Saturday, March 05, 2016

Muy recomendable para conocer hacia donde van los cachorros de lo "políticamente correcto": La violencia del espacio seguro - Brendan Oneill



El 23 de enero participé en un debate sobre la libertad de expresión en el campus de la Universidad de California Irvine. Estas fueron mis palabras.

Lo más llamativo de los espacios seguros en los campus es cuán inseguros son, y cuán hostiles e incluso violentos son hacia cualquier persona que tenga puntos de vista impopulares, o que simplemente crea que la gente debería tener el derecho a expresar puntos de vista impopulares.

Los espacios seguros se están extendiendo a través de los campus de los EEUU y el Reino Unido. Estos espacios son presentados como zonas o refugios terapéuticos en los que los estudiantes, especialmente los estudiantes minoritarios, no deben ser sometidos a las palabras o ideas rudas o perjudiciales.

Como los ha definido una asociación de estudiantes de Gran Bretaña, “son espacios en los que los estudiantes deben estar libres de intimidación o juicios adversos, y siempre deben sentirse cómodos". Estos espacios se justifican con un lenguaje inofensivo similar al de la famosa presentadora Oprah: se trata de ofrecer un espacio en el que las personas puedan ser ellos mismas sin temor al ridículo.

Pero en la práctica, los espacios seguros son lugares feos y autoritarios. Se apoyan en la amenaza. Están enriquecidos por una amenaza latente del uso de la fuerza (la expulsión) contra aquellos transgresores de la nueva secta de la seguridad psíquica y el conformismo moral.

Veamos algunos ejemplos recientes sucedidos en Gran Bretaña donde los alumnos han construido lo que ellos denominan como espacios seguros, pero que más bien parecen unos espacios inseguros donde mantener apartados los puntos de vista juzgados como erróneos o las actitudes supuestamente equivocadas.

Hace unas semanas en el Kings College de Londres, una reunión de estudiantes pro-Israel fue invadida por unos activistas anti-Israel. Ellos trataron de sabotearla rompiendo ventanas, haciendo saltar las alarmas contra incendios, arrojando sillas. Mientras gritaban "nazis" a los asistentes a la reunión. Qué gran ironía, unos activistas tratando de quebrantar una reunión de estudiantes judíos al tiempo que les gritaban "nazis": sin duda un fracaso de su supuesta “gran conciencia moral”, incapaz de tomarse en serio.

Una justificación clave dada por los estudiantes radicales que gritan y sabotean las reuniones pro-Israel es que este tipo de eventos son "ofensivos" o "angustiantes" para ciertos estudiantes. Es decir, que violan su “espacio seguro”. Así que en nombre del mantenimiento del espacio de seguridad en el campus, algunos eventos pueden ser interrumpidos violentamente. Es orwelliano: la guerra es la paz, la libertad es la esclavitud, la violencia es la seguridad.

En dos campus en Gran Bretaña - Cambridge y Goldsmith -, estudiantes feministas han quemado literatura de grupos de extrema izquierda a los que acusan de apologismo de la violación y de contribuir a un clima hostil para las estudiantes. Es decir, esos grupos de extrema izquierda hacen que las mujeres se sienten inseguras y por lo tanto sus panfletos deben ser quemados públicamente. Se trata del uso de la amenaza fascista para que los estudiantes se sientan cómodos. El orwellianismo continúa.

En una universidad de Londres el año pasado, la secularista iraní Maryam Namazie fue acosada por miembros de la Sociedad Islámica que le gritaron: "¡Usted está violando nuestro espacio seguro!". Namazie es una intelectual crítica del islamismo. Algunos estudiantes islamistas acudieron a su conferencia y procedieron a intimidarla, apagando el equipo donde se proyectaba su powerpoint y creando lo que realmente podría ser descrito como un ambiente hostil. Y su justificación fue que mantenían su espacio seguro en contra de alguien con opiniones problemáticas hacia sus ideas. Estamos ante la situación kafkiana de un grupo de estudiantes masculinos intimidando físicamente a una mujer con el objetivo de salvar a esos mismos estudiantes de un sentimiento de intimidación intelectual.

En el 2014, fue impedido de participar en un debate sobre el aborto en Oxford sobre la base de que soy una "persona sin útero" y por lo tanto no tengo derecho a hablar sobre los cuerpos de las mujeres. Da la casualidad de que estaba a favor del aborto, al  considerar que la burocracia no tiene por qué limitar la soberanía de una mujer sobre sí misma. Sin embargo, más de 300 estudiantes feministas argumentaron que la discusión en si sería perjudicial para su "seguridad mental", por lo que amenazaron con impedir el debate "con los instrumentos necesarios" para interrumpirlo. Ellas no podían detectar la oscura y retorcida ironía de recurrir a las amenazas físicas para interrumpir un debate en el campus en nombre de la defensa de seguridad mental de las estudiantes. Es vergonzoso que la administración de Oxford cediera a las demandas de los estudiantes y se prohibiera la reunión.

