Sunday, April 24, 2016

"El dolor y la tristeza de la izquierda" de Israel - Peter Berkowitz



Cada vez más miembros de la izquierda israelí expresan su miedo a que el país liberal y democrático que sus antepasados ​​espirituales construyeron se les escape de las manos.

A principios de este mes, el columnista de centro-izquierda del Haaretz Ari Shavit - una rara avis en un diario cada vez más anti o postsionista -, publicó una apasionada protesta en uno de sus artículos donde capturaba la creciente angustia e ira que ha ido escuchado en diversas conversaciones durante el último año con residentes ricos y bien educados de Tel Aviv. Shavit se enorgullece de los logros del sionismo con la creación de un estado impregnado de "una pasión sin igual, de creatividad y de vitalidad". Pero el gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu no deja de producirle una "profunda vergüenza".

Entre aquellos que actualmente están en el poder político - que tienen poco que ver con las élites académicas, judiciales y mediáticas -, Shavit no ve más que a "vándalos y groseros" ignorantes y a gente "sin cultura" que están "destruyendo todo lo valioso y lo sublime" del país. Él mismo se niega a entregarse a la noche que ha "descendido sobre Jerusalén" y a las fuerzas de la oscuridad que "cubren la tierra". Pero su afirmación de que "el verdadero sionismo se levantará" en contra de la actual derecha política a la que él culpa de todo esto, huele más a desesperación que a optimismo.

Para entender mejor las causas de la desesperación de la izquierda busquen a Yaron London, el conductor del popular programa diario de TV de temas actuales, "London & Kirschenbaum". Un típico comentarista de los medios de comunicación israelíes, de la radio, ​de la televisión, de la prensa, además de compositor, actor, director de cine, London es un hombre de izquierdas de unos 50 años, y pasa por ser por un educado y progresista liberal en el sentido antiguo del término. Él se distingue por adoptar un cierto escepticismo hacia su propio bando y cierta curiosidad por el otro. Tanto el escepticismo como  la curiosidad se nutren de un sentido del humor enraizado en una simpatía por las debilidades y el encanto de la gente real.

En una conversación larga y de gran alcance en su confortable apartamento de una tranquila calle de Tel Aviv, London rechazó la idea de que la libertad y la democracia están bajo ataque en Israel. Mientras que él está sumamente preocupado por la creciente brecha entre ricos y pobres, insiste en que la libertad de expresión nunca ha sido en Israel más robusta.

No obstante, y sin una pizca de acritud, identificó a una media docena de fuentes que para el representan lo que denominó "la tristeza de la izquierda".

En primer lugar, las tendencias demográficas a largo plazo están trabajando en contra de la izquierda. El área de desarrollo de la derecha, ese Israel que abarca a los judíos de los países árabes, a los inmigrantes de la ex Unión Soviética y a las personas profundamente religiosas, así como los sectores menos educados y más pobres, tiene una tasa de natalidad muy superior al sector que representa a la izquierda, las antiguas élites asquenazis, cuyos miembros trazan generalmente su ascendencia en Europa y que en su mayor parte están mejor educados, son más seculares y más prósperos.

En segundo lugar, la izquierda considera a los más de 400.000 israelíes que viven en Cisjordania - tanto en los grandes bloques de asentamiento como en los pequeños asentamientos aislados - como habiendo creado una realidad política irreversible que impedirá al Estado judío desconectarse de más de 2,5 millones de palestinos que no quieren vivir en Israel, y que la mayoría de los israelíes no quieren como ciudadanos.

En tercer lugar, las posiciones negociadoras de israelíes y palestinos están tan distantes que parece que no hay perspectivas a corto plazo de "establecer algo que se asemeja a la paz", y mucho menos a una solución de dos estados.

En cuarto lugar, la violencia y el fanatismo en el Oriente Medio han crecido de una manera tan terrible que la plataforma de seguridad nacional del centro izquierda se ha vuelto cada vez más indistinguible de la preconizada por la derecha.

En quinto lugar, la izquierda ha sido incapaz de producir "un líder que pueda competir con la mezcla de inteligencia, carisma y habilidad en el control de la opinión pública de Benjamin Netanyahu".

