Saturday, November 01, 2014

El asesino de Kastner: Yo hoy nunca le habría disparado - Elad Zeret - Ynet



En las primeras horas del 4 de marzo de 1957, Zeev Eckstein se quedó escondido en la calle cerca del nº6 de Emanuel HaRomi de Tel Aviv. Con una pistola cargada y amartillada metida en su cinturón, esperó tranquilamente a provocar una de las mayores tormentas en la historia del Estado de Israel. Poco después de la media noche, los faros de un coche que se acercaba aparecieron en la oscuridad. Eckstein salió de su escondite y gritó: "¡Israel Kastner!", y cuando oyó una voz respondiéndole afirmativamente, levantó su brazo y apretó el gatillo. El primer disparo no acertó en su blanco, pero luego Eckstein disparó tres tiros más.

La muerte del Dr. Israel (Rudolph) Kastner no solamente puso punto final a un asunto muy complejo y fascinante en el pequeño estado recién nacido, sino que también fue la primera vez que el tema del Holocausto y los lazos entre los líderes sionistas y funcionarios nazis de alto rango subieron a la palestra. Hoy, a los 81 años, y con la publicación de su libro, "Edredón Manta", Eckstein hace un balance de su vida por última vez y dice: "Yo no lo haría hoy. No le dispararía, no hay duda de ello...".

El caso comenzó en 1952, después de que un hotelero de Jerusalén llamado Malquiel Gruenwald lanzó una acusación contra algunos miembros de la dirección pre-estatal sobre su silencio durante el Holocausto. Kastner, quien fue miembro del Comité de Ayuda y Rescate en Budapest durante el Holocausto, y que en 1952 era portavoz del ministro de Industria y Comercio Dr. Dov Yosef en el gobierno de David Ben-Gurion, fue señalado particularmente.

Gruenwald acusó a Kastner de colaborar con los nazis durante la guerra, de ocultar la existencia de los campos de exterminio a los judíos de Hungría, y de testificar en los juicios de Nuremberg en favor de Kurt Becher, un alto oficial nazi y jefe del Departamento General de la SS.

A raíz de una investigación de la policía, el fiscal general de la época, Haim Cohen, decidió que el Estado debía demandar a Gruenwald por difamación. Nadie imaginaba, sin embargo, que la demanda podría crear aún más revuelo, y que Kastner, que había forjado lazos con los nazis en un esfuerzo por llevar a la práctica un plan de rescate para los judíos de Hungría, se encontraría que de acusador por difamación se volvía acusado de colaborar con el enemigo nazi.

"Mi conexión genética no es el Holocausto", nos dice ahora Eckstein sobre los antecedentes de su asesinato de Kastner. "Yo era un agente del Servicio de Seguridad (el Shin Bet actual) y me dieron instrucciones para introducirme y socializar con los círculos de la extrema derecha judíos, pero cuando estuve entre ellos, mis ojos lentamente comenzaron a vislumbrar unas ideas y opiniones diferentes del otro sector de la ideología sionista. Las del sector combatiente y rebelde".

Eckstein cambió de bando y pasó de ser un agente al servicio del partido Mapai (el sionismo socialista) a un ardiente partidario de sector revisionista del sionismo (Herut), y ahí es donde llegó el punto de inflexión.

"Mi revolución no nació de la nada", dice Eckstein. "Usted debe entenderlo, las personas de los servicios de seguridad que me enviaron allí eran personas débiles y grises. Por otro lado, las personas a las me enviaron eran de una calaña completamente diferente. Eran el fuego y las llamas, eran una fuerza natural. Nunca me lo habría imaginado, eran unos individuos extraordinariamente impresionantes, con un inmenso fervor emocional ante todo. Eran el fuego revolucionario".

Eckstein habla ahora honestamente y por primera vez acerca de su mentor espiritual, el hombre detrás de todo esto, el hombre que se negó a nombrar. Tampoco hoy, 57 años después del asesinato por el que estuvo siete años en prisión, Eckstein le va a nombrar, pero habla de la compleja relación que ambos compartieron.

"Él estaba en el lado ideológico que me conquistó", explica Eckstein. "Era un hombre práctico y empresarial. En realidad, él es el padre de esa acción. No sé si el único padre, pero es sin duda el padre que provocó la misma."

¿Cómo lo conociste?

"Lo conocí a través de los círculos ideológicos que solía visitar en esos momento, pero también porque era uno de los objetivos primordiales del Servicio de Seguridad que me instruyó para echarle constantemente un ojo. Él jugó un papel importante en las actividades subversivas de los círculos de estas personas".

Sin embargo, "¿usted no recuerda alguna conversación en la que él le dijera que tenía que matar a Kastner".

"No, yo no recuerdo una conversación con esas palabras, pero dado el estado en que me hallaba en esos momentos, lo sugestionado que estaba, no necesitaba que nadie me lo dijera".

A día de hoy, Eckstein está todavía ocupado por las varias y diversas teorías de conspiración que existen en relación con el asesinato. Ahora, mientras piensa en todo el asunto, finalmente concede su opinión final:

"¿Por qué tuve que pagar el precio? Yo asesiné a alguien. Yo hice algo que me lleva de vuelta a la Biblia, de nuevo a Caín y Abel".

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