Saturday, July 26, 2014

De Heidegger a Gaza - Ben Cohen - Commentary

 
¿Hay una conexión entre las disputas académicas sobre el legado de Martin Heidegger, uno de los filósofos alemanes más influyentes del siglo XX, y el actual conflicto entre Israel y Hamas en la Franja de Gaza?

Tan espúrea o extravagante como pueda parecer esa pregunta a primera vista, un artículo de Michael Marder en el New York Times sugiere que dicho vínculo sí existe. La fuente de lo que Marder describe como la "frialdad amenazante que se está formando en torno a la obra de Heidegger", también acecha a los intentos de los filósofos, que trabajando en un ambiente de "censura ideológica", dejan al descubierto el carácter nefasto del sionismo.

Lo que está en juego aquí es una complicada historia. No obstante, es una que necesita ser comprendida, aunque sólo sea porque ilustra el creciente dominio de la opinión anti-sionista en el discurso académico y de los medios de comunicación. De manera central, lo que muestra es que cada vez, y en mayor medida, el antisionismo en el discurso académico no es tanto una postura que se adopte con relación al conflicto entre los palestinos e Israel, como un sistema filosófico para la interpretación de la persistencia de los conflictos en el mundo en general.

Con esto en mente, podemos captar mucho mejor lo que Marder está impulsando con su reivindicación de Heidegger y de su legado. Si hay un detalle de la biografía de Heidegger que es ampliamente conocido, es que se unió al Partido Nazi en 1933, en el apogeo de su carrera, y siguió siendo miembro hasta la derrota del régimen nazi. En lo que se refiere a Marder, la insistencia en esa relación resulta irritante, ya que resulta claro para él que "existe una profunda desconexión entre los prejuicios antisemitas de Heidegger y su filosofía". En otras palabras, si usted quiere apreciar correctamente la obra de Heidegger, resulta imperativo que consideren que sus afiliaciones nazis no eran, pidiendo prestadas las infames palabras del líder fascista francés Jean-Marie Le Pen sobre las cámaras de gas nazis, más que un "pequeño detalle" de la historia de la Segunda Guerra Mundial.

Criticando a los "detractores" de Heidegger por mostrarse decididos a desprestigiar la totalidad de su pensamiento, y para ello trabajan con la "doble acusación de nazismo y antisemitismo", Marder menciona solamente a uno de ellos - al erudito francés Emmanuel Faye -, por su temeridad de sugerir que la clave filosófica de Heidegger, su concepto de Dasein ("ser-en-el-mundo"), debería ser reexaminado a la luz del antisemitismo del filósofo. Significativamente, Marder no menciona a sus lectores la obra de Berel Lang, el filósofo norteamericano que fue autor de un libro de gran prestigio sobre Heidegger y los judíos. En ese libro, Lang afirmaba que "el silencio de Heidegger" sobre la cuestión judía, antes y después del Holocausto, fue un revelador ejemplo de los "límites" del pensamiento de un hombre que, "más que ningún otro filósofo del siglo XX, trató de romper la noción misma de los límites del pensamiento".

Sin embargo, seguir esta vía en los escritos de Heidegger le resulta algo inconveniente a Marder. Para él la vía pasa por insistir en que la "mancha" del antisemitismo es un intento deliberado de ocultar el valor de la producción de Heidegger, y ello motivado por esos mismos provincianos imperativos judíos que se interponen en el camino de una evaluación adecuada del sionismo.

Aquí es donde entra en juego el conflicto. Algunos lectores del NYTimes pueden haberse mostrado sorprendidos por la afirmación de Marder de que "la oposición al sionismo y el pensamiento inspirado por Heidegger" se unen en la medida que ambos sufren la injustificada y sin escrúpulos acusación de antisemitismo. En parte al menos, tendrían la culpa los editores del NYTimes que no vieron necesario informar a sus lectores de que la posición de Marder sobre la cuestión palestina es la que conforma su aproximación a Heidegger.

