Wednesday, December 25, 2013

Sí, los extremistas pueden matar el proceso de paz. Son ellos los que tienen que ser detenidos - Shmuel Rosner - Jewish Journal


 Aquí vamos de nuevo: al parecer, las conversaciones de paz entre israelíes y palestinos y el nivel de ataques terroristas intentados aún van de la mano. Cuando una bomba fue encontrada milagrosamente en un autobús en la ciudad de Bat Yam este domingo - lo suficientemente a tiempo para permitir la evacuación segura de los viajeros -, el jefe de Policía de Israel explicó que ese acto "demuestra que la amenaza terrorista está al fondo, sobre todo durante estos días en los que se está haciendo un intento de hacer avanzar las negociaciones diplomáticas". El lunes, el diario Maariv informó que las estadísticas que maneja la Agencia de Seguridad de Israel (Shin Bet) demuestran que los ataques terroristas están en aumento. Más tarde ese mismo día, un policía fue atacado y apuñalado en la espalda cerca de Jerusalén.

Y hoy, un israelí resultó muerto cerca de Gaza.

En los últimos meses, impulsados por la intensa participación del secretario de Estado de EEUU John Kerry, Israel y la Autoridad Palestina han participado en un nuevo intento de llegar a un acuerdo que ponga fin al interminable conflicto árabe-israelí. Un plazo de nueve meses se ha establecido para las conversaciones, y ya más de cuatro se han consumido. Y los mediadores estadounidenses se están preparando para presentar una propuesta "marco" para las dos partes. Naturalmente, el nivel de escepticismo con respecto a las posibilidades de éxito de Kerry es muy alto tanto en Israel como en Palestina. Más del 80% de la población israelí "no ve ninguna posibilidad" de que las negociaciones "con el tiempo conduzcan a un acuerdo real". Más del 60% de los palestinos siguen siendo pesimistas o muy pesimistas sobre la posibilidad de "llegar a una solución pacífica" del conflicto.

Sin embargo, a los opositores de la paz realmente no les gusta correr riesgos. Cuando ven que las conversaciones no descarrilan, agarran sus armas (o cuchillos o cohetes). Israel ha pasado por esto en el pasado: ya se produjo una dramática ola de ataques palestinos a mediados de los años noventa, tras la firma de los acuerdos de Oslo, y otra tras el colapso de la cumbre de Camp David de 2000. Después se hicieron otros intentos para mantener desterrada la antorcha de la paz, una terrible ola de atentados suicidas hizo cesar las negociaciones durante muchos años.

Hemos pasado por esto, y sabemos cómo termina este camino.

Por supuesto, cuando los ataques comienzan nuestros políticos no dejan de ofrecer la esperada banda sonora. "Continuaremos con el proceso diplomático como si no hubiera terror, y los palestinos seguirán con el terror como si no hubiera un proceso diplomático", se quejó el líder del partido Habayit Hayehudi, Naftali Bennett, un oponente a las conversaciones. La suya fue una respuesta típica de la derecha. A continuación le respondió la ministra de Justicia, Tzipi Livni, el principal negociador israelí y una defensora de las conversaciones, con una respuesta típica de la izquierda: "No permitiremos que los terroristas criminales determinen el futuro de Israel".

Sí, ya hemos pasado por esto, y estamos familiarizados tanto con la realidad y con la retórica subsiguiente.

Cuando un atacante suicida palestino mató a cuatro israelíes en 1995, entonces el líder de la oposición, Binyamin Netanyahu, respondió de forma muy parecida a como lo hace hoy Bennet, explicando que "es imposible ir a negociar con la Organización de Liberación de Palestina como si no hubiera pasado nada". El primer ministro de la época, el último Yitzhak Rabin, respondió al igual que Livni hoy: "La política del gobierno de Israel es continuar con el proceso de paz... este es un día doloroso, pero no nos disuadirá tanto de luchar contra el terrorismo islámico como de continuar con las negociaciones".

Puesto que ya hemos pasado por esto, también sabemos cómo termina. En 1995, Rabin fue asesinado, así que no sé sabremos como habría actuado cuando los ataques terroristas continuaron. Pero sí sabemos que seis meses después de su asesinato, su sucesor, Shimon Peres, perdió las elecciones con Netanyahu, y el terrorismo palestino seguramente tuvo algo que ver con esto. Y también sabemos que la hija de Rabin, Dalia Rabin, afirmó que su padre consideraba "la víspera de su asesinato detener el proceso de Oslo por el terror que se estaba extendiendo por las calles israelíes".

También sabemos algo de los ataques palestinos que pusieron fin a las negociaciones a principios del 2000. Desde el final de las conversaciones de Taba en 2001, y de manera efectiva hasta el final del 2006 - cuando las rondas de negociaciones comenzaron entre el entonces primer ministro Ehud Olmert y el presidente palestino Mahmoud Abbas, hubo muy pocas noticias del proceso de paz. Los primeros ministros de Israel continuarán diciendo que los ataques no van a disuadirles de avanzar en las negociaciones, pero la opinión pública tiende a estar en desacuerdo. A veces esos primeros ministros mantienen las negociaciones para luego perder en las siguientes elecciones, eso por ejemplo le sucedió a Peres cuando perdió ante Netanyahu en las elecciones de 1996 y a Ehud Barak cuando fue expulsado sin contemplaciones por los votantes en 2000. A veces se ven obligados a tomar medidas contra la violencia palestina, incluso cuando esto significa poner las negociaciones en riesgo, como hizo Olmert después del aumento de los ataques con cohetes desde Gaza. Los ataques - y esto es claro y está demostrado - tienen impacto en los votantes. Y en una democracia, los votantes son los que determinan lo que hará el líder.

Así que no, Israel aún no está a punto de que sus líderes actuales tengan que detener el proceso de paz. Pero la presión va a subir con cada episodio de violencia. Livni podrá decir por ahora que los extremistas, los atacantes, los adversarios de la paz, no determinarán el futuro de Israel. Pero ella se equivocará si  cree que, en esta ocasión, los israelíes sí aceptarán la manida fórmula de "hablar como si no existiese el terror y luchar contra el terror como si no hubiera conversaciones". Nunca lo han hecho y no lo harán esta vez. Una bomba en un autobús que tenga éxito y provoque muertes, un par de cohetes, tres o cuatro agresiones con apuñalamientos y los extremistas ganarán. Si los americanos, los palestinos y los israelíes no quieren que ganen los extremistas, ignorarles y hacer caso omiso de ellos y sólo pensar en la continuación de las conversaciones, no será la respuesta adecuada. Detener a los extremistas, ante todo y sobre todo, es la única respuesta que los israelíes están dispuestos a aceptar

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