Monday, January 12, 2015

La ingenuidad de las democracias occidentales - Dror Eydar - Israel Hayom

 
La respuesta a los sangrientos acontecimientos en Francia es algo que recuerda a la respuesta a la Segunda Intifada que comenzó en septiembre de 2000. Ambos acontecimientos representaron el fracaso de las concepciones de la izquierda, la de Israel en un caso y la del mundo en el poder durante años. En Israel, fue el fracaso de la idea de que había un socio para las negociaciones de paz, y en Francia en particular, fue el fracaso del multiculturalismo. En ambos casos representó el fracaso de unos condescendientes conceptos que atribuían a los enemigos razones e intereses idénticos a los nuestros.

La conmoción y consternación que se han apoderado de los franceses y de Europa en su conjunto podrían ser de corta duración, tal como sucedió después de la Segunda Intifada. La propaganda pronto se pondrá en marcha nuevamente. Rápidamente escucharemos las explicaciones locales del terrorismo, sobre todo las acusaciones de "crímenes colonialistas" por parte de Occidente de las que el terrorismo es el "resultado". De hecho, ya la izquierda radical está culpando a Israel y a su conducta de todos los problemas del Oriente Medio. En este momento, eso está sucediendo en la periferia, con Israel, pero pronto esta será la discusión principal.

El fracaso del concepto francés está relacionado con el concepto diplomático de la izquierda israelí. Cuando oigo a la líder del Hatnuah, Tzipi Livni, o al líder de los Laboristas, Isaac Herzog, discutir los asuntos diplomáticos, la impresión que dan es que hemos vuelto a la década de 1980, antes de que lo intentáramos muchas veces, antes de que el Oriente Medio se desintegrara en actores independientes, antes de que el otro lado fallara mil pruebas, excepto en aquella en que más destacó: matar judíos o, al menos, dañar la posición internacional de Israel. La semana pasada, la única bandera de Livni cayó en París.

El eco de este fracaso se vuelve aún más fuerte a la luz de las declaraciones del presidente francés Francois Hollande sobre los acontecimientos en su país. Sus declaraciones sobre el asesinato en el supermercado kosher fueron particularmente notables: fue un "acto antisemita" y los terroristas eran "extremistas que no tenían nada que ver con el Islam". Léanlo de nuevo por favor. ¡Increíble!

Es una tradición: A finales de septiembre de 1938 se firmó el Acuerdo de Munich para apaciguar a la Alemania nazi mediante la entrega de los Sudetes de Checoslovaquia. El primer ministro británico Neville Chamberlain regresó a Londres y declaró que "la paz en nuestro tiempo estaba a salvo". Inmediatamente después de la firma del acuerdo, la diplomacia francesa describió al canciller Adolf Hitler como atrapado entre los "extremistas", entre los cuales situaba al ministro de propaganda Joseph Goebbels y al comandante de las SS Heinrich Himmler, y el "moderado" Hermann Goring, fundador de la Gestapo. No había otra alternativa excepto reforzar al gobernante, es decir, a Hitler, para que no cayera en manos de los "extremistas".

La misma ceguera que llevó a Europa a una guerra mundial está hoy ocasionando su colapso desde el interior. Esta vez, estamos hablando de un gigante que se ha enganchado con entusiasmo a las terribles constricciones de la corrección política. En medio de la Segunda Guerra Mundial, Albert Camus escribió "La Peste" como una alegoría del asalto al mundo libre. La gente de la ciudad de Orán se niega a pronunciar la palabra "peste" y tiene miedo de reconocer el problema real. Esa es la causa subyacente de su desaparición: "La peste no es una cosa hecha a la medida del hombre, por lo que nos decimos a nosotros mismos que la peste es un mero espantajo de la mente, un mal sueño que pasará, pero eso no siempre pasa, y de un mal sueño a otro son los hombres los que fallecen, y los humanistas en primer lugar, porque no se han tomado precauciones".

En su búsqueda de tranquilidad, las democracias occidentales están dispuestos a creer - incluso después de capitulaciones interminables que no conducirán a la paz ni proporcionarán tranquilidad - que si hacemos otro gesto, si no pronunciamos ese término explícito, el gigante no despertará. Las democracias están dispuestas incluso a comprar algunos años de silencio. El líder soviético Josef Stalin reconoció la debilidad de Occidente y consiguió concesiones del gobierno del presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt. Él les advirtió que se hallaba bajo ataque dentro del Politburó a causa de su "tendencia favorable a las reformas liberales". Por supuesto, eso era mentira, él representaba a los extremistas. Stalin aprendió lo que el Islam inventó.

Y una palabra para nuestros hermanos y hermanas de Francia: ¿Qué están haciendo todavía allí? Vuelvan a casa. Su lugar está en Israel y no en ningún otro lugar del mundo. Les necesitamos y nos necesitamos. Hagan su aliya a Israel, no porque tengan miedo a las dificultades, sino simplemente para volver a la patria después de miles de años en el exilio. No siempre es fácil vivir en Israel, pero hay un objetivo y una meta, así como mucha esperanza a la hora de hacer frente a las dificultades. Dejen que Europa haga frente a sus problemas y den la mano a la gran misión histórica de volver a Sión y construir el Estado judío.

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