Sunday, March 29, 2015

Dos estados de un solo pueblo - Hanoch Daum - Ynet


Seguidores de la Unión Sionista

Las recientes elecciones, de acuerdo con los resultados finales, ha dividido al país en dos partes: la Unión Sionista ganó en Tel Aviv, Raanana y Haifa, y el Likud ganó en la periferia y Cisjordania. Hay dos naciones, y el problema de los medios de comunicación israelíes es que pertenecen a una sola de ellas: la inmensa mayoría de la gente en los medios de comunicación vienen de aquellas áreas donde la Unión Sionista salió victoriosa.

Una abrumadora mayoría de la gente de los principales medios de comunicación de Israel tienen un código postal zona de Tel Aviv, lo cual es probablemente la razón de que ni siquiera considerara la posibilidad de que alguien votara por Netanyahu. Ellos realmente no están habituados a personas así, no en su barrio, no en su supermercado y no en los círculos en los que trabajan. En la totalidad de su rutina diaria, todo el mundo con los que se relaciona les ha dicho que desprecian a Netanyahu. Viviendo entre enemigos de Netanyahu, esta gente echó más leña al fuego y realizó una cobertura poco profesional.

Consideremos, por ejemplo, la cobertura de los gastos en Balfour Street (residencia oficial del primer ministro). Personalmente, tuve la precaución de no defender a Netanyahu sobre estos temas. Creo que el dinero público es algo sagrado, y si el Fiscal del Estado cree que el dinero público no es tratado como tal, debe ser escuchado. No tuve problemas con la publicación de estos informes, pero sí con la escandalosa cobertura y el tiempo que se dedicó a estos asuntos.

Cualquier crítica, legítima como sea, se vacía de razones desde el momento en que se convierte en el ser y el fin de todo. Y de alguna manera, cuando se trata de Benjamin Netanyahu, esto es lo que sucede. Cuando se trata de Netanyahu, los medios de comunicación son incapaces de distinguir entre lo mayor y lo menor. Cada vulnerabilidad - y nadie está exento de debilidades - fue atacada con tal frenesí que dejó de tener sentido y quedó sin credibilidad.

He vuelto al tema de los medios de comunicación no para recordar la cacería contra Netanyahu, sino porque me parece que ahora hay espacio para el cambio.

Tomemos, por ejemplo, el discurso de los medios sobre la declaración de Netanyahu digna de crítica, pero que su acompañamiento purista y los ecos justicieros volvieron toda crítica ineficaz. El día de las elecciones, Netanyahu advirtió a los votantes potenciales que "los árabes estaban acudiendo en masa a las urnas". ¿Podría haber sido esa frase mejor formulada? Sí. ¿Fue bueno que Netanyahu pidiera disculpas? No sólo bueno, sino quizás incluso excelente.

¿Pero acaso no resulta evidente que esta declaración fue hecha - basado en un temor justificado a una mejor organizada (y financiada) izquierda - con el fin de conseguir que su gente fuera a las urnas? ¿Alguien se detiene a pensar seriamente que Netanyahu es en realidad racista? Después de todo, de todas las cosas formuladas contra él por sus críticos, se trata de una acusación que realmente nunca antes se ha escuchado antes. Muchas cosas se han dicho acerca de Netanyahu en estos tristes días para la izquierda, pero ésta nunca ha sido una de ellas. ¿Por qué? Debido a que Netanyahu no es un racista.

Él es una persona liberal, y su actitud hacia las minorías es respetuosa y justa. ¿Por qué, entonces, han saltado todas estas personas utilizando esta frase pronunciada durante la jornada electoral y en el contexto de alentar a sus votantes a votar, y la han inflado hasta proporciones monstruosas? ¿Esta gente es consciente de cuántas cosas se han dicho acerca de los colonos por parte de Livni y Lapid durante esta campaña? Todo tipo de acusaciones fue lanzada contra ellos, y faltando a todo tipo de verosimilitud, se les acuso de ocultar el dinero destinado a la periferia en las cuevas del bloque de asentamientos de Gush Etzion.

¿Alguien saltó criticando estos excesos verbales? ¿Se quejó alguien? ¿Hay alguien dentro de esta gente que critique la denigración a la que está sujeta el público haredi, sin cesar y desde múltiples ámbitos? ¿Por qué los medios de comunicación condenan ferozmente este (fallido) comentario sobre los árabes, mientras permiten el despellejamiento público de los demás?

Los medios israelíes representan al liberalismo. Representan a la izquierda. Por esta razón, atacaron al partido de Eli Yishai con gran dedicación, ya que según nos explicaron un político como Baruch Marzel no era legítimo. Hanin Zoabi, sin embargo, una mujer que niega que se califique como terroristas a los asesinos de tres niños judíos, recoge cálidas defensas. A Naftali Bennett se le preguntó en cada entrevista sobre el matrimonio civil, pero ninguno se atrevió a romper el equilibrio preguntándole lo mismo a Ayman Odeh (el líder de la lista árabe).

Los medios de comunicación han preferido ignorar el hecho de que Ayman Odeh no está dispuesto a decir que acepta la homosexualidad, no está dispuesto a aceptar el matrimonio de un árabe y un judío, y no piensa que Hamas tuviera la culpa de lo que pasó aquí el verano pasado, además de tener hombres polígamos en su propio partido. Y nadie le ha preguntado realmente cómo esa visión del mundo coincide con la situación de la mujer en el 2015.

La holgura que los medios han dado a los árabes, a fin de no contaminar el aire, contrasta fuertemente con la embestida contra los derechistas, y eso no sólo representa un insulto, sino que es grosero y es una falta de decencia básica.

Desde las elecciones, la Unión Sionista se ha estado preguntando por qué los israelíes votaron a favor de personas que, según ellos, han causado el deterioro de la actual situación. ¿Por qué personas afectadas por una desagradable situación económica votaron por Netanyahu. ¿Cómo es posible que la gente de la periferia, donde el alto costo de la vida les castiga más duramente que a los que viven en Tel Aviv, no vieron este tema como una razón para votar por la Unión Sionista?

Esta pregunta tiene una respuesta sencilla: las cosas no parecen estar tan mal por aquí. Hay mucho margen de mejora, pero en última instancia, la vida en Israel, según todos los indicios, no es tan miserable como la describen los oponentes de Netanyahu.

Pero hay una cosa más, el Israel de la periferia tiene dificultades a la hora de conectar con el Israel de Tel Aviv, y este es el elemento que conecta profundamente a los sionistas religiosos con la periferia: la identidad judía.

Mientras esta identidad sea ajena a Tel Aviv y mientras la gente de la Unión Sionista trate de ocultar la palabra "judío" en el himno nacional, el millón de personas que votaron por el Likud nunca considerarán votar por ellos. Las velas del Shabat, las mezuzás, Yom Kippur, el Kidush, las tumbas de los sabios, todas estas cosas representan una parte muy arraigada de la identidad israelí, incluso para aquellos que no son religiosos.

El periodista Yaron London me comentaba recientemente en la televisión que en tanto el jefe del IDF vaya al Muro Occidental tras su nombramiento, la izquierda no tiene ninguna posibilidad, ya que hay una línea directa entre la religión y el conservadurismo. Me encanta London pero se equivoca. Es todo lo contrario.

La única posibilidad de que la Unión Sionista tiene es el Muro Occidental. Sólo en el caso de que además de sus valores liberales, y de la importante cuestión de la aceptación del otro, adopte los valores de la herencia judía y no se avergüence de la tradición y, desde luego no la desprecie, serán capaces de conectarse a nuevos públicos.

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