Saturday, June 20, 2015

Honestidad y corazón, el libro de Michael Oren - Commentary



La alianza y la confianza entre los Estados Unidos e Israel no se recuperará sin honestidad - Jonathan Tobin 

El gobierno de Obama no está muy contento con el nuevo libro de Michael Oren. Las revelaciones en este libro de memorias del ex embajador de Israel en los Estados Unidos no son particularmente impactantes para cualquier persona que haya estado siguiendo las noticias desde enero de 2009. El presidente Obama llegó al poder con algunas ideas de conjunto sobre sacar "a la luz del día" las relaciones entre Israel y Estados Unidos. y eso ha continuado con más de seis años de disputas y de animosidad pública. Como John Podhoretz ha escrito, "la gran hostilidad de la administración Obama hacia Israel está sorprendentemente presente en casi cada una de las 374 páginas de las memorias, y transciende de una manera mucho más profunda que una problemática relación entre el presidente Obama y el jefe de Oren, Benjamin Netanyahu". Pero a pesar de que Oren es un respetado historiador y no es un ideólogo de la derecha, y de que su relato subraya la buena voluntad de algunas figuras de la administración y se detiene a la hora de atribuir a Obama deseos enfermizos sobre la supervivencia de Israel, la reacción de Washington ante su libro demuestra que está furioso con él. Esa rabia y la voluntad de algunos políticos israelíes de doblegarse a la pretensión de que todo es impresionante en la relación entre el Estado judío y Obama, no van a solucionar el problema que Oren ha ilustrado. Por el contrario, si se desea reparar dicha relación en los próximos años se requerirá del tipo de honestidad que Oren ha demostrado.

La posición oficial de la administración Obama ante el libro de Oren es que su relato no refleja la realidad y que no se trata más que de un político que está tratando de vender libros. El portavoz del Departamento de Estado John Kirby,  quien ya hizo el ridículo en su primer día de trabajo tratando de afirmar que el secretario de Estado John Kerry no había revertido sobre sí mismo las condiciones para un acuerdo de Irán, llamó al libro "absolutamente inexacto y falso", sin llegar a contradecir un solo hecho de él. Kerry y el embajador estadounidense en Israel, Dan Shapiro, han destrozado de manera similar el relato de Oren, alegando que la hostilidad de Obama hacia Israel durante la guerra del verano pasado, cuando los EEUU no sólo pararon de enviar armas sino que también entregaron a Hamas una victoria al detener los vuelos americanos al aeropuerto Ben Gurion, era "imaginaria".

No satisfecho con eso, exigieron que el primer ministro Netanyahu repudiara el relato de los acontecimientos de Oren. Netanyahu se negó a ello a pesar de que Oren se unió a un partido político diferente y no ha dudado en criticarlo, tanto en el libro como en la campaña electoral a la Knesset de principios de este año, lo que en gran medida está en su haber. Menos honor demostró el propio jefe político de Oren, Moshe Kahlon, el líder del Kulanu, quien velozmente se aprestó a denunciar el libro y alabar a Obama. Lo mismo puede decirse del político del Likud Gilad Erdan, que se apresuró a atacar a Oren.

Los motivos de estas denuncias son obvias. El presidente Obama sabe que la verdad acerca de su hostilidad hacia Israel no sólo es dañina políticamente, sino extremadamente inoportuna. Con el acuerdo nuclear de Irán que probablemente se firmará este verano, la administración Obama quiere presentarse como un amigo leal de Israel con el fin de convencer a un Congreso escéptico de que este débil pacto no representa una traición al Estado judío. Por otro lado, políticos israelíes oportunistas y sin demasiados principios como Kahlon y Erdan quieren ser vistos favorablemente en Washington porque piensan que les otorga ventajas en casa.

¿Existe algún argumento para preferir mantener el silencio acerca de la forma en que Obama ha buscado, tal como nos dice Oren, rebajar la alianza? ¿Israel podría beneficiarse si fingiera que todo está bien mientras guarda la esperanza de que el próximo año el nuevo presidente será un mejor aliado? Ese es el instinto de muchos israelíes, pero se equivocan. Puede haber momentos en los que el silencio es una sabia decisión, pero dada la naturaleza de las amenazas a Israel y el alcance de los daños causados ​​por Obama en los últimos años, ahora es el momento de la verdad.

Las tensas y enojadas negaciones de los estadounidenses y el halago servil a Obama de algunos israelíes, nos pueden llevar a pensar que Oren está exagerando las cosas. Pero el ex embajador, cuyo ecuánime relato también es muy crítico con algunas decisiones tomadas por el gobierno de Netanyahu, sólo escribió lo que todos los que siguen el Oriente Medio saben. Esta administración asumió el poder tratando de distanciarse de Israel y no ha perdido una sola oportunidad para emboscar a los israelíes e inclinar el campo de juego diplomático en la dirección de sus enemigos.

Tampoco es ningún secreto el hecho de que estos esfuerzos no hicieron nada para hacer avanzar la causa de la paz o de los intereses de los EEUU o Israel. Es por eso que contar la verdad, tal como lo hace Oren, es tan importante en este momento de la historia.

La hostilidad de Obama hacia Israel ha profundizado la convicción de los palestinos de que ellos no tienen por qué comprometerse para conseguir la paz. Del mismo modo, Irán ha llegado a ver en la administración Obama no solamente como un suave partenaire en las negociaciones nucleares, sino también como un aliado nada incondicional de Israel y de las naciones árabes que temen a Teherán tanto como lo hace Jerusalén.

