Sunday, March 13, 2016

Vampiros en los antiguos textos judíos: ¿Qué estaban haciendo allí? - Elon Gilad - Haaretz



Los vampiros que tanto abundan en la cultura popular de hoy en día son en su mayor parte un adorno literario procedente de la vieja creencia eslava de que bajo ciertas circunstancias, los muertos pueden levantarse de sus tumbas por la noche y matar a sus vecinos, amigos y familiares.

Los modernos judíos podrían burlarse de esta actual cultura de los vampiros, seguros en su propio monoteísmo que descarta creencias en tal sentido. Pero deben morderse la lengua. Algunos de los primeros textos sobre vampiros fueron escritos en hebreo por sus correligionarios, aunque después de enterarse de esa plaga de los no muertos que obsesionaba a sus vecinos.

Algunas autoridades mencionan a Lilith como un ejemplo temprano de lo que sería un/a vampiro/a. Es cierto que como un vampiro clásico, mataba por la noche, pero no terminan ahí las similitudes. A Lilith sería mejor clasificarla como demonio. Las primeras referencias a vampiros en el judaísmo están en tres libros en hebreo escritos en la Edad Media: Midrash Shmuel (un comentario agádico del Libro de Samuel); Sefer Hasidim, un importante libro sobre las leyes, costumbres y tradiciones de los judíos alemanes a comienzos del siglo XIII; y el libro relacionado Sefer HaRokeah.

De estos tres libros, la referencia a los vampiros en el Midrash Shmuel es la menos explícita y determinada, y su datación es la más dificultosa.

Midrash Shmuel 

Sabemos que al menos parte del Midrash Shmuel tiene más de mil años de edad, y que data del final del primer milenio, ya que es citado en las obras de los Gaonim. Algunas secciones se añadieron claramente más adelante, en el segundo milenio. Por lo tanto, es imposible datar con precisión el pasaje que trata con Samuel I 19:13: "Y Mical tomó un ídolo, y lo puso en la cama, y ​​le puso una almohada de pelo de cabra en su cabecera, y lo cubrió con un paño".

El Midrash Shmuel tiene muy poco que decir sobre este verso. Sólo se cita a un rabino Aivo diciendo que los terafim - el plural de la palabra que en la Biblia cristiana se traduce como 'ídolo' - son "nikorim de vrokali".

Esta declaración del rabino Aivo ha intrigado a los estudiosos desde hace años. Ni "nikorim ni vrokali" aparecen en ninguna otra fuente, y no hay mucho en el contexto para una interpretación.

Aún así, en el 2004, el Prof. Daniel Sperber, un erudito y un rabino de la Universidad Bar Ilan, publicó un artículo en la revista académica hebrea Leshonenu donde afirmaba haber resuelto el enigma. El rabino Aivo, sugirió, daba entender que se trataba de vampiros. Nikorim, decía Sperber, es una corrupción de la palabra griega nekros ( "cadáver") y la "m" al final es el sufijo plural hebreo. Vrokali es una corrupción de los griegos vrykolakas ("vampiro").

Así, según el rabino Aivo, Michal apilaba vampiros bajo las sábanas de la cama del rey David, por lo que los secuaces del rey Saúl no sabrían que había escapado.

Esto probablemente no es lo que el autor de Samuel quería dar a entender. Lo que indicaba, si la hipótesis de Sperber es correcta, es que las generaciones posteriores creyeron que los terafim eran vampiros

Esta teoría no es tan loca como puede parecer. El Midrash Tanhuma, un midrash algo más antiguo, también hace la afirmación de que los terafim eran seres sobrenaturales.

Los terafim ahí, sin embargo, suenan más como monstruos del Dr. Frankenstein que como vampiros. De acuerdo con este midrash, se puede hacer hablar a un terafim utilizando un cadáver, sal, incienso y un hechizo (Vayitze 12).

Sefer Hasidim

El Sefer Hasidim es mucho más explícito: "Hubo una vez una mujer que era una 'striyā' y estaba muy enferma, y había dos mujeres con ella por las noches - una durmiendo y la otra despierta -. Y esa misma mujer muy enferma se colocó delante de ella, y le crujía el pelo y quería volar, y quería chupar la sangre de la mujer dormida. Y la que estaba despierta despertó a la que estaba dormida, y agarró a la striyā. Y la que dormía, despertó y la que estaba despierta no se durmió. Y puesto que ya no podía hacer daño, la striyā murió porque necesitaba lo que tiene la sangre, tragarse la sangre y la carne"(Sefer jasidim, edición Margalit, 464)

Sefer HaRokeah

El Sefer HaRokeah, otro texto hebreo escrito en Alemania en el mismo período, enumera las precauciones necesarias para asegurarse de que una striyā no regresa de entre los muertos. Los encargados de enterrarla debía examinar su boca antes de hacerlo, y "si estaba abierta, estaba claro que iba a hacer daño nuevamente un año después de su muerte, y se debía llenar la boca con una amplia cantidad de tierra para que no perjudicará a nadie más" (Sefer HaRokeah 317).

¿De dónde tomaron estos judíos de la Edad Media estas supersticiones cuando se menciona ningún tipo de cosas similares en la Biblia, la Mishná, el Talmud o en cualquier otro antiguo texto judío?

La creencia en "striyas" fue probablemente tomada de sus vecinos no judíos, los cuales creían en seres vivos-muertos llamados Strigoi en rumano, Shtriga en albanés, y Strzyga en polaco. Por lo tanto, parece que algunos judíos creyeron en los vampiros después de todo, pero esta creencia nunca se generalizó.

Hoy en día, ya nadie cree en los vampiros. Pero cuando comenzaron a ser traducidas al hebreo todas esas ficciones sobre los vampiros que tanto proliferan en Occidente, los traductores necesitaron encontrar una palabra para designar a ese ser imaginario de la noche. La hallaron: la palabra hebrea moderna para vampiro es Arpad, tomada de una oscura palabra aramea del Talmud que tenía relación con los murciélagos (Bava Kama 16a).

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