Sunday, October 30, 2016

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La próxima semana se conmemorará los 100 años de la Declaración Balfour. El viernes 2 de Noviembre de 1917, el canciller británico Arthur Balfour anunció en una breve carta a Lord Lionel Walter Rothschild que "El Gobierno de Su Majestad considera favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío, y utilizará su mejor esfuerzo por facilitar la consecución de este objetivo, quedando claramente entendido que no se hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina, o los derechos y la condición política que gozan los judíos en cualquier otro país".

Cinco años más tarde, la Declaración Balfour fue incluida en la resolución de la Sociedad de las Naciones sobre el Mandato de Palestina para el gobierno británico, y se añadió otra frase: "Considerando que el reconocimiento se proporciona por la conexión histórica del pueblo judío con Palestina y a la bases para reconstituir su hogar nacional en ese país". El líder sionista Chaim Weizmann, quien, con la ayuda de su colega Nahum Sokolow, trabajó de manera persistente y con prudencia en nombre de la Organización Sionista Mundial para obtener tales documentos, aspiraba a un compromiso más claro, pero esa modesta versión todavía suponía un paso importante en la construcción de la Estado de Israel.

Los líderes árabes en Palestina se opusieron a la Declaración Balfour tan pronto como se hizo pública. Protestaron el uso de términos como "pueblo judío" y "hogar nacional", así como la referencia a los árabes como una de las "comunidades" con derechos civiles y religiosas, pero no nacionales. Es por estas razones que la OLP determinó en el artículo 18 de su carta de 1964, tres años antes de "la ocupación", que "la Declaración Balfour, el sistema de mandatos y todo lo que se ha basado en ellos, se consideran un fraude". De acuerdo con los estatutos de su organización, el presidente de la OLP, Mahmoud Abbas, declaró recientemente en la Asamblea General de las Naciones Unidas (21 de septiembre, 2016): "Cien años han pasado desde la notoria Declaración Balfour, por la que Gran Bretaña dio, sin ningún derecho, autoridad o consentimiento de nadie, la tierra de Palestina a otro pueblo. Esto allanó el camino para la Nakba del pueblo palestino, y su despojo y desplazamiento de sus tierras".

En el mismo discurso, Abbas también exigió que Gran Bretaña se disculpara ante los palestinos "por las catástrofes, miserias e injusticias que ha creado" como resultado de la Declaración Balfour. Dos meses antes (25 de julio de 2016), Abbas, en un discurso leído en la cumbre de la Liga Árabe, pidió a la secretaría general de la Liga Árabe que le apoyaran "en la preparación de una batalla legal con el fin de presentar una demanda contra el gobierno británico por la emisión de la Declaración Balfour y su posterior aplicación en su condición de autoridad del Mandato".

Estas declaraciones, tan extrañas como puedan sonar, llegan hasta la raíz de la cuestión. En 1917, aún no se había sugerido el plan de partición de las Naciones Unidas para el oeste del Mandato de Palestina (no se había producido la independencia de la Transjordania o la Jordania actual), no existía la "Nakba" y "la ocupación" de 1967 aún no se había iniciado. La postura de la OLP demuestra una vez más la profundidad de su oposición a la existencia de cualquier soberanía judía sobre cualquier parte de la Tierra de Israel, una oposición que nació hace 100 años y que negaba el hecho de que los judíos pudieran ser no sólo una religión, sino también una nación, y que pudieran reconstituir una soberanía en cualquier parte de su antigua tierra. En la carta de la OLP, que todavía está viva y en activo - contrariamente a las declaraciones de las partes interesadas -, esta negación se expresa de la manera más clara posible.

"El fanatismo", escribió el filósofo hispano-americano George Santayana, "consiste en redoblar tus esfuerzos cuando se han olvidado los objetivos". La vieja consigna de "tierra por paz" tenía su propia lógica, aunque yo no la comparto. Y mientras los fanáticos de la izquierda israelí olvidaron su objetivo hace años, están redoblando sus esfuerzos para poner fin a "la ocupación" sin ninguna condición, sin ni siquiera la ilusión de la paz.

En su comparecencia ante el Consejo de Seguridad de la ONU el 16 de octubre de 2016, y como si fuera un valiente y clandestino disidente procedente de una oscura dictadura, el representante de B'Tselem condenó "la ocupación" y exigió que el Consejo actuara de inmediato para imponer por la fuerza a su país el fin de la misma, sin expresar en todo su discurso, ni siquiera una sola vez, la esperanza de que la paz pudiera prevalecer aquí después del anhelado fin de dicha "ocupación".

Muchos en Israel, y en todo el mundo, todavía no entienden la dificultad básica. En contraste con un acