Saturday, December 13, 2014

Las elecciones de Israel: No hay debates ideológicos, sólo personalidades - Shmuel Rosner - Jewish Journal



Los israelíes no votan directamente a los candidatos a primer ministro. En un sistema parlamentario como el nuestro, se vota por un partido, es decir, por una ideología. Pero por desgracia, los partidos de Israel, a excepción de unos muy pocos, tienen poco que ofrecer en lo que se refiere a la ideología.

Algunos no tienen una ideología distinta a los demás. El Israel Beitenu de Avigdor Lieberman nos viene a la mente como un ejemplo típico de un partido que puede ser hoy una cosa y otra muy distinta mañana. ¿Qué hace para mantenerse? Nadie lo sabe realmente. O el nuevo partido encabezado por el ex ministro del Likud Moshe Kahlon. Esta partido podría obtener entre 10 y 12 escaños según las encuestas. Esto para un partido sin lista de candidatos a excepción de éste hombre a su cabeza, y con ninguna ideología clara que no sea "reducir el costo de los precios de la vida y de la vivienda", supone el equivalente israelí a "desear la paz mundial".

O miren al partido Hatnuah, de Tzipi Livni. En Livni tenemos a un político que, en un período relativamente corto de tiempo, ha realizado el extraordinario viaje de ir desde el Likud (supuestamente a la derecha) al Kadima (supuestamente de centro derecha) para terminar en el Hatnua (supuestamente de centro izquierda), y ahora parece dirigirse a una alianza con el partido Laborista. Ojo, nada menos que el partido Laborista, siendo ella una princesa del Likud, la hija de Eitan Livni, un activista del sionismo revisionista que pidió ser enterrado con el emblema del Irgun en su sepultura, y cuya hija va a asociar ahora con los sucesores de los verdugos de su padre. Si usted prefiere ser un ingenuo, asumirá que ella ha pasado por una transformación política. Si usted elige ser más escéptico, dirá que ha sido transformada por las fuerzas de la necesidad política. Ya se mudó al Kadima para estar con el poder, con Ariel Sharon, porque era obvio que iba a ganar las elecciones. Luego permaneció con Kadima hasta que su rival en su liderazgo, Shaul Mofaz, se hizo con las riendas en unas primarias y se convirtió en el líder del partido. Luego ella creó el Hatnuah para permanecer en el juego político. Y ahora, cuando el Hatnuah ya no parece poder sacar los suficientes escaños para entrar en la Knesset, ella se mueve hacia el Laborismo.

¿Ella es un halcón o una paloma? Livni puede tener un asiento en un gobierno encabezado por el líder del partido Laborista, Isaac Herzog, y en otro del Likud encabezado por Benjamin Netanyahu. Esto mismo es cierto para Yair Lapid, Kahlon, Lieberman, Shas y Judaísmo Unido de la Torah. Y también lo sería para Herzog y Netanyahu, ambos podrían formar parte de un gobierno conjunto. Incluso para Naftali Bennett, bajo ciertas condiciones claro está, no sería imposible sentarse en un gobierno en el que Herzog fuera un miembro de alto rango (ya estuvo en un gobierno con Livni y Lapid). La mayoría de los políticos israelíes tienen diferentes puntos de vista y segmentos electorales, pero también son muy pragmáticos y muchos prefieren formar parte de una coalición en el poder. Los votantes se quejan de ello, pero también lo entienden: ¿Cómo pueden estar tan enojados cuando ellos mismos también tienen la costumbre de cambiar fácilmente su propio voto y afiliación partidista?

Esto no quiere decir que Livni (o Kahlon o Lieberman) no sean unos dignos candidatos. Lo que queremos subrayar es que, en unas elecciones en Israel, los partidos no son mucho más que los pedestales sobre los que se destacan sus líderes, y por lo tanto, en general, son el vehículo para que sus líderes sean elegidos. En la mayoría de los temas, las brechas ideológicas entre el Laborismo y el Likud, entre Yesh Atid y Hatnuah y entre Kahlon y Bennett, son pequeñas o inexistentes.

Sí, los partidos pueden diferir y discutir sobre el mejor arreglo para un acuerdo sobre el estatuto definitivo con los palestinos: El laborista Herzog y Livni dirían que hay que "negociar" y se comprometerían a realizar "concesiones dolorosas", mientras que Bennett del Hogar Judío diría que "no hay un socio y no regalaremos nuestra tierra". Estas son las diferencias teóricas. En la práctica, Livni no puede avanzar realmente en las negociaciones, incluso si ella se convirtiera en la primer ministro (como se demostró durante el gobierno de Ehud Olmert), ni tampoco Bennett podrá anexionar los territorios del área C e imponer su solución al conflicto (como se demostró en los dos gobiernos consecutivos Netanyahu).

Y sí, todos ellos pueden pretender tener grandes diferencias en torno a una ley del Estado-nación judío. Pero, como ya he explicado una y otra vez, esta legislación tiene poco sentido práctico y pocas posibilidades de pasar en su forma más draconiana.

Así que, nuevamente, se trata de un debate en aras de tener un debate, con el fin de pretender que los diferentes partidos tienen diferentes ideologías, cuando en realidad se diferencian principalmente en sus formas. Netanyahu puede presentarse como el gran defensor del nacionalismo judío y Livni puede presentarse como la gran defensora de los valores democráticos.

¿Sobre qué gira entonces la elección? Trata, sobre todo, sobre el primer ministro Netanyahu: hay un segmento de la opinión pública - un segmento significativo - cansado de Netanyahu y de sus políticas en el gobierno. Ellos prefieren tener a otro a la cabeza del gobierno, y no necesariamente porque quieran políticas diferentes. Otra persona, una cara nueva, un nuevo estilo, posiblemente algún pensamiento nuevo. Pero esperar una revolución en las políticas del gobierno israelí sería un error, ya que no puede haber una revolución cuando la mayoría de los partidos están de acuerdo en muchas cosas, y cuando la preponderancia del poder parlamentario limita la capacidad de un gobierno para hacer grandes cambios, incluso cuando lo desea.

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