Por último, la izquierda ha interiorizado la desesperación que proviene de estar en la oposición de una manera permanente. La derecha lleva dominando la política israelí desde hace casi 40 años, con sólo dos excepciones: Yitzhak Rabin, el ex jefe general y ministro del ejército durante la Guerra de los Seis Días, quien fue primer ministro desde 1992 hasta su asesinato por un extremista judío en 1995, y Ehud Barak, un condecorado ex general que dirigió el gobierno de 1999 a 2001. "Cuando eres derrotado repetidamente durante un largo período de tiempo", me confesó London, "poco a poco se pierde la esperanza en la victoria".

De estas consideraciones, argumenta London, se deduce que Israel se enfrenta a dos posibilidades sombrías: "Un estancamiento que promete una tensión persistente a nivel de la seguridad con olas de terror y de represión violenta". La otra es "la anexión de los territorios ocupados que al final va producirá ya sea un apartheid institucional o bien una democracia en la que los árabes constituirán aproximadamente la mitad de la población", la llamada "solución de un único estado", la cual será "inestable y conducirá en última instancia a la guerra civil".

Ante estas sombrías circunstancias, London observa que la cuestión no es por qué la izquierda está deprimida, sino más bien por qué la derecha no lo está. Su respuesta va al corazón de la cuestión.

A diferencia de los Estados Unidos, donde los problemas sociales y económicos dividen a la izquierda y a la derecha, la política israelí gira en torno a las opiniones contradictorios acerca de "la relación con los árabes, las fronteras del país, y el carácter de Israel como Estado judío y democrático". Mientras que la izquierda tiende a definir al pueblo judío como un grupo étnico y a Israel como un Estado laico fundado sobre un territorio, una lengua común y una lealtad acordada a unos arreglos sociales y políticos, la derecha, según opina London, considera a la "nación judía como constituida por una creencia religiosa, y al Estado judío como sujeto a la ley religiosa y una misión mesiánica".

La tensión entre estas concepciones puede ser irresoluble. Por otra parte, en contraste con el entendimiento de los judíos e Israel, el explica las respuestas divergentes por parte de la izquierda y de la derecha a una ansiedad existencial compartida por la supervivencia de Israel.

"La izquierda israelí ha creído durante mucho tiempo que el conflicto con los palestinos podía ser resuelto y que la enemistad árabe e islámico podía superarse a través de una dirección política humana y sabia por parte israelí. Pero a la luz de la situación de colapso de los estados árabes y de la extensión de la guerra religiosa en la región, esta perspectiva se está debilitando y, por lo tanto, los hombres y las mujeres de la izquierda se inclinan a pensar en una solución privada", nos comenta London. "En muchas familias dentro de la izquierda se oye hablar de emigración, o por lo menos se duda acerca de llevar una vida en la sombra con una situación de peligro sin fin, reflexionando acerca de las ventajas de obtener la ciudadanía en otro lugar", Abuelo con varios nietos, London deja claro que no está exento de ello en su propia y extensa familia.

Por el contrario, nos sugiere que la derecha encuentra su fuerza en su religión, o en la reflexión religiosa, que le facilita una comprensión del destino de Israel. Además interpreta el establecimiento y la existencia de Israel frente a fuerzas notables como prueba de que el pueblo judío prevalecerá en su antigua tierra, mientras considera que el fracaso de muchos dentro de la izquierda con respecto a Israel proviene de traicionar la misión religiosa y divina de los judíos.

En su evaluación de la derecha, London parece subestimar el grado en que se han extendido las normas liberales y democráticos dentro de dicho sector, incluyendo entre los extremadamente religiosos, al igual que en su relato de la izquierda parece descuidar el aumento de la intolerancia dentro de dicho sector.

Muy a su crédito, London es el primero que se preocupa en que sus observaciones hagan injusticia a las complejidades de la política israelí. "Todo lo que te dije hasta ahora está necesariamente afectado por la superficialidad y dañado por crudas generalizaciones", nos recalca. "Las líneas de los límites entre los sectores de la sociedad israelí no están dibujadas con un lápiz grueso. Hablo de tendencias e inclinaciones, no de hechos delimitados. Un escéptico como yo, que ha escrito mucho y ha pronunciado unas pocas predicciones que no se han cumplido, tiene que tener cuidado".

La izquierda de Israel, así como la derecha, y, ahora que lo pienso también la izquierda y la derecha americana, podrían ser mucho más afables si utilizarán el escepticismo y la curiosidad infecciosa de Yaron London.

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