Saturday, July 11, 2015

¿Israel pierde a los demócratas, o los demócratas pierden a Israel? - Shmuel Rosner - Jewish Journal



A principios de esta semana, otra encuesta demostraba que Israel estaba "perdiendo a los demócratas". David Horovitz del Times of Israel la publicó, y Frank Luntz, un conocido encuestador expuso las pruebas. Un montón de pruebas, tales como:
Consultados sobre si Israel es un país racista, el 47% de los demócratas dijeron estar de acuerdo, a diferencia de 13% de los republicanos. Otro 21% de los demócratas o bien eran neutrales o bien no sabían, en comparación con el 12% de los republicanos), y sólo el 32% de los demócratas se mostraban en desacuerdo cuando se les preguntó si Israel era un país racista, en comparación con 76% de los republicanos. (En general, 32% de los encuestados dijo que Israel era un país racista)
O bien:
Cuando les preguntaron si los EEUU debían apoyar a Israel o a los palestinos, un vasto 90% de los republicanos y un mucho menor 51% de los demócratas dijeron que a Israel. Un 8% de los republicanos y el 31% de los demócratas se mostraban neutrales. Y un 18% de los demócratas se mostraron favorables a los palestinos, en comparación con el 2% de los republicanos.
La encuesta no era realmente una encuesta genérica a los votantes demócratas y republicanos. Era una encuesta a "votantes demócratas con un alto nivel de educación, altos ingresos y activos públicamente", es decir, a demócratas muy comprometidos o miembros de la élite más ideologizada. El hecho de que Israel tenga un problema con ellos no es nada nuevo. Las encuestas de los votantes estadounidenses muestran una y otra vez que existe una gran brecha entre los votantes demócratas y los republicanos. Pero, ¿Israel les está "perdiendo"?

Esa es una forma de decirlo. Otra forma sería decir que ellos están perdiendo a Israel.

En otras palabras: que Israel debe esforzarse por obtener el apoyo de todos los votantes demócratas resulta obvio. Pero que Israel pueda volver a ganarles nuevamente para conseguir que esa alianza sea una realidad, relevante y duradera, teniendo en cuenta las diferentes realidades, es una cuestión totalmente diferente. Si, por ejemplo, para obtener el apoyo de los votantes demócratas, especialmente los "muy comprometidos e ideologizados", Israel tiene que mostrarse menos públicamente desdeñoso de las políticas de la administración Obama, se trataría de realizar un sacrificio razonable para una meta digna. Si, por otro lado, con el fin de recuperar el apoyo de estos ideologizados votantes demócratas, Israel tiene que poner fin a su oposición al acuerdo de Obama con Irán, esa es una cosa muy diferente. El apoyo de los votantes demócratas es importante para Israel, pero un Irán nuclear es una amenaza que Israel no puede ignorar.

Incluso existe la posibilidad de que cualquier política que Israel emprenda es probable que no guste a un cierto segmento de los votantes demócratas. La mayor parte de ese 47% de la élite demócrata estadounidense que dice que Israel es "racista" no ha investigado de verdad las políticas de Israel y no puede realmente reafirmar su afirmación con datos y cifras (y no pueden, entre otras cosas, porque Israel no es racista - en todo caso, seguramente no más que la mayoría de otros países -). ¿Entonces, por qué están diciendo que Israel es racista? Sobre todo debido a un cierto espíritu de la época, y a que en el grupo o ambiente muy ideologizado en el que se mueven estos demócratas se ha puesto de moda ver a Israel como esto o aquello.

Esta no es la primera vez que Israel se encuentra en una posición de tener que vivir con una opinión estadounidense que no ve la realidad del Oriente Medio con los mismos ojos. En los años setenta, cuando el partido Demócrata era dirigido por George McGovern, el embajador de Israel en Washington en aquellos momentos, Yitzhak Rabin, respaldó públicamente la candidatura presidencial de Richard Nixon. Sin duda, no se trataba de ir en contra de los votantes demócratas, se trataba de los líderes demócratas en aquel momento. Pero uno podría suponer con seguridad que McGovern no era el único en sentirse distante de Israel.

Seguramente, McGovern no es muy relevante en lo referente a las tendencias actuales dentro del partido Demócrata y entre los votantes estadounidenses. Lo que es relevante es recordar que Israel - con toda su fuerza y ​​eficacia - no siempre tiene la capacidad de resistir las tendencias abrumadoras que hacen que los votantes estadounidenses se inclinen a favor o en contra. Por supuesto, las políticas importan. Y las actitudes son la materia del gobierno israelí. Pero hay poco que pueda justificar esa gran erosión en el apoyo demócrata estadounidense a Israel en los últimos años. De hecho, mirando a Oriente Medio y a la digestión de los vertiginosos cambios que ha experimentado, es decir, los grandes e inminentes peligros a los que Israel tiene que hacer frente, era de suponer que Israel recibiría bastante más apoyo. Israel es, después de todo, la única nación democrática en la región,  y un país que ofrece una relativa estabilidad y prosperidad en relación con las personas que viven bajo su jurisdicción.

Así que es cierto, ciertos votantes demócratas son menos favorables a Israel porque tiene un gobierno de derechas de línea dura que no demuestra un gran entusiasmo por la solución de dos estados, y porque critica y se resiste públicamente a las políticas del presidente Obama. Pero echemos un vistazo a los número: la brecha partidaria con respecto a Israel no es nada nueva. Ya existía cuando Israel tuvo gobiernos que se retiraron de Gaza (Ariel Sharon) y persiguieron las negociaciones con el presidente Abbas de la Autoridad Palestina Abbas. También estaba allí cuando los EEUU tenían una administración (la de Bush) con la que Israel tenía pocos problemas para llevarse bien.

¿Pero la brecha se está haciendo más amplia? Sin duda. Debido a que Israel está cambiando, porque los EEUU están cambiando, y debido a que el Oriente Medio está cambiando - y, sí, porque el partido Demócrata también está cambiando -. Y es necesario recordar que Israel sólo tiene un control limitado sobre el primero de estos cuatro elementos.

Conclusión corta: Israel puede hacer las cosas mucho mejor, pero ciertos votantes demócratas ya han demostrado tener problemas con Israel y con las políticas de Israel que por sí solos no pueden razonar ni explicar. Esta tendencia se podrá invertir (con suerte) no cuando cambie Israel, sino cuando cambie el partido Demócrata.

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