Wednesday, January 21, 2015

La Tierra Prometida tiene un problema alemán. ¿Por qué las ONG's europeas y la Cruz Roja son los verdaderos enemigos de Israel? - Tuvia Tenenbom - Forward


 Mi nombre real, para aquellos de ustedes que me conocen por otros nombres es Tuvia.

Nací en Israel en una comunidad ultra-ortodoxa judía extremadamente antisionista conocida como el "Hazon-Ishnikes", entre aquellas personas que están seguras de ser las personas más cercanas a Dios y sus únicos representantes en la tierra. En pocas palabras, nací dentro de la élite de la élite del judaísmo ultra-religioso del momento.

Siguiendo las huellas de mis ancestros, una larga línea de rabinos, pasé cada momento de mi juventud estudiando las leyes de Dios. Es cierto que la vida no siempre era perfecta, especialmente durante los meses de verano, cuando el calor alcanzaba alrededor de 100 grados y tenía que andar por ahí con lo que mis maestros me enseñaron que era "ropa judía" - un abrigo negro de lana y un pesado sombrero -, pero aparte de esto, honestamente, la vida era mejor que perfecta.

Pero entonces, en un frío día de invierno, llegó a mis manos todo tipo de libros y fotos y descubrí que me habían mentido. Nuestras negras ropas "judías" me hacían parecer terriblemente similar a los nobles polacos no judíos y a los burgueses austriacos de hace dos siglos atrás; la glorificación de las vírgenes en nuestra comunidad estaba más en línea con el pensamiento de las sociedades islámicas; y la forma en que mis rabinos me impidieron desarrollar una sexualidad normal – siempre recuerdo la frase "Tú nunca has de mirar a las mujeres" - parecía más arraigada en el catolicismo que en el judaísmo.

Fiel a mi naturaleza como un representante de Dios, consulté con el cielo y dejé ese cerrado mundo ultra-ortodoxo. Me uní al mundo ortodoxo moderno y, en el proceso, me convertí en un ferviente sionista de derechas.

Y con el paso de algunos años me uní al ejército israelí.

Como soldado, me sentí como un verdadero señor. Conduje tanques en el desierto y llevé un gran rifle de asalto en la ciudad. Un día, mientras caminaba por las calles de Jerusalén creyendo ser el rey bíblico David, mis ojos se encontraron con los de una joven dama árabe con un largo vestido blanco que estaba de pie en el tejado de su casa. Allí estaba ella, erguida y orgullosa. Ella me miró, y luego cantó hermosas melodías árabes que capturaron mi mente y corazón. Miré hacia ella, una belleza magnífica con la voz de un ángel, y me enamoré en el acto. Su canción, llegué a esa conclusión de inmediato, era mucho más penetrante que cualquiera de mis balas.

Ese mismo día, me convertí en un hombre de izquierdas, de extrema izquierda para ser exactos, y me enamoré de todos los árabes.

Siendo joven e ingenuo, pensé que mi nuevo amor se precipitaría en los brazos abiertos del rey David que yo era.

Pero eso no sucedió. Ella simplemente ignoró a este Rey.

Yo no lo podía creer. ¿Cómo podía no enamorarse de un hombre tan sexy como yo?

Sí, no se burlen, entonces yo era sexy!

Saben ustedes, durante esos años jóvenes voluntarios alemanes llegaban a Israel en masa para ayudar a los judíos del Estado judío porque se sentían culpables por lo que sus padres, tíos y tías le habían hecho a los judíos algunas décadas antes. Para ellos, yo era el hombre más sexy porque mis padres a duras penas pudieron sobrevivir a los nazis y la mayor parte de mi familia se evaporó a los cielos a través de un crematorio u otro.

Sin embargo, para mi desgracia, para esa belleza árabe yo no era nada especial.

Me tomó tiempo, pero finalmente acepté ser rechazado por la chica árabe - en aquellos días eran "árabes", no "palestinos" -. Y cuando pasaron los años dejé mi rifle y decidí convertirme en un centrista y estudiar en una universidad.

Pero mi madre, que creía que ir a una universidad secular era la peor cosa que podía hacer un judío, no pudo dejar de llorar cuando le conté mi decisión.

No deseando hacer a mi madre lo que los nazis comenzaron, dejé Israel.

Eso fue hace 33 años.

