Saturday, August 30, 2014

Israel/Hamas: ¿match nulo? - Gil Mihaely - Causeur



¿Quién ganó la guerra de Gaza? ¿Quién la perdió? Como después de cada "ronda" de violencia en el Oriente Medio, estas cuestiones se plantean. Y es aún más difícil de responder de lo que piensan.

Examinemos el adagio lleno de sentido común según el cual "quién se pregunta quién ganó la guerra que acaba de terminar es siempre el perdedor". A primera vista, la lógica es convincente: una victoria es algo tan obvio como la imagen de David - o de Goliath si la Biblia hubiera sido escrita por los filisteos - izando la cabeza cortada de su enemigo. Para tomar un ejemplo más reciente, la Guerra de los Seis Días puso a Israel en una situación de uno contra tres... y concluyó con los tres KO !en menos de una semana! Pero si miramos más de cerca, este ejemplo es problemático. Si sólo contamos los muertos, los blindados carbonizados y los kilómetros cuadrados tomados al enemigo, la factura es clara. Pero el problema es que poco más de un año después, en 1968, los egipcios se habían embarcado en una guerra de desgaste que llevó casi dos años. Tres años y dos meses después del final de esta fase de acoso y desgaste, pusieron en marcha, junto con los sirios, la Guerra de 1973. Fue por otro lado gracias a la guerra de Yom Kippur que Egipto fue capaz de recuperar en 1982 prácticamente todo lo perdido en 1967. Si a esto le sumamos el crecimiento de la OLP y el retorno de la cuestión palestina al corazón de los territorios en conflicto, la victoria militar de 1967, tan radiante e innegable, desencadenó sin embargo algunas frutas amargas.

Por el contrario, después de la guerra del verano del 2006 en el Líbano, el consenso en la prensa internacional fue claro: Hezbollah había infligido una derrota a Israel. Pero ocho años más tarde, ¿alguien aún cree que podría esbozar un saldo tan neto?  Es pues inútil detenerse en las manifestaciones de júbilo y en las hojas de cálculo de Excel de los otros, ambas a la vez son verdaderas y equivocadas. La dimensión material de un conflicto juega un papel importante, es incluso la lógica profunda del uso militar de la violencia. Pero estos hechos no siempre influyen en la voluntad y las intenciones del enemigo. Ahora bien, puesto que son raras las guerras cuyo verdadero objetivo es la eliminación total del enemigo, es sobre todo el estado de espíritu final el apuntado.

Para volver a Gaza, por lo que sabemos del acuerdo de alto el fuego, hay un retorno al statu quo anterior, es decir, más o menos las condiciones que llevaron a poner fin a la penúltima "ronda" entre Hamas e Israel en noviembre de 2012. Pero esta lectura superficial del conflicto es la de un abogado comparando dos textos mientras que todo radica en medir el nuevo equilibrio de poder entre los beligerantes. Para Hamas, ganar consistiría en convencer - a su opinión, a los palestinos en general y suficientemente a sus aliados - que la lucha armada contra Israel - su propósito y su principal diferencia con respecto a la Autoridad Palestina - es la estrategia adecuada. Cualquier otra camino la obligaría a desaparecer tarde o temprano - Hamas podría mantener el nombre, pero renunciando a su Carta y a la lucha armada, se convertiría en otro Fatah - o bien radicalizarse y marginalizarse. Simétricamente, se puede entender lo que sería una victoria estratégica israelí: neutralizar a Hamas como un actor militar del conflicto.

Después de siete semanas marcadas por 90% de violencia y 10% de diplomacia y de política, la situación se invierte. El conflicto se convertirá esencialmente en político-diplomático (sin descartar por otro lado algún tipo de violencia). En consecuencia, el peso de Israel en la ecuación va a  reducirse mientras que el juego de alianzas y tensiones entre Hamas y los otros actores de la escena mundial (Egipto, la Autoridad Palestina, Qatar, Arabia Saudita, Irán, Turquía, Estados Unidos) pesará más. En el estado actual del Oriente Medio significa que todo es posible, si no lo mejor.

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