Sunday, November 22, 2015

Europa, no te engañes: no es la desesperación de los musulmanes las que les conduce hacía el ISIS, es la esperanza - Israel Harel - Haaretz 



La ministra de Exteriores sueca Margot Wallstrom está preocupada por la creciente ola de jóvenes suecos que se unen al Estado islámico. "Una vez más, se llega de nuevo a situaciones como en el Medio Oriente, donde no pocos palestinos ven que no hay ningún futuro [para ellos]. Los palestinos, o bien tienen que aceptar una situación desesperada o recurrir a la violencia", continúo. Sus comentarios desataron la furia en Israel, y el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Emmanuel Naasón, incluso lo denominó "una chocante exhibición de genuina hostilidad".

El Ministerio de Asuntos Exteriores y los muchos israelíes que se apresuróron a reprender Wallstrom se equivocaron esta vez. Wallstrom puede que no sea miembro de la Organización Sionista Mundial, pero es el primer político europeo importante en confirmar - aunque sin querer - el argumento común en Israel de que las corrientes que empujan a los jóvenes europeos en brazos de terror no son tan diferentes de las corrientes existentes en nuestra región.

Los musulmanes que viven en Suecia, el más generoso de todos los Estados europeos para los inmigrantes musulmanes, se unen Estado Islámico exactamente por las mismas razones que esa multitud de correligionarios en Mosul, Jenin y Jaljulya. Si su motivación fuera, como defienden todos los que les comprenden y justifican en el mundo, la desesperación, entonces ellos estarían admitiendo que ese paraíso que representaría Europa. y especialmente Suecia. para los musulmanes - respecto a sus sociedades y naciones de origen -, también les genera desesperación, y sus resultados serían no menos criminales que los generados en el infierno del Oriente Medio.

Cualquiera que sostiene ese paradigma de la desesperación - incluida la perplejidad en Israel - están cometiendo un error fundamental. El Estado Islámico no actúa por desesperación. Todo lo contrario: actúa por fe y por esperanza de que están conduciendo una ofensiva islámica en contra del mundo libre. Occidente, cautivo ante la presunción del paradigma de la desesperación, se niega a entender correctamente esta loca esperanza y, como consecuencia, no puede ni intenta suprimirla.

Los síntomas de la desesperación son los polos opuestos de los síntomas de fe y de esperanza. El desesperado no cree realmente que pueda cambiar la realidad y se muestra inclinado a la pasividad. La esperanza, por el contrario, implica la creencia en que si se toman medidas activas, incluso locas, pueden lograrse los objetivos. En el caso del Estado Islámico se trata de un califato islámico global que incluye, sí, Suecia y Francia, Alemania y Bélgica. Incluso si no son su objetivo principal, los inmigrantes musulmanes de Europa constituirán la infraestructura demográfica.

La flacidez y debilidad de Occidente son unos de los aceleradores de esta esperanza. Los actos terroristas aceleran la realización de la causa sagrada. Después de todo, Dios quiere que todo el mundo siga el camino del Islam. La ministra Wallstrom, así como otros hombres de Estado europeos y americanos más importantes, personifican esta debilidad. Si bien las organizaciones de destrucción que representan estos escuadrones de la muerte islamistas no tienen ninguna posibilidad de derrotar a la civilización occidental, ellas bien pueden mover las oleadas de la locura hacia Europa.

La amenaza islámica no es como la amenaza planteada por Hitler, pero sus objetivos son similares: imponer el reino de oscuridad sobre el mundo libre. Si este mundo, finalmente, deja de seguir los deseos de su corazón, tal como lo hizo hace 75 años, ganará también esta guerra. Las preguntas son si despertarán y abrirán los ojos - y cuando - , y si está dispuesto a derrotar al enemigo con decisión, como ya lo hizo durante la Segunda Guerra Mundial. A juzgar por la situación actual, parece que el mundo libre no se muestra preparado, ni siquiera después de los acontecimientos en París, para llegar hasta el final. Carece de resolución y de líderes adecuados para hacerlo. Al igual que Israel, se lanzará a emprender operación tras operación después de cada ataque sangriento. Y, también como Israel, no carecerá de excusas para hacerlo así.

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