Me mudé a los EEUU y me pasé los siguientes 15 años en varias universidades, estudiando de todo y cualquier cosa que me pareciera interesante. Fundé el Teatro Judío de Nueva York, donde se representaron unas 20 de mis obras, y empecé a escribir para varios medios de comunicación estadounidenses y europeos, sobre todo para el diario alemán Die Zeit.

A finales de 2012 mi libro, "Yo dormí en la habitación de Hitler" ("Allein unter Deutschen" en alemán), un viaje de seis meses por la psique de los alemanes de hoy se publicó. El libro, que documenta de una manera impactante el antisemitismo en la Alemania de hoy, se convirtió en un best seller en la lista del Spiegel. Un año más tarde, mi editor me preguntó si estaría dispuesto a escribir un libro sobre Israel utilizando las mismas "técnicas" que empleé en ese primer libro, a saber: viajar a través del territorio, buscando por todas partes y yendo a cualquier lugar, hablando con todo el mundo y con cualquiera, y a continuación escribir sobre ello, detalle por detalle.

Acepté y volé a Israel.

Los días y meses han pasado, y todavía estoy en Israel.

El Israel que veo en estos días no es el Israel que recuerdo. Ya no están, por ejemplo, las hermosas voluntarias alemanas.

No, no, déjenme ser más exactos: Están aquí, los jóvenes voluntarios alemanes, pero en esta ocasión, y en su mayor parte al menos, están ocupados haciendo otras cosas aparte de sentirse culpables. En estos días, están muy ocupados enseñando a los árabes las mejores maneras de luchar contra los judíos. Esperen, déjenme decirlo de otra manera. Estos jóvenes voluntarios alemanes también se sienten muy culpables por lo que sus abuelos hicieron a los judíos y por eso, en estos días, quieren ayudar a los árabes en su lucha contra los judíos.

Puede que esto no tenga mucho sentido para ustedes, pero para estos jóvenes alemanes la lógica no siempre juega un gran papel.

He aquí un ejemplo:
Yo estaba sentado al lado de un par de chicas alemanas en un evento anti-Israel que tuvo lugar en la Universidad Al-Quds de Jerusalén, en el cual se nos decía que se creó el Estado de Israel por la masacre protagonizada por bandas de maleantes judíos que vinieron a esta parte del mundo sin una razón aparente, y que asesinaron a miles de civiles palestinos cuando dormían por la noche. Las chicas aplaudieron. 
"Hace tres años", me dijo una de ellas, "me ofrecí para ir a Israel y me enamoré del pueblo judío
"¿Y es por eso que decidiste venir otra vez?", le pregunté. 
"". 
"¿Hace tres años que te enamoraste de los judíos y es por eso que ahora estás ayudando a los palestinos?
Ella me miró con incredulidad, muy molesta: "¿Qué estás tratando de decir?"
Sí, los voluntarios alemanes han cambiado. Y los judíos también han cambiado.

Para mí, los judíos ultra-ortodoxos actuales me parecen más similares a los adoradores paganos de la Edad del Bronce que a los polacos o los austriacos de hace dos siglos. En estos días, por ejemplo, se puede ver rabino tras rabino realizar los más extraños de los "milagros", como por ejemplo ayudar a la gente a ser "más atractiva" por medio de bendiciones, o bien prometer a sus seguidores más ingenuos "cómodas suites en el Cielo", todo por unas cuotas extraordinarias, por supuesto.

El ultra-ortodoxos no son los únicos que han cambiado. Los judíos ortodoxos modernos actuales, para mi sorpresa, son réplicas casi exactas de los ultra-ortodoxos de mi juventud. Hace 30 años, a los jóvenes, hombres y mujeres modernos ortodoxos les encantaba bailar juntos en las tardes del sábado. En estos días, a los niños no se les permite tocar a las niñas, bailando solos y solas entre ellos.

Los izquierdistas israelíes de hoy también han experimentado enormes cambios. Algunas de las principales ONG en activo son apoyadas por millones y millones de dólares de donantes extranjeros, y sus miembros pasan sus días y sus noches en busca de un sueño: destruir totalmente la identidad judía de este país.

"Al final debe haber aquí un Estado basado en un hombre un voto, sin más", me dijo una artista de izquierdas.

Puesto que los palestinos serían probablemente la mayoría en ese estado único, el Estado judío dejaría de existir, ¿no es así?”, le pregunté.

"Sueño con ello", me contestó.

He conocido a muchas personas como ella que orgullosamente declaran su amor por la cultura palestina.

¿Hablas árabe?”, les suelo preguntar.

"No", es la respuesta que obtengo.

