Saturday, October 11, 2014

Israel y un mundo hostil - Shmuel Rosner - New York Times



"El mundo entero está contra nosotros". Así comienza un clásico israelí. Sorprendentemente, la canción es optimista, incluso alegre. "El mundo entero está contra nosotros / es una antigua melodía / que nuestros padres nos enseñaron / a cantar y también a bailar". Fue escrito por Yoram Taharlev en 1969, en un momento en que, según dijo, muchos países "inexplicablemente apoyaron a nuestros enemigos".

Algunas percepciones no han cambiado. En agosto, cuando un encuestador preguntó "cómo te sientes acerca de la famosa frase de que 'todo el mundo está contra nosotros' ", el 63% de los judíos israelíes encuestados pensaron que describía con precisión la actual situación de Israel.

Pero algo ha cambiado desde finales de 1960. Por aquel entonces, los israelíes podían tratar la hostilidad global con optimismo y con un sentido casi divertido de desafío. Hoy en día, parece que estamos más enojados y más desgastados por nuestra condición desfavorable entre las naciones. También nos obsesionamos con ello de una manera que no puede ser buena para nuestra salud mental nacional.

En las últimas semanas, dos nuevos libros en hebreo que volvieron a los israelíes aún más conscientes de su aislamiento llegaron a la parte superior de las listas de ventas locales. Uno, "Catch the Jew" (Atrapa al judío), por el provocativo periodista Tuvia Tenenbom, narra el odio a Israel entre los palestinos y los activistas de la izquierda israelí. Otro libro, "Industry of Lies" (Industria de mentiras), del columnista Ben Dror Yemini, expone las muchas maneras en que un mundo hostil - los medios de comunicación, las organizaciones no gubernamentales y los académicos y universitarios - distorsionan la verdad sobre Israel.

Estos libros han presentado a los israelíes la realidad en la que ya creen. Y los israelíes están comprándolos masivamente porque al igual que una persona paranoica, se vuelven adictos a la evidencia que les da la razón y les vuelve aún más paranoicos.

Israel es de hecho una nación paranoica, pero no delirante. El hecho de que Israel sufra de una muy mala reputación en muchos países de todo el mundo es difícil de negar: En una encuesta de Gallup en enero, Israel fue votado como uno de los países más "peligrosos para la paz mundial" empatado con Corea del Norte e Irán (aunque quedando por detrás de Estados Unidos, que tuvo el dudoso honor de encabezar la lista).

Una encuesta de la BBC de mayo encontró que "Israel, Corea del Norte, Pakistán e Irán eran los países que en peores términos eran vistos en todo el mundo".

Por supuesto, los hipercríticos de Israel tienen una gran cantidad de argumentos para explicar la mala reputación del país en todo el mundo. La mayoría de ellos tienen que ver con el problemático control de Israel de la población palestina de Cisjordania a la que se la niega unos plenos derechos políticos. Otros se oponen a la insistencia de Israel en definirse como un Estado judío.

No importan esos argumentos, la mayoría de los israelíes no los compran y por buenas razones. Mezclar a un país democrático, liberal y abierto con países como Irán y Corea del Norte casi no tiene sentido, y desde luego levanta sospechas sobre los verdaderos motivos detrás de aquellos que hacen de la denuncia de Israel un elemento central del discurso internacional. No es de extrañar que en una encuesta de 2010, el "Peace Index", el 77% de los judíos israelíes estuvieran de acuerdo con la afirmación de que "no importa lo que haga Israel, el mundo seguirá criticándonos". En otras palabras, los israelíes creen que las razones citadas para esa baja popularidad de Israel no son más que excusas.

La última evidencia es la reacción del mundo ante el conflicto de este verano pasado en Gaza - que fue percibido como una guerra justa por una gran mayoría de los ciudadanos judíos de Israel -.  "¿Cómo se atreve alguien a criticar a Israel por esta guerra, piensan los israelíes, cuando ningún país y ningún otro ejército en la historia han ido más lejos para evitar víctimas entre la población civil de sus enemigos?", afirmó el primer ministro Benjamin Netanyahu en su discurso ante las Naciones Unidas la semana pasada.

Y sin embargo, en tres grandes países europeos - Alemania, Gran Bretaña y Francia - una encuesta encontró que la opinión pública culpaba tanto a Israel como a Hamas por la escalada de las hostilidades en la Franja de Gaza.

Cerca del 60% de los israelíes se mostraron complacidos con la discurso en las Naciones Unidas de Netanyahu, en el que protestó, entre otras cosas, por el hecho de que el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas planea "investigar a Israel en lugar de a Hamas por crímenes de guerra".

La investigación es absurda, Hamas desencadenó el ataque de Israel lanzando cohetes indiscriminadamente contra zonas civiles de Israel. Y la investigación de las Naciones Unidas va a ser gestionado por una farsa de tribunal. De hecho, un organismo descaradamente hostil a Israel formó el Comité, su mandato fue redactado de una manera que presuponía la culpabilidad de Israel, y la cabeza supuestamente imparcial de la comisión, el abogado canadiense William Schabas, dijo hace dos años que su "personaje favorito para llevar ante la Corte Penal Internacional sería el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu".

Ante un sesgo tan flagrante, no es ninguna sorpresa que los israelíes apoyen a Netanyahu cuando condena la investigación. Sin embargo, menos del 20% cree que Netanyahu logró "convencer a la opinión pública mundial" de que Israel tiene el mejor argumento.

Los israelíes, en otras palabras, creen en la necesidad de denunciar fuertemente la hipocresía mundial aunque sea poco probable que Israel gane nuevos amigos con este enfoque. Y cuanto más Israel práctica esos ataques retóricos, la brecha entre la forma en que los israelíes se ven a sí mismos y la forma en que son vistos por los demás, se ensancha. Pero, ¿podría Israel ser un paranoico más alegre?

Entendiendo que el mundo no está del lado de Israel, y que fuerzas poderosas trabajan para deslegitimar a Israel, es esencial entonces la auto-preservación de Israel. Sin embargo, revolcarse en la autocompasión y regodearse en una agradable sensación de justicia, es contraproducente y peligroso.

Este tipo de comportamiento vuelve a los israelíes ciegos y sordos ante las críticas que sí merecen la pena por ser justas, y se convierte en un obstáculo para su propia autosuperación. También hace que los israelíes descuiden la necesidad de mejorar su posición en el mundo y les vuelve más indiferentes ante el hecho de que los discursos del primer ministro deberían tratar de tener un impacto más positivo.

La autocompasión y la justicia propia harán a los israelíes menos atractivos, y así contribuirán a que Israel reniegue de aquellos que protestan con razón.

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