Saturday, September 10, 2016

Los judíos franceses y el burkini: un silencio ambiguo. ¿Por qué la comunidad judía se mantiene ajena? - Bernard Rozes - Causeur



A pesar de la modestia corporal es un principio bíblico fundamental y que los judíos más practicantes se bañan vestidos, el CRIF y el Consistorio [N.P.: organizaciones oficiales representativas de los judíos franceses] mantienen un perfil bajo sobre este tema. He aquí el por qué.

¿Quién ha inventado esta forma particular de la decencia consistente en cubrir todo su cuerpo en público? El pueblo hebreo. El "tzniout" (modestia o pudor) está incluso en el centro del judaísmo. La Torah considera que la desnudez mostrada reduce al ser humano a su condición animal. Para los rabinos, la desnudez marca simbólicamente el límite entre el materialismo y el idealismo. Es por esta razón que los judíos observantes - y especialmente sus hijas y esposas - sean tan cuidadosos en materia de "modestia" como los musulmanes. Pero no se suele decir. El CRIF no ha adoptado una posición clara en el caso del burkini. El propio Consistorio, el órgano oficial del culto judío en Francia, se mantiene en la reserva. El rabino de la gran sinagoga parisina de la Victoria, Moshe Sebbag, es el único que se atrevió a romper el silencio susurrando a una agencia de noticias judía que sentía solidario... de los alcaldes anti-burkini y no de los musulmanes incriminados.

El criterio de los judíos ortodoxos franceses

¿Cómo entender esta paradoja? En primer lugar, dos mil años de exilio han forjado una mentalidad especial y un principio talmúdico se ha impuesto sin apenas excepción: "La ley del Estado es la ley". En otras palabras, en la diáspora, hay que adaptarse. En Francia, el ideal republicano y el laicismo son la fuente del pacto democrático. Se trata de una laicidad a veces de una originalidad sorprendente vista desde el exterior (los líderes judíos de todo el mundo desaprobaron las medidas generales de lucha contra el burkini del mes de agosto considerándolas draconianas). Pero los judíos franceses han asumido e  incorporado desde hace tiempo lo que el conde Clermont-Tonnerre preconizaba bajo la Revolución: "Damos todo a los judíos en tanto individuos y nada en tanto nación". Es en el mismo espíritu que se expresan hoy los defensores de una línea firme sobre el Islam en la esfera pública y contra el comunitarismo.

En este contexto, destacar que los judíos ortodoxos franceses siempre han optado por la discreción: viajan más bien a la montaña durante las vacaciones de verano y se bañan con trajes cubiertos en piscinas privadas instaladas en hoteles "kosher", al abrigo de miradas no judías. En Israel, hay playas reservadas para los observantes donde se bañan con ropa o camisas que se asemejan al burkini. En el corazón de Tel Aviv se encuentran playas, las unas al lado las otras, para los religiosos, otras frecuentadas por homosexuales, otras para el público en general donde se bañan los árabes a su manera y alguna reservada para... los perros y sus amos. Una forma de vida a la anglosajón impensable en Francia.

El islamo-izquierdismo inquieta a los judíos franceses

Segunda explicación: los judíos franceses no son todos practicantes, ni mucho menos. Por otra parte, al igual que otros creyentes temen sobre todo la propagación del fundamentalismo musulmán y la amenaza terrorista, puesto que los judíos franceses son un objetivo prioritario de los locos de Allah.

Por último, los críticos de una rigidez laica supuestamente "islamófoba" se encuentran principalmente en el campo islamo-izquierdista, cuyo brazo armado asociativo es la Liga de los Derechos Humanos (LDH), en conflicto con el CRIF y la LICRA. Esta corriente que tiene el viento en popa en los suburbios sensibles (de población emigrante y musulmana mayoritariamente) preocupa a los judíos franceses, especialmente desde que esos islamo-izquierdistas retoman sin apenas matices las opiniones violentamente anti-sionistas de Tariq Ramadan y sus amigos.

Sin embargo, el judaísmo habiendo inventado la modestia corporal junto con el monoteísmo, sus responsables hexagonales al menos deberían señalar que el burkini no es necesariamente una provocación que marca la esclavización de las mujeres, sino, en ciertas circunstancias, el signo de una exigencia espiritual respetable. La mayoría de los rabinos y los fieles observantes lo piensan, pero se autocensuran por temor a las reacciones de una opinión muy recalentada sobre la identidad y los temas religiosos. Uno entiende aún mejor esta reticencia en el contexto actual (asesinatos en masa yihadistas en el territorio de la República, el crecimiento del salafismo y una radicalización islamista y un complotismo desde todos los extremos), el cual pide prudencia.

Sin embargo, es lamentable ese silencio ambiguo, porque el complejo affaire del traje de baño integral también merece reflexión e iluminación teológica.

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