¿Has leído el Corán, o cualquier otra fuente islámica?

"Todavía no", me contestan monótonamente.

Resulta alucinante para mí pensar que haya personas que dedican su vida a la preservación de la identidad y la cultura palestina y ni siquiera piensan estudiar esa cultura.

Yo sí estudié el árabe, el Corán, los Hadith, y cualquier otra cosa que pudo caer en mis manos, y sin embargo yo no voy por ahí proclamando mi amor. Los izquierdistas israelíes que conozco, en gran parte pertenecientes a la élite del país, conocen a Kant, Nietzsche, Sartre y Aristóteles, pero no saben nada del Corán o los Hadith, pero es que ni siquiera saben árabe.

Aparte de los judíos, aquí siguen viviendo árabes, por supuesto. ¿Han cambiado?

Oh sí, claro que sí

Las sonrisas que solía ver en sus caras hace 33 años ahora han desaparecido totalmente. Antes de que Europa y América vertieran incontables cantidades de dinero en varias "iniciativas de paz", los árabes y los judíos se mezclaban bastante bien. No era el paraíso desde luego, pero Nueva York tampoco lo es. Recuerdo poder ir a Ramallah, Nablus, Belén… a cualquier lugar. Me gustaba la comida y la música árabe y disfruté de ellas tanto como quise. ¿Puede un judío de Israel ir hoy en día a Nablús, a Gaza, a Ramallah?

"Solía ​​haber un autobús aquí", me dijo un hombre israelí de la ciudad sureña de Ashkelon, "el autobús público número 16, y nos gustaba ir a Gaza. Estábamos en buenos términos los habitantes de Gaza y los israelíes. Trabajábamos con ellos, comíamos unos con otros, y nos visitábamos los unos a los otros. La vida era diferente entonces. Ahora Gaza es un mundo aparte. Nosotros no podemos ir, y ellos no pueden venir".

Fui a la casa de uno de los líderes palestinos más importantes, el general Jibril Rajoub, un hombre del que muchos israelíes piensan que es de lo más moderado de la OLP. "Si Hitler se despertara de su sepulcro y viera la brutalidad de Israel, él se sorprendería", me comentó.

Uno de sus hombres, abrazándome con fuerza, me dijo: "Todos nosotros, todos los palestinos, somos alemanes".

Por aquí me conocen como "Tobi el alemán", un nombre que utilizo cada vez que estoy con los palestinos, y ellos me aman, a este hombre ario. Si yo hubiera sido Tuvia, un nombre que me identificaría inmediatamente como judío, hay una fuerte probabilidad de que ya no estaría entre los vivos. En ninguna parte de Palestina, o la "Zona A" en los términos de Oslo, se puede encontrar a un solo judío, a menos que haya sido secuestrado y, muy probablemente, asesinado.

Jibril se enamoró de mí. Y para ser honesto, yo le gustaba demasiado. Me dijo que mi nombre no podía ser Tobi sin más.

¿Acaso este maestro del espionaje palestino intuía que yo no era Tobi?

Por la gracia y la misericordia de Allah, él no lo supo. "Tu nombre, de ahora en adelante, es Abu Ali", me dijo. Abu Ali, que indica respeto y coraje en la Palestina árabe, es también el nombre que algunos palestinos han adjudicado a Adolf Hitler.

Bueno, sí: ¡Qué diferencia con lo existente hace 33 años!

¿Cómo ha sido posible este cambio en la relación árabe-judía? Me tomó meses de itinerancia por las calles entender que es gracias a la presencia de ciertas personas, las cuales han trabajado muy duro, que ese cambio ha sido posible.

¿Quiénes son esas personas?

Lamentablemente, son los activistas de las ONG que deambulan por esta tierra propagando el odio. No son los únicos, pues hay otro culpable: la Unión Europea.

Para ser justos, no son los únicos culpables de todo. La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), contrariamente a la creencia de muchas personas, tampoco está compuesta por personas justas. Pero USAID es un jugador pequeño en comparación con los europeos, así que sigamos con los europeos por ahora.

¿Sorprendido? Sí, yo lo estaba. Pero la realidad es el mejor asesino de las sorpresas, y la realidad aquí es increíblemente venenosa.

Si usted viaja como turista por aquí, o incluso si usted vive aquí, lo más probable es que no les vaya a prestar mucha atención. Pero si usted tiene que escribir un libro acerca de este país y no puede cerrar los ojos y taparse los oídos, la realidad se revela.

¿Me equivoco? Vamos a verlo.