Mirando un poco más de cerca, ustedes podrán encontrar que Marder es también el autor de varios artículos para Al Jazeera, con títulos como "¿Por qué los asentamientos llevan a una solución de un estado" y "He aquí por qué la deconstrucción del sionismo es tan importante". En este último artículo, sostiene que "deconstruir al sionismo no solamente es criticarlo; es también realizar el ejercicio de desentrañar sus supuestos filosóficos". Para Marder, el mayor problema es que las falsas suposiciones impuestas por la ideología sionista - independientemente de si el sujeto es Heidegger o las políticas israelíes - bloquean una adecuada indagación filosófica.

¿Hacia donde nos quiere llevar Marder? A él le gustaría que pensáramos, como dice en su artículo de "deconstrucción", que está motivado por una "intensa preocupación por los israelíes judíos, que se encaminan hacia un sendero de autodestrucción". Pero antes de tomarle la palabra, recordemos que editó un libro titulado "Desmontando al sionismo" con el filósofo italiano Gianni Vattimo. Ayer, Vattimo dijo a la cadena italiana Radio 24 que Israel es "un poco peor que los nazis", y que, en buena medida, a él le gustaría "disparar contra esos bastardos sionistas".

Conociendo el clima actual, no sería prudente suponer que los "bastardos sionistas" de Vattimo solamente se localizan en Israel. ¿Qué pasa con esos miles de judíos de Europa que vocalmente se identifican con Israel, y que han sido apuntados por las turbas en París, Londres y Berlín? ¿Qué pasa con esos estudiosos que "ensucian" la figura de Heidegger como la de un antisemita, al igual que otros autocalificados de abnegados y valientes académicos, pero esta vez en nombre de los palestinos, hablan de "la verdad al poder"? ¿Serán por el contrario los primeros unos "bastardos"?

No puedo decir con seguridad cómo podría responder Michael Marder a esas preguntas. Pero si quiere ser coherente, tendrá que asegurarnos que así como el hecho de que Heidegger fuera miembro del Partido Nazi resulta en realidad irrelevante, también lo es la exhortación histérica de Vattimo de agarrar un arma en defensa de Hamas. El New York Times, sin lugar a dudas, estará encantado de ofrecerle fácilmente un nuevo espacio para hacerlo.

PD: Puede leerse otro post anterior de temática parecida, pero añado nuevamente mi postdata final a dicho post:
Hace unas semanas descubrí en la librería La Central de Madrid una revista con un artículo del filósofo Gianni Vattimo, claramente enmarcado dentro del ámbito de la extrema izquierda europea, donde se describía como antisionista.  
El artículo no era gran cosa si tomamos como referente el antisionismo y anti-israelismo de la extrema izquierda occidental. Su antisionismo era más bien cultural que territorial, político o "moral", y parecía tener como elemento clave o desencadenador un hecho para mí sorprendente. Aún estando enmarcado dentro de las últimas guerras en Gaza, y de hacer apelación a ese sorprendente "genocidio palestino" que incrementa su población, el núcleo de su antisionismo parecía provenir de su reproche dirigido contra un nebuloso y conspirativo "sionismo filosófico" (Farias y Faye), responsable de las revelaciones y cada vez mayores caracterizaciones de su "ídolo cultural y maestro", Heidegger, como un filósofo de claras raíces e influencias antisemitas.  
Resulta sorprendente como buena parte de la extrema izquierda europea ha terminado haciendo suyos y tomándolos como influyentes maestros - quizás por haberse declarado enemigos de la sociedad occidental y capitalista de su época - a intelectuales fascistas y antisemitas alemanes como Heidegger y Carl Schmitt. Hablamos de los heideggerianos y/o schmittianos de (extrema) izquierda.  
Vattimo ya ha tenido declaraciones bastante controvertidas, aunque más bien de carácter provocador, sobre una "reevaluación de la certidumbre de los Protocolos de Sión". El artículo antisionista de marras también expresaba bastante hartazgo sobre el hecho judío, a pesar de su declarado respecto por figuras como Spinoza, Kafka, Einstein o Freud, todos ellos judíos seculares y grandes figuras culturales. Es decir, un antisionismo cada vez más unido a un antijudaísmo no solo religioso, sino como expresión de desagrado ante una identidad judía manifiesta.

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1 Comments:

Blogger Unknown said...

Muchas Gracias por la traducción! Ben Cohen

4:41 PM  

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