Y así sucesivamente. Se queman libros, se lanzan sillas, se golpea las puertas y ventanas, las personas son acosadas y libros, periódicos y canciones son prohibidas en nombre de la "seguridad". Y para mantener esa "seguridad" se recurre a las amenazas y a la violencia. La incomodidad se despliega en nombre del confort. La intimidación se utiliza para hacer frente a la supuesta intimidación. La violencia es la seguridad.

Los sindicatos estudiantiles en Gran Bretaña han aplastado todo tipo de eventos en el nombre de la seguridad. La canción de Robin Thicke "Líneas borrosas" ha sido prohibida en más de 30 campus ya que, al parecer, hace que las estudiantes se sienten inseguras. Los sombreros mexicanos están prohibidos en algunos campus porque crean un ambiente hostil para los latinos. Algunos sindicatos estudiantiles han prohibido la realización de ruidos sexuales en el bar de estudiantes ya que hace que las mujeres se sienten inseguras.

En los campus americanos hemos visto a profesores y conferenciantes a los que se gritaba y maltrataba por turbas de estudiantes congregados bajo la bandera del espacio seguro. "Nos haces sentir inseguro y, por tanto, os destruiremos", ese es el pervertido grito de guerra de los estudiantes radicales de hoy en día.

Que los espacios seguros pueden generar tanta inseguridad es revelador. Expone el puño de hierro del autoritarismo que se esconde dentro del guante de terciopelo del movimiento de la autoestima. Se expone el lado oscuro del culto a la terapia y la idea de que el sentimiento de autoestima de una persona debe anular el derecho de otras personas a expresarse como mejor les parezca.

El motor de la censura en los campus es un profundo sentimiento de vulnerabilidad psíquica entre los estudiantes. Lo ven todo como una amenaza a su seguridad mental. Las estatuas de antiguos hombres blancos hace muchos años fallecidos, las novelas que relatan la violencia sexual, canciones pop ... todo se considera potencialmente hiriente.

Este es el mejor resumen de la idea de las "microagresiones", donde incluso una inocente conversación cotidiana se contempla como un peligro. Los estudiantes de Oxford actualmente están tratando de retirar una estatua de Cecil Rhodes describiéndola como una estatua que representa un "microagresión ambiental". Incluso los objetos inanimados se experimentan como un ataque  personal.

Esta extrema vulnerabilidad psíquica confirma que estamos entrando en una nueva y bastante aterradora era de censura. Hemos tenido una censura ideológica diseñada para que predominara un punto de vista político en particular mediante la supresión de los otros. También tuvimos la censura religiosa, diseñada para proteger a un determinado sistema de creencias a través del subterfugio de las blasfemias. Ahora tenemos la censura terapéutica, una censura que aspira a aplastar o al menos demonizar todo lo que cualquier individuo pueda encontrar agresivo, incómodo o cuestionar sus ideas. Es la tiranía de la autoestima.

Esta censura es más insidiosa que esas otras viejas censuras. Es mayor y poco flexible, y puede dirigir su atención a casi cualquier cosa: revistas, prendas de vestir, monumentos, chistes, errores de conversación. Es como si los estudiantes sintieran que se merecen su propia ley personal de la blasfemia para protegerles de los supuestos comentarios, imágenes u objetos difamatorios. Tenemos una generación de pequeños dictadores que amenazan a cualquiera que consideren que puede alterar su seguridad psíquica.

Sin embargo, los censores en los campus no se hacen enteramente responsables de esta censura terapéutico. De hecho, en muchos aspectos son el producto de una cultura que ha ido creciendo durante décadas: la cultura de la disminución de la autonomía moral; una cultura que ve a las personas como frágiles e incapaces de hacer frente a la realidad sin ayuda terapéutica; una cultura que trata la autoestima individual como más importante que el derecho a poder ser ofensivo; una cultura que fue desarrollada por generaciones de más edad, de hecho por los mismos cuarentones y cincuentones progresistas y políticamente correctos que ahora se burlan de los censores de los campus por su actitud infantil y ridícula.

Es cierto, hay que burlarse de estos pequeños tiranos que fantasean con unos sentimientos inamovibles. Pero hay que ir más lejos que eso. Tenemos que luchar contra esto para reforzar un individualismo robusto y la virtud de la autonomía moral contra la moda de fragilidad; contra la opinión misántropa de que las personas son objetos a los que daña el discurso libre, y no unos sujetos activos que pueden juzgar de manera independiente y tomar decisiones con respecto al discurso que escuchan.

El espacio seguro es una trampa terrible. Se concede un alivio temporal ante las ideas que no gustan, pero a expensas de su individualidad, de su alma. Si se intenta silenciar ideas impopulares, se comete una injusticia tanto contra aquellos que sostienen esos puntos de vista impopulares, como contra uno mismo, a través de privarse del derecho y gozo de discutirlas, haciendo frente a los oponentes, realizando un proceso de fortalecimiento de los propios músculos mentales y morales.

Libérense, destruyan los espacios seguros.

Labels:

0 Comments:

Post a Comment

<< Home