Vengan conmigo, por favor, a un viaje a Yad Vashem, el Museo que mantiene la memoria del Holocausto en este país. Muchos de ustedes han estado allí y hace poco también estuve allí. A diferencia de la mayoría de ustedes, sin embargo, voy a Yad Vashem en un viaje financiado por la Unión Europea, a través de una subvención de la Comisión Europea.

Me uno a una ONG italiana, “Casa per la Pace Milano”, que trae a jóvenes italianos a esta tierra con el fin de experimentar Israel de primera mano. Esta ONG incluso contrata a un guía turístico israelí llamado Itamar.

"Bienvenidos a Israel, Palestina", dice Itamar hablando por un micrófono, y luego nos dice que él es un "ex-judío".

Mientras caminamos por el museo, Itamar hace todo lo posible para convertir la historia de la Segunda Guerra Mundial en una historia contemporáneo, haciendo comparaciones entre los nazis de ayer y los israelíes de hoy.

"En el Israel de hoy en día, a los africanos se les reúne en campos de concentración", dice Itamar, en referencia a los inmigrantes sudaneses y eritreos ilegales, y al parecer quiere hacernos creer que su destino final serán unos hornos crematorios por todo Israel.

Cuando el recorrido avanza nos encontramos ante una sección donde la presencia del asesinato de judíos es más evidente, y es allí donde un visitante normal se entera de la fase más efectiva en el exterminio en masa de millones de judíos. Sin embargo, nuestro ex-judío israelí tiene otras cosas en su mente. Él nos dice: "Lo que se ve aquí [en Yad Vashem] es todo desde la perspectiva de las víctimas judías, esto después de todo es un museo judío. Pero lo que se ve aquí, con los nazis y los judíos, también está ocurriendo hoy en día en Palestina. Lo que sucede aquí, en Israel, es un Holocausto".

Soy feliz, si se me permite decirlo, de que mi madre ya haya muerto y no tenga que escuchar esto.

Como una persona privada, Itamar tiene derecho a tener sus propias opiniones. Pero lo interesante aquí es que la Unión Europea esté pagando a este "ex-judío", y alguien debería saber que a esta persona se la paga para hablar mal de los judíos a grupos de turistas… y en Yad Vashem.

Y luego, está la Cruz Roja o, como se le conoce oficialmente, la ICRC. Estos son los “justos de la tierra” que conducen maravillosas camionetas blancas con pequeñas y dulces cruces rojas y que siempre están buscando ayudar a las personas necesitadas.

Bueno, no exactamente.

La gente que me he encontrado aquí de la Cruz Roja realiza cosas más importantes que la mera asistencia a los enfermos o el cuidado de las personas necesitadas. Por ejemplo: gastan grandes recursos en el reclutamiento y suministro de herramientas a los árabes para que puedan captar y registrar a los malos judíos (los colonos, o si no, cualquier judío) moviéndose por este pedazo de tierra. Israel es un ocupante, les enseñan a los árabes y los árabes deben luchar contra los ocupantes judíos. ¿Cuando fue ocupada esta tierra? No, no, no te dicen que en 1967. Esta tierra fue ocupada en 1948.

¿Cómo puedo saber esto?

No, no he leído acerca de la Cruz Roja en los periódicos. En los medios de comunicación de aquí, esto lo he aprendido de la manera más difícil, no se encuentran estos hechos. Para saber lo que la gente de la Cruz Roja está haciendo me uní a ellos en un paseo por la ciudad árabe de Jenin, y llegué a conocer de primera mano cómo funcionan.

Mi día con la gente de la Cruz Roja comenzó de una manera bastante extraña. Me presenté en las oficinas del ICRC en el barrio de Jerusalén de Sheikh Jarrah, y subí a la camioneta que me llevaría a Jenin.

Mientras íbamos en coche, el representante de la Cruz Roja me habló. "Cuando ellos [Israel] demuelen casas, nos reunimos con la PRC [la Media Luna Roja Palestina] y les ofrecemos kits de higiene y tiendas de campaña a las personas que acaban de perder sus hogares. Todos los edificios en Sheikh Jarrah tienen órdenes de desalojo e Israel pondrá colonos en ellos".

Esto suena muy mal. "¿Cuántas casas han sido demolidas en Sheikh Jarrah hasta ahora?",  le pregunté.

Trata de sumar todas ellas mentalmente y finalmente obtiene la suma exacta: Cero.

