Tuesday, August 30, 2016

Gran artículo: La izquierda se divide por el burkini - Jacques Julliard - Le Figaro


 Hay un problema con el islamo-izquierdismo. ¿Por qué y cómo un puñado de intelectuales de extrema izquierda, poco numerosos pero muy influyentes en los medios de comunicación y en el movimiento de los derechos humanos, han impuesto una verdadera santuarización del Islam en el espacio político francés?

Sí, ¿por qué estos intelectuales, en su mayoría agnósticos y libertarios, han desarrollado bruscamente una pasión por la religión más cerrada e identitaria, y en su versión islámista, las más guerrera y violenta en la superficie de globo? ¿Por qué esta extraña intimidación, adornado con las plumas de la moral? ¿Por qué no se puede hablar del Islam más que en presencia de tu abogado?

El resultado es sorprendente y absurdo. Estamos asistiendo, en el espacio de dos o tres años, de la más increíble inversión de casi todos los signos distintivos de la izquierda, aquellos en los que tradicionalmente se reconocía y se la reconoce.

A la cabeza de todos estos signos o elementos característicos, el secularismo. Durante mucho tiempo fue el marcador por excelencia para oponerse a la derecha.

Sin embargo, he aquí que de repente ese elemento se convirtió en sospechoso para una parte de la extrema izquierda intelectual, quien ha retomado descaradamente a su cargo las errancias de Nicolas Sarkozy sobre la supuesta "laicidad abierta". Porque la laicidad de papá, desde el mismo momento que se aplica al Islam, y no solamente al catolicismo, aparece de repente como intolerante, incluso reaccionaria. Peor que eso, la laicidad encarnaría vagos relentes de revancha católica. Desde que la Iglesia ha asumido la laicidad, se ha convertido en infrecuentable.

Ahora bien, es ahora la República la que a su vez se ha convertido en sospechosa. ¿No posee una connotación casi identitaria,  "de origen", dicen los más entusiastas, si no es que es directamente racista? [N.P.: alusión a los franceses de origen, "los blancos", a los que ahora se diferencia negativamente de los franceses de origen inmigrante, sobre todo magrebíes y musulmanes, o inmigrantes directamente]  ¿No es el último bastión del universalismo occidental contra la afirmación ruidosa de todas las minorías? ¿No está fundada en lo que aproxima a las personas en lugar de lo que los separa? Un delito mayor a los ojos de los comunitaristas.

Sólo queda por hacer entrar, a la fuerza, al último sospechoso: el propio pueblo. No es Frédéric Lordon, uno de los portavoces de la Nuits Debout [N.P.: una especie de 15-M parisino con unos 2.000 participantes) que atribuye a su movimiento el mérito de haber "lavado" la plaza de la República de sus tristes pasiones, la conmemoración oficial, el pánico (un millón de personas)? Todo esto dice,  todo finalmente fue confesado. La recusación del pueblo por los "bobos" [N.P.: bohemios burgueses, o mejor dicho, la élite acomodada políticamente correcta y alternativa], ya sean moderados, como el think tank socialista Terra Nova, o extremistas, facción islamo-izquierdista, es un hecho político de gran importancia, específico para transformar, según la imagen luminosa de León Blum, un partido de clase en buena medida de los sin clase.

Hay algo de insólito en el néocléricalismo musulmán que se ha apoderado de una franja de la intelectualidad francesa. ¿Porque el Islam es el partido de los pobres, tal como ellos afirman? Yo no me creo ni un instante esa especie de "cambio de un proletariado por otro". Por lo demás, que vayan hasta Arabia Saudita o Qatar para que vean si el Islam es la religión de los pobres. Yo constato más bien que el islamo-izquierdismo nació el día en que el islamismo se convirtió en el vector del terrorismo ciego y la masacre.

¿Por qué esta conversión de esta izquierda y esta intelectualidad? Pues porque la intelligentsia (la intelectualidad) se ha convertido, desde principios del siglo XX, en el verdadero partido de la violencia. Si ella prefiere la Revolución a la reforma, eso no es contra, sino a causa de la violencia. Sartre ya se lamentó de que la Revolución Francesa no hubiera guillotinado lo suficiente. Y si tuviera que enumerar una lista de intelectuales franceses que se han adherido en el siglo XX a la violencia fascista, y otros a la violencia comunista, esta página no sería suficiente.

Yo prefiero citar los nombres de algunos de esos intelectuales que siempre han testimoniado por la Democracia y salvado el honor de la profesión: Camus, Mauriac, Aron. Hay algunos otros. Dejo en manos de los psicólogos y psicoanalistas el buscar, en no se que reflejo de compensación indescriptible, una explicación de esta atracción de los intelectuales por la sangre, en una palabra su preferencia por la violencia.

La otra explicación yo ya la he sugerido, y es necesario apelar al odio del cristianismo. Es extraño ver como estas "bellas y sensibles almas" se angustian ante el progreso de la supuesta "islamofobia", que jamás ha hecho un muerto, a excepción de las guerras que hacen los musulmanes entre ellos, y cuando la persecución de los cristianos por miles en todo el mundo no les provoca ni un suspiro. Singular el gesto del papa Francisco, acogiendo simbólicamente en Lesbos a tres familias de inmigrantes musulmanes, pero para el que esta intelectualidad no tuvo ni un solo aplauso. Abandonaron el laicismo, pero conservaron el anticlericalismo. Peor aún, el anticristianismo.

En cuanto a mí, continuo creyendo más que nunca en la República, en el pueblo, en el secularismo, en el Sermón de la Montaña, y no dejaré jamás de decir que esta izquierda representa a la izquierda.

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