Tuesday, January 13, 2015

¿Por qué la palabra "judío" se pronuncia tan raramente en Francia, incluso después de la masacre en la tienda kosher? - Robert Zaretsky - Forward



Muchos observadores, tanto franceses como del exterior, han elogiado la manifestación del domingo en París como un hito histórico. Más de un millón de ciudadanos, junto con docenas de líderes mundiales, se unieron como un signo de resistencia a los actos de terrorismo de la semana pasada, y como un indicador de la persistencia de los ideales democráticos. El evento  contó con toda la parafernalia de un acontecimiento icónico. Sin embargo, estos acontecimientos icónicos pueden resultar ser sólo eso, iconos temporales, mientras que un evento verdaderamente histórico tuvo lugar unos días antes en la periferia de la ciudad. Fue allí, en un mercado kosher cercano a la Porte de Vincennes, donde unos judíos franceses fueron secuestrados y asesinados porque eran judíos.

Cuando el gobierno francés se enteró del ataque terrorista a la tienda judía, su respuesta fue fuerte y directa. El presidente François Hollande condenó este "acto atroz de antisemitismo", mientras que el primer ministro Manuel Valls no fue menos lúcido. Apareciendo ante la tienda poco después de que la policía acabara con el cerco con la muerte de Amedy Coulibaly y la de cuatro de sus rehenes, Valls declaró: "Todos somos judíos franceses". Luego repitió una afirmación que ya había hecho antes: "Francia sin judíos ya no sería Francia".

Sin embargo, si echamos una mirada al tratamiento de los medios de comunicación franceses de este suceso nos deja la impresión de que lo que ocurrió fue una masacre antisemita sin judíos. La palabra que la prensa francesa eligió para las víctimas fue "rehén", mientras que su identidad judía fue mencionada sólo en muy raras ocasiones. Hubo un intercambio de opiniones muy revelador en el diario Libération entre Daniel Cohn-Bendit y Annette Levy Willard. El primero obtuvo su fama durante la rebelión estudiantil de 1968, cuando el franco-alemán Cohn-Bendit se convirtió en uno de los líderes más respetados y populares de la izquierda europea, mientras que Levy-Willard ha labrado una larga e impresionante carrera como periodista y directora de documentales. Ah, y aunque ambos tienen origen judío, ninguno de ellos se ha considerado a sí mismo como tal.

Hasta esos momentos, eso era así. Mientras escuchaba la noticia del asedio a la tienda judía, Cohn-Bendit confesó: "Mi reacción inmediata, ahora mismo, no es la que tengo habitualmente. Ahora es decir !Yo soy judío!, y debido a que estas personas han sido asesinadas simplemente porque eran judías". Aunque reconocía el horror que había tenido lugar en las oficinas de Charlie Hebdo, y el imperativo de luchar por la libertad de pensamiento y de expresión, Cohn-Bendit lo distinguía del horror en el supermercado. "Tengo el sentimiento que hemos ido hacia atrás setenta años", dijo Levy-Willard. "Cuando la única razón de que alguien te puede matar es porque eres judío, una barbarie incalificable ha regresado".

Si esta ola de barbarie es indescriptible, también parece serlo la palabra "judío", al menos en lo que respecta a la identificación de las cuatro víctimas de Coulibaly. Como señaló Levy-Willard, "todo el mundo dice que los dibujantes de Charlie Hebdo fueron asesinados porque eran caricaturistas, y que los policías lo fueron porque eran policías. ¿Pero que dice todo el mundo, sin embargo, sobre esas personas del Hyper Cacher que tuvieron la mala suerte de sincronizar su presencia en la tienda, para echar un vistazo a sus productos, con la irrupción de Coulibaly en la tienda? Nadie se atreve a decir que Coulibaly mató a cuatro judíos".

Tampoco muchas estaciones de noticias de radio o de TV, o de los diarios, se atrevieron a decirlo. Después de que la policía mató a Coulibaly y liberó a los clientes escondidos dentro de la tienda, el titular de Le Monde le preguntaba: "¿Quiénes eran los rehenes muertos en la Porte de Vincennes?". Del mismo modo, el titular de Le Figaro introdujo a los lectores a los "rehenes heroicos que se escondieron a sí mismos". Pero los clientes judíos del Hyper Cacher no eran más rehenes que las víctimas en la oficina de Charlie Hebdo eran peritos de seguros. Estos últimos fueron asesinados, por supuesto, porque eran caricaturistas, mientras que los primeros fueron ejecutados porque eran judíos. Como observaba Pascal Riché, co-fundador del diario on-line Rue89, uno toma de rehenes tiene como objetivo presionar al Estado o a un individuo para que acepte ciertas demandas. Sin embargo, la única demanda de Coulibaly fue morir como un mártir de la fe islámica, y el asesinato de judíos era su camino más rápido.

Si esto hubiera sido un caso horrible, pero aislado, de violencia antisemita, los eufemismos podrían no significar demasiado. Sin embargo, esos eufemismos adquieren una resonancia aleccionadora en el contexto de la historia reciente, la cual se extiende desde la matanza de Mohammed Merah en una escuela judía en Toulouse a la matanza de Mehdi Nemmouche en el Museo Judío de Bruselas. No menos preocupante, tal como observó Cohn-Bendit, ha sido la diferencia en las respuestas públicas. Mientras cientos de miles de manifestantes del domingo blandían sus carteles con el lema "Je suis Charlie", ¿cuántos carteles con el tema "Je suis juif" aparecieron en las manifestaciones mucho más pequeñas después de Toulouse?

Hubo, por supuesto, un puñado de esos carteles en la manifestación del domingo. ¿Pero es posible que ahora no signifique nada más que "Yo era francés"? Eric Leser, ex periodista de Le Monde, y ahora columnista de Slate Francia, se preguntaba hace unos días si los judíos todavía tienen futuro en Francia. Aunque no ofreció una respuesta directa, Leser hacía notar que esta pregunta habría sonado absurda incluso hace unos años. Ya no, sin embargo, en un mundo donde "el único error de los judíos franceses es existir (como judíos)". A esto, pronto podríamos necesitar agregar un segundo error, a saber, la convicción de que los judíos franceses tienen que ser ante todo franceses, y solamente después judíos .

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