Friday, July 29, 2016

La elección de Israel no es entre "la ocupación y la paz" - David Brog - The Jewish Week



Los informes de la reciente Conferencia de Herzliya han provocado un nuevo debate sobre si la comunidad judía americana pro-Israel debe asociarse con J Street en la lucha contra el BDS en los campus de Estados Unidos. Los que apoyan esta asociación destacan el colapso de la popularidad de Israel entre los progresistas más jóvenes y argumentan que sólo J Street puede proporcionar las conexiones con la izquierda y la credibilidad necesarias para competir por esta cohorte.

Parecen acertar sobre el problema, pero están equivocados en el remedio.

Cualquier ventaja a corto plazo obtenida por abrazar a J Street será compensada ​​por el daño a largo plazo. Los líderes de J Street pueden creer que están actuando buscando los mejores intereses de Israel. Pero en la práctica, J Street hace más que cualquier otra organización a la hora de fomentar una narrativa que está alimentando tanto el BDS como una desilusión progresiva con Israel.

El mito central detrás del supuesto éxito del BDS no es que Israel sea un Estado de apartheid o practique una limpieza étnica. Tales extravagantes afirmaciones influyen a muy pocos más allá de la franja radical que desea ardientemente creer en ello. No, el mito más peligroso es que Israel tiene que elegir entre la "ocupación y la paz”. En el mundo de fantasía de J Street Paz Ahora y el resto de sus aliados, Israel tiene el suficiente poder como para poner fin a su conflicto con los palestinos simplemente saliendo de Cisjordania. Desde el momento en que Israel decide permanecer en Cisjordania, a continuación se desprende que Israel es el único responsable de la prolongación del conflicto.

La amarga experiencia nos ha enseñado que Israel no tiene tal poder para poner fin al conflicto. Israel ha ofrecido en repetidas ocasiones a los palestinos un estado en casi la totalidad de Cisjordania y Gaza, con su capital en Jerusalén Este. Pero los palestinos han rechazado en repetidas ocasiones estas ofertas.

Cuando Israel ofreció a renunciar a la Ribera Occidental y Gaza en el 2000, y nuevamente en el 2001, el presidente palestino, Yasir Arafat no se limitó a decir que no. Sus organizaciones de Fatah comenzaron a competir con Hamas para ver qué grupo podría asesinar a más civiles israelíes. Ellos mataron a más de 1.000 judíos y árabes israelíes en esa competencia.

Cuando Israel ofreció abandonar estos territorios de nuevo en 2008, el presidente palestino Mahmoud Abbas simplemente se alejó de tomar una decisión. Él se ha negado rotundamente a volver a la mesa de negociaciones desde entonces. Abbas podría no desea firmar un acuerdo de paz que le obligaría a renunciar a las reclamaciones palestinas con respecto al Israel pre-1967. O simplemente podría temer por su seguridad si así lo hace. De cualquier manera, él ya ha demostrado claramente que no piensa firmar.

Así que no, Israel no tiene que elegir entre "ocupación y la paz”. La única opción real de Israel es entre “esperar a un socio de paz serio y una retirada unilateral”. Pero también en este caso, la historia enseña una lección dolorosa. En el 2005, Israel retiró unilateralmente a todos sus soldados y a los civiles de Gaza sin un tratado de paz. Al cabo de dos años, Hamas había depuesto a Fatah en un sangriento golpe de estado y tomó el control de Gaza. A continuación el lanzamiento de cohetes desde Gaza hacia Israel aumentó dramáticamente.

Con todo lo mal que representa Gaza, se trata de un problema menor en comparación con lo que sucedería si acontecimientos similares se desarrollaran desde Cisjordania. Gaza está relativamente distante de los grandes centros de población de Israel. La mayoría de los cohetes Kassam de Hamas sólo pueden alcanzar a las ciudades del sur de Israel. Hamas tiene que utilizar el contrabando de misiles de largo alcance con el fin de poner en peligro a Tel Aviv y Jerusalén.

Cisjordania, sin embargo, no está lejos de los principales centros de población de Israel. Cisjordania es una elevada meseta estratégica que domina la estrecha llanura costera de Israel - sólo nueve millas de ancho en ciertos puntos - que contiene a más del 70% de la población de Israel y de su infraestructura económica. Si Hamas tomara el control de Cisjordania, ya no necesitaría importar misiles. Sus propios cohetes de fabricación casera podrían llegar a cada rincón de Tel Aviv, del aeropuerto Ben-Gurion y de Jerusalén. Y si Hamas no expulsa a Abbas, bien podría ser el ISIS quien lo haga.

La creencia de que Israel tiene el poder para poner fin al conflicto ofrece una cierta comodidad. Es fácil entender por qué grupos como J Street tal vez deseen disfrutar de esta fantasía. Sin embargo, en los campus universitarios de los Estados Unidos, esta desconexión flagrante de la realidad es peligrosa. Alimenta la mentira sobre Israel y difunde que solamente Israel es responsable de este conflicto. Y si los estudiantes creen que solamente Israel es el culpable, la pendiente hacia un boicot de Israel será cada vez más resbaladiza.




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