Esto no tiene mucho sentido, pero eso no parece importarle. La Cruz Roja no tiene ni siquiera la menor vergüenza de compartir sus pensamientos de odio por escrito, si usted aparenta ser un periodista alemán, por supuesto. En un correo electrónico de la Cruz Roja se me dijo que la Cruz Roja comparte su análisis de las cuestiones de los derechos humanos "con estados que forman parte de la Convención de Ginebra y que compartan nuestra lectura de la ley, a excepción de Israel".

Israel, al parecer, es el único país del mundo que viola la Cuarta Convención de Ginebra y las normas de derecho internacional humanitario. Pero qué malvados son los judíos

Además de las ONG extranjeras que operan en la zona, las ONG israelíes también son muy activas por aquí, aunque por supuesto su principal fuente de ingresos proviene del extranjero. Una de las más famosas ONG israelíes es B'Tselem, generosamente financiado por fuentes alemanas.

B'Tselem ha vuelto públicas varias historias sobre violación de los derechos humanos por parte del gobierno y el ejército israelí. ¿Cómo lo han hecho? B'Tselem tiene investigadores de campo, unos 10 en total, todos los cuales son palestinos.

Me encontré con uno de estos investigadores de campo palestinos de B'Tselem de nombre Atef, quien me llevó a presenciar de primera mano las cosas horribles que los judíos están haciendo. Por desgracia, cuando llegamos donde se suponía que los malvados judíos estarían en realidad no vimos a ninguno. A cambio, Atef me presentó a algunos lugareños.

Hablamos un rato y de repente un cabeza de familia me acusa de "pagar dinero a los judíos",

"¿Cuándo he pagado yo dinero a cualquier judío?" (Yo, Tobi el alemán), le preguntó.

"Bueno, no usted personalmente, pero sí su gente, los alemanes", me dice.

Le recordé a mi nuevo amigo que nosotros, los alemanes, no tenemos más remedio que pagar una reparación a los judíos porque su asesinato durante la Segunda Guerra Mundial.

Atef, el investigador de campo de B'Tselem, me interrumpe y dice: "Esto es una mentira. Yo no me lo creo", dice. Y añade: “El Holocausto, como todos sabemos, es un invento de los judíos”.

Y los judíos de B'Tselem llaman a este hombre un investigador serio.

Estas historias son sólo una gota en el océano de lo que he encontrado en esta tierra, y las cuales doy a conocer en mi nuevo libro: "Catch the Jew" (Atrapa al judío), tres palabras que tratan de contar la historia moderna de los judíos, los árabes y el mundo occidental ilustrado. Cuando "Catch the Jew" salió en Israel, los canales de televisión israelíes emitieron algunos de los vídeos que yo les había dado, detallando algunas de las historias que cuento en el libro.

Uno de los clips trataba del investigador de campo de B'Tselem. Pero B'Tselem negó lo que se veía en él y afirmó que el vídeo estaba editado y tomado fuera de contexto. Por lo tanto, puse una versión más larga del vídeo en Facebook. Sólo después de que el Haaretz informara que yo había citado correctamente las palabras del camarada palestino de B'Tselem, ésta ONG admitió finalmente la verdad y despidió a Atef.

Pero Atef nunca fue el problema. B'Tselem es una de esas muchas organizaciones no gubernamentales que operan aquí, cada una de ellas dedicada a los "derechos humanos" y a la "paz", pero en realidad están dedicadas a la destrucción del Estado de Israel y a la deslegitimación de sus ciudadanos judíos.

Esto suena duro, lo sé, pero lamentablemente esta es la realidad.

Como pueden imaginarse, todas estas ONG cuestan dinero, millones y millones, y alguien tiene que financiarlas. La pregunta es ¿quién?

Según los oficiales de inteligencia con los que he hablado aquí, la mayoría de los fondos europeos que financian estas actividades en contra de Israel provienen de Alemania. La financiación alemana de estas ONG de odio no es la única participación alemana en actividades anti-israelíes. Echen un vistazo por un momento a los distintos partidos políticos alemanes que operan aquí a través de sus fundaciones afiliadas a diversos partidos políticos. Aunque negarán públicamente que lo hacen a sabiendas, financian a los antisemitas.

Cuando estoy a punto de partir, me pregunto a qué se parecerá este país dentro de 33 años. No estoy seguro, ya dejé de ser el representante de Dios hace mucho tiempo, pero mi conjetura es que si los alemanes siguen con su empeño, en 33 años ni un solo judío permanecerá aquí.

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