Thursday, October 09, 2014

La farsa de Amira Hass - Seth Frantzman - Algemeiner



"Expulsada de una universidad palestina por ser judía" y "Echada de un colegio universitario palestino porque soy una judía de Israel", fueron los titulares que nos saludaron a finales de septiembre cuando Amira Hass comentó que fue expulsada de una conferencia porque era judía.

La narrativa que generó esta noticia afirmó que ella fue una víctima. Muchas voces pro-Israel, como Evelyn Gordon en Commentary, señalaron que este hecho reforzaba nuestra comprensión de la Autoridad Palestina. "Entonces, ¿cómo es posible la paz cuando en la universidad de Birzeit se educa a los futuros líderes palestinos a creer que todos los judíos de Israel deben ser evitados simplemente porque son judíos de Israel? ¿Y cómo es posible la paz cuando estos futuros líderes ni siquiera escuchan cualquier visión o interpretación del conflicto que contradiga la suya propia, como la que un judío de Israel (aunque no desde luego Hass) podría ofrecerles?".

El incidente fue utilizado para resaltar la naturaleza intelectualmente opuesta de las universidades israelíes, donde los palestinos son bienvenidos y donde se fomenta la narrativa palestina. Pero todo este episodio ha sido mal entendido y la gente está sacando conclusiones equivocadas.

En primer lugar, a diferencia de otro incidente ocurrido en la universidad palestina de Al-Quds, donde el profesor palestino y conocido defensor de la moderación y del diálogo, el profesor Mohammed Dajani, hubo de renunciar bajo amenazas después de haber llevado a sus estudiantes a visitar un campo de exterminio nazi en Polonia, la historia de Amira Hass trata de la jactancia de una periodista israelí que tiene fama de ser más palestina que los propios palestinos. De hecho, el incidente solamente se conoció porque fue ella misma quien escribió sobre él y lo promovió bajo el titular "Expulsada de Ramallah solamente por ser judía".

Esta fue una historia de Amira Hass, sobre Amira Hass y para Amira Hass, y fue diseñada para lograr que sus reportajes parecieran más valientes y sus puntos de vista totalmente pro-palestinos más equilibrados, y todo porque ahora ella también era una víctima.

La reincidencia y exhibición del papel de víctima forma parte del repertorio de la izquierda radical en Israel. Un ejemplo reciente se dio en un artículo en el New York Times de Mairav Zonzsein donde afirmaba que a la izquierda favorable al "disenso y al entendimiento con los palestinos" se la estaba "silenciado" en Israel. Del mismo modo, en otro artículo en democracynow de abril del 2013, se afirmaba que "la periodista Amira Hass ha generado un gran furor en el país (en su contra) por su defensa del derecho palestino a la resistencia". ¿En qué consistía ese "derecho a la resistencia"? ¿En el derecho a disparar a la gente, en el derecho a poner bombas, en el derecho a apedrear a los vehículos judíos?

En fecha tan reciente como el 16 de octubre de 2013, Amira Hass escribía que "Hamas tiene derecho a cavar túneles". Ella es muy generosa en lo que respecta a los derechos palestinos. Y sin embargo, era ella quien ahora se mostraba como una víctima.  [N.P.: ¿Quizás porque considera que a lo que no tienen ningún derecho es a expulsarla a ella, a Amira Hass, de una universidad palestina?]

La narrativa del victimismo quedaba en evidencia en un artículo del 30 de septiembre de Mathew Kalman en el Haaretz. En dicho artículo, Mathew Kalman alegaba que la expulsión de Hass de la universidad de Birzeit formaba parte de "cómo las universidades palestinas como Birzeit encorseta intelectualmente a sus estudiantes". La sugerencia de que al no permitir la presencia de Amira Hass en la conferencia de Birzeit suponía que la universidad "encorsetaba o colocaba una camisa de fuerza" intelectual a sus alumnos, parece implicar que Amira Hass podía ofrecer alguna perspectiva alternativa al nacionalismo palestino predicado en dicha universidad. Pero Hass predica prácticamente ese mismo nacionalismo palestino, proponiendo solamente algún matiz o unas pocas pegas a ciertas acciones de Hamas. Amira Hass no iba a contradecir o superar los estereotipos y dogmas palestinos en dicha conferencia, iba a reforzarlos.

Amira Hass no es una víctima de la dogmática palestina, ella es una propagadora de esa misma dogmática de la que ahora, temporalmente, se queja. ¿Existe alguna evidencia de que cuando los compañeros de viaje de Hass celebran una conferencia en apoyo del BDS, o publicitan conceptos tales como "Israel es un Estado colonial racista", invitan a sus conferencias a los que no están de acuerdo con ello?