Lo ocurrido ante las políticas de Obama no sólo ha generado tensión en la alianza Estados Unidos-Israel, sino que ha socavado la capacidad de los Estados Unidos para ser una fuerza para la estabilidad o para la mejoría del Oriente Medio. Aunque Oren ha dejado bien claro que la relación de seguridad entre los dos países aún sigue siendo fuerte, la percepción de que los EEUU ya no respaldarán a Israel ante las Naciones Unidas o cuando esté bajo el ataque de enemigos terroristas como Hamas, han vuelto las posibilidades de una paz incluso más tenues.

Obama puede declarar, tal como lo hizo en un reciente discurso, su amor por una mítica Israel del pasado, pero a la mucha más compleja y vibrante democracia que representa en la actualidad la ha dañado materialmente con sus esfuerzos para aislarla. Ser honesto a la hora de valorar los problemas que ha creado es el primer paso hacia su resolución y hacia el restablecimiento del frente único entre los dos aliados, un requisito previo para la estabilidad en el Oriente Medio. Esa es una lección que los políticos estadounidenses e israelíes tienen que tomar en serio.


Si fuera cierto que Obama tiene corazón - John Podhoretz - Commentary

No creo haber leído un libro tan revelador como el "Aliados" de Michael Oren, el impresionante nuevo libro de memorias del conocido historiador y best-seller, de sus cuatro años como embajador de Israel en los Estados Unidos. Porque lo que ha escrito Oren es un relato de su labor como diplomático durante la Guerra Fría que la administración Obama lanzó contra Israel al entrar en su nueva oficina.

Resulta que, tan mal como se veían las cosas entre los partidarios de Obama y los israelíes desde el exterior, fueron aún peor en el interior. La enorme hostilidad mostrada por la administración Obama resulta sorprendentemente presente en casi todas las 374 páginas de sus memorias y transcurre de una manera mucho más profunda que la problemática relación entre el presidente estadounidense y el jefe de Oren, Benjamin Netanyahu.

La primera reunión de Oren en el Departamento de Estado con el entonces subsecretario Jim Steinberg estableció el tono: "Él era un conocido y reputado pescador en su tiempo libre. Oportunamente, la actitud de Steinberg hacia el Estado judío llevaba a la mente el viejo adagio de Israel: 'Él nos ama como un pescador ama el pescado".

Oren fue posteriormente agredido verbal e irracionalmente por otro funcionario del Departamento de Estado, Tom Nides, cuando los esfuerzos palestinos a la hora de buscar el reconocimiento de la condición de Estado en la ONU amenazaban con movilizar la veterana legislación aprobada por el Congreso para paralizar las relaciones diplomáticas y económicas de los palestinos con los Estados Unidos . "Tú no querrás que la jodida ONU se colapse debido a vuestro jodido conflicto con los palestinos, y ustedes tampoco querrán que la jodida Autoridad Palestina se desmorone", le dijo Nides sin ambages a Oren.

Incluso los gestos o actos de afecto o de apoyo de la administración Obama era a menudo malintencionados. Oren usa la palabra hebrea para abrazo, "chibbuk", para describir los esfuerzos cínicos y exagerados para "mantenerles cerca" y restringir la libertad de acción de Israel: "las contribuciones estadounidenses a la defensa de misiles del IDF, por ejemplo, disminuirían en el caso de Israel golpeara preventivamente las plantas nucleares iraníes, y se incrementarían si daban más tiempo para las conversaciones".

Sus relaciones con los medios periodísticos de las élites fueron igualmente desagradables. Así llamó al editor del New York Times Andrew Rosenthal después de que el periódico publicara un artículo de opinión del presidente palestino, Mahmoud Abbas, en el que Abbas sugería efectivamente que los "árabes habían aceptado el Plan de Partición de la ONU de 1947". La conversación fue así:
"Cuando escribo para el NYTimes, verifico los datos examinando cada palabra que escribo", comencé. "¿Acaso nadie entre ustedes comprobó que los hechos que contaba Abbas sucedieron exactamente al revés?"
"Esa es su opinión," respondió Rosenthal. 
"Yo soy un historiador, Andy, y hay opiniones y hay hechos. Que los árabes rechazaron la partición y los judíos la aceptaron es un hecho irrefutable". 
"Es su punto de vista" 
"Dime, ¿el 6 de junio de 1944, las fuerzas aliadas desembarcaron o no desembarcaron en las playas de Normandía?" 
Rosenthal... me respondió: "Algunos podrían decir eso".
Hay elementos de "Aliados" que resultan desconcertantes, sobre todo sus frecuentes protestas ante la cantidad de ciertos políticos y famosos de los medios con quien ha desarrollado relaciones personales amistosas y que dicen preocuparse por Israel, y que sin embargo no muestran esa preocupación en sus palabras o acciones públicas.

Y es que "Aliados" nos enseña cuan necesarios han sido unos nervios bien templados a la hora de lidiar con este difícil trabajo de servir como guardián de la relación especial entre Israel y los Estados Unidos, ante un presidente y un equipo que han sido, ya sea por defecto o por ideología, efectivamente hostiles hacia el propio Estado judío o hacia la idea misma de un Estado judío.

Oren relata cómo él mismo sufrió la fascinación por Obama en 2008. Pero esto fue antes de que él entendiera la intensa y profunda frialdad de Barack Obama, "un escalofrío", que "le distanció de los aliados tradicionales de los americanos, y no solamente Israel, y del que sus embajadores se han quejado ante mí por un alejamiento sin precedentes por parte de esta administración. El problema de Obama no es que tenga un mal oído, me dijo lamentándose uno de mis colegas europeos, "es su corazón de hojalata".

Pero no es su corazón de hojalata el que le ha llevado a Obama a participar en esta guerra fría con Israel. Ha sido su ideología de pacotilla.

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