégicos.
El autor del libro, un historiador de la Universidad Estatal de California, Long Beach, hace un uso muy hábil de los documentos desclasificados del gobierno. También se basa en los documentos y memorias personales de los agentes de la CIA y de sus asociados, unas fuentes que hasta ahora se han mantenido casi en su totalidad sin explotar. Nos enteramos, por ejemplo, que el secretario de Estado John Foster Dulles a menudo llevó a cabo importantes misiones diplomáticas a través de Roosevelt en lugar de por los canales normales del Departamento de Estado. Pero el más importante de los esfuerzos de los arabistas fue el intento, durante el primer mandato de Eisenhower, de captar a Gamal Abdel Nasser, el hombre fuerte y carismático de Egipto, como socio estratégico, una táctica que fracasó miserablemente.
Además de su rigor analítico, Mr. Wilford tiene ojos para una buena historia. Ayuda a que sus personajes sean más grandes que en sus propias vidas. Kermit o "Kim", como era conocido, está en el centro del drama, y su personalidad se refleja en toda su complejidad.
El retrato de Archie está menos desarrollado, sobre todo porque él tenía los labios más cerrados que su primo. Los dos aprendieron muy pronto que, como nietos de Teddy Roosevelt, se esperaba que cogieran al mundo por sorpresa. La educación de Kim, sobre todo, fue el modelo de una vida aristocrática en la Inglaterra victoriana. Su tiempo como adulto, le hicieron creer, se dedicaría y se dividiría entre la escritura, la exploración, la caza mayor y el servicio nacional.
Pero cuando los dos primos estaban listos para actuar por su cuenta, sin embargo, la fortuna de la familia se había reducido. Incluso con dinero, hacer honor al nombre de Roosevelt era difícil. Pero sin dinero, era casi imposible. La CIA representaba un elegante escape a este dilema, ofreciendo una carrera que combinaba la aventura, los viajes y el servicio al país, todo ello con el sueldo de un burócrata del gobierno.
Miles Copeland, la tercera figura del libro, vino de un mundo muy diferente. Nada en su carrera antes de su servicio durante la guerra lo había preparado para el papel central que jugaría en los asuntos americano- árabes o en las estrechas relaciones que desarrollaría con los patricios Roosevelt. Para llevar a su personaje a la vida, Mr. Wilford es ayudado por la locuacidad de Copeland. Sus dos libros de memorias son probablemente los relatos en primera persona más reveladores jamás escritos por un operador encubierto estadounidense.
Copeland era un promotor de sí mismo a tiempo completo, y nunca deja que la verdad se entrometa en el camino hacia una buena historia. Su primer destino a Oriente Medio fue Siria en 1949, donde trabajó estrechamente con Archie, que entonces trabajaba fuera de Beirut. Mientras que Archie, el más puntilloso de los dos, organizaba una red de agentes y recopilaba una muy estudiada red de informes, Copeland decidía el curso de la acción según se presentaba.
Cuando Archie lo acusó de fabricar informes para Washington, Copeland no lo negó. "¿Cuál es la diferencia entre mis informes fabricados y dejar que tus agentes lo hagan?" Copeland sentenció: "Por lo menos los míos tienen sentido".
El Oriente Medio de la década de 1950 ofrecía sorprendentes oportunidades para tales hombres. Kim fue, por ejemplo, la fuerza motriz detrás de la fundación en 1951 de los Amigos Americanos del Oriente Medio. Al parecer, era un equipo privado dedicado a la diplomacia ciudadana, pero en realidad era una fachada de la CIA que buscaba debilitar el apoyo al estado judío en los EEUU. Sí, han leído bien: "La CIA creó una especie de contrapeso tempranero al lobby pro-Israel, promocionando una lectura o visión antisionista de la región hasta 1967, cuando la revista radical Ramparts expuso la financiación de la agencia de esas organizaciones nacionales".
Los primos Roosevelt, Copeland y otros principales arabistas creían que un siglo de actividad misionera estadounidense había allanado el camino para una Pax Americana en la región, aunque sólo los israelíes podrían y debían ser dejados de lado. La primera administración Eisenhower estaba en su apogeo. Eisenhower y Dulles dieron carta blanca a esos profesionales del Departamento de Estado y de la CIA. Pero a pesar de los enormes esfuerzos de los arabistas, Nasser flotaba en la órbita soviética y comenzó a propagar la revuelta nacionalista por toda la región.
¿Por qué? Para responder a esta pregunta, Mr. Wilford readapta la sabiduría convencional que sostiene que, a pesar de su postura generalmente pro-árabe, incluyendo ponerse de lado de Egipto contra Gran Bretaña, Francia e Israel en la Crisis de Suez de 1956, los EEUU bajo la administración Eisenhower todavía seguía las huellas del imperio y difamaba a los árabes. El autor podría haber cuestionado los supuestos básicos de los arabistas: ¿Era marginar a Israel realmente la mejor manera de crear una Pax Americana en Oriente Medio? ¿Habían demostrado los árabes anti-occidentales liderados por Nasser poder ser unos aliados fiables de los Estados Unidos?
Pero esta crítica es una minucia. Mr. Wilford es un historiador cuidadoso, sin interés personal, sólo profesional, por el Oriente Medio. El objetivo principal del "Gran juego de los Estados Unidos" es arrojar luz sobre el papel de la CIA en el Oriente Medio. Tiene un rotundo éxito.
Labels: arabistas moderados, EEUU-Israel
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