La verdadera razón de por qué Amira Hass se siente infeliz, tal como ella misma expone, se debe a que su pequeño grupo de izquierdistas radicales israelíes no fueron bienvenidos. No se trata de que los "judíos" o los judíos israelíes sean bienvenidos en una universidad palestina . Como ella misma admite, entiende las necesidades palestinas de conseguir un "lugar seguro" donde esas voces externas no puedan desafiarlos.

Esta reacción a la actividad anti-Israel es muy común. Cuando el Tricycle Theater en el Reino Unido prohibió un festival de cine judío por la guerra en Gaza, la reacción negativa de algunos fue argumentar que "muchas películas hechas en Israel son muy críticas con Israel", y cuando la Asociación de Estudios Americanos boicoteó a los académicos israelíes, el estribillo crítico a esa decisión fue "sin embargo, los académicos israelíes están a la vanguardia de la crítica de su país".

En resumen, el estribillo más habitual consiste en decir que aquellos israelíes que están siendo prohibidos y boicoteados son "aquellos israelíes que no se lo merecen”.

Los palestinos argumentan que su oposición a Hass es consistente con una política de "anti-normalización", lo que significa que no puede haber colaboración con los israelíes, principalmente los judíos israelíes. Las voces como Amira Hass que aleguen ser víctimas de esta política invierten la lógica de lo que la normalización debería entrañar [N.P.: ella estaría de acuerdo con la anti-normalización excepto cuando la afecta].

¿Pero cuál es la lógica de esa "normalización" si para Hass y sus colegas ésta sólo implicaría "colaborar o tener relaciones con los israelíes hipercríticos"? Lógicamente, para que la paz pueda llegar, todos los israelíes deberían estar incluidos.

Pero nada asusta más a estos grupos de la izquierda radical israelí que su rechazo por parte de los palestinos, ya que eso les priva de su razón de ser. Los puntos de vista palestinos sobre la normalización entienden esto de una manera indirecta. Los palestinos se preguntan por qué los palestinos no pueden articular ellos mismos la experiencia palestina, y no depender así de portavoces como Amira Hass, Gideon Levy y otros que pasan por saber mejor que los propios palestinos lo que desean y por conocerlos "mejor que ellos mismos".

Los palestinos están empeñados, en cierto sentido, en recuperar su propia narrativa de manos ajenas.

Ya hemos visto este mismo problema en el caso de los beduinos israelíes. Un grupo de investigadores israelíes se hizo pasar por el campeón de los derechos de los beduinos, colonizando la narrativa beduina y convirtiéndoles en "indígenas" de marca sin casi ninguna aportación de los propios beduinos. Si los beduinos dijeran que ya no van a colaborar más con estos investigadores a menos que tengan su lugar en la próxima conferencia, ¿cuál sería el problema?

¿Es un problema restringir totalmente la presencia de israelíes? Por supuesto. Pero es igualmente un problema asumir como prueba de fuego que tan solo los israelíes que han adoptado el "pensamiento político correcto" puedan participar. He contemplado demasiadas veces esta estúpida e inflexible doxa dentro del mundo académico israelí. Si usted no sigue esas normativas o dictados subyacentes, sufrirá discriminación. Lo novedosos es que esta inflexibilidad políticamente correcta también llegado a la universidad palestina. Los palestinos están haciendo, por fin, lo que muchos de sus partidarios querían que hicieran, aunque han ido un tanto demasiado lejos al no permitir aparentemente que sus "amigos y admiradores israelíes" participen en la fiesta.

Es una vergüenza que los palestinos estén cerrando su sociedad y corten sus relaciones con todos los israelíes, mezclando israelíes y judíos. Pero la réplica a esta reclusión no debería ser "esperen un momento, yo me solidarizo con ustedes, a mí sí deben dejarme participar". La réplica suena patentemente ridícula.

La mejor manera de luchar contra la cerrazón mental palestina es tener la mente abierta y alentar un debate abierto. Durante años, los israelíes del estilo de Amira Hass se han encargado de blanquear y encubrir el radicalismo de la sociedad palestina. En lugar de pretender ahora que ellos son "unas víctimas erróneas", el público debería apoyar un debate real con los palestinos y con esas voces palestinas que han hablado y desafiado su propia sociedad. La farsa de Hass terminó abruptamente en Birzeit. No hay ninguna razón para resucitarla.

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