Thursday, November 20, 2014

El terror golpea Jerusalén. Cabalgando sobre el tigre de la guerra religiosa - Shmuel Rosner - Jewish Journal



La crisis política del lunes parecía infantil e insignificante este martes, ya que Israel está de luto y enojado por el asesinato brutal de unos fieles de una sinagoga de Jerusalén. Hay poco que decir acerca de los detalles sangrientos del ataque: el tiroteo, las hachas, los cuchillos, la perturbación de una tranquila oración de la mañana. Este es un acto despreciable de terrorismo, e Israel espera con razón escuchar una fuerte y clara condena de este acto, nada de si y de peros, por parte de la comunidad internacional y de los dirigentes palestinos.

Los dedos apuntando hacia el presidente palestino Abbas ya se han levantado. Él es culpable de incitación, se apresuraron a exclamar los líderes israelíes. Él y la autoridad que preside. Cuando fue encontrado muerto el conductor de autobús palestino este lunes, y la policía israelí determinó que se trataba de un suicidio, la maquinaria de propaganda palestina culpó a los "colonos" de su muerte, en un claro intento de lograr que una situación ya tensa fuera aún más tensa.

Así pues, es cierto que Israel está en medio de una campaña motivada políticamente para destruir la credibilidad de Abbas como un líder moderado que trata de buscar la paz. Pero también es cierto que Abbas está jugando básicamente con fuego, promoviendo una conducta violenta en Jerusalén y en otros lugares. La violencia, como los israelíes y los palestinos descubrieron hace ya más de una década, es un tigre ingobernable. Si Abbas tiene previsto viajar en este tigre tratando de dominarlo, las consecuencias podrían ser nefastas.

Israel no responderá - no puede - con calma a las escenas de fieles judíos siendo asesinados mientras oraban y llevabab una Talith. Israel fue establecido para proteger a los judíos y para que no tuvieran que preocuparse de ser asesinados mientras llevaban un Talith. No es de extrañar que Aryeh Deri, el líder del Partido Shas, y un residente de Har Nof, el barrio en el que se produjo el ataque, calificó el ataque como una "masacre". No es de extrañar que los demás miembros de la Knesset se apresuraran a decir que el ataque les recuerda "acontecimientos sucedidos en Europa que queremos olvidar". Las escenas de la sinagoga el martes reavivaron los demonios judíos, y esos demonios tienden a convertir los debates racionales sobre las políticas adecuadas en cuasi irrelevantes.

Para el gobierno de Israel la tarea de gobernar sobre esta ola de terrorismo deberá compaginarse con un esfuerzo para evitar represalias por parte de judíos violentos. A medida que aumenta la tensión y la violencia, el peligro de choques que involucren a individuos o grupos judíos ingobernables también se eleva. Esa es una de las razones por las que el gobierno no tiene más remedio que demostrar ante la opinión pública que actúa con decisión contra aquellos que instigan y perpetran el terrorismo palestino.

Este es un momento volátil para israelíes y palestinos, ya que ambas opiniones públicas pueden ser arrastrados hacia un pozo de más y más violencia que no les llevará a ninguna parte. Los palestinos deben recordar - si todavía les importa - que cuando estalla la violencia, los judíos pueden ser asesinados, pero más palestinos serán asesinados, y que cuando los judíos sufren, los palestinos sufren aún más. Puede ser que calculen que la violencia es su única forma de volver a poner la "causa palestina" en la mesa, pero las últimas rondas de la violencia probaron que estos cálculos no son los mejores. La segunda Intifada no mejoró la situación palestina, ni la guerra lanzada por Hamás el pasado verano.

La sangre de los asistentes a la sinagoga no es más roja que la sangre de los pasajeros de un autobús o de la de los bailarines de un club, o la de los clientes de un restaurante, y sin embargo, un ataque terrorista contra unos fieles judíos se siente de una manera un poco diferente a los otros ataques terroristas. Cuanto más se comporten los palestinos como el ISIS - la carnicería desatada por estos terroristas con hachas y cuchillos desencadena este tipo de comparaciones -, menos simpatía o comprensión podrán encontrar para su causa. Cuanto más se vea el conflicto palestino-israelí como una guerra religiosa (la lucha por el Monte del Templo, terror en la sinagoga), más se parecerá a una tendencia más amplia y vigente en los asuntos del Oriente Medio que no es susceptible de soluciones diplomáticas. El tigre de la violencia ya es lo suficientemente peligroso, pero el tigre de las guerras religiosas es aún más peligroso. El martes lo pudimos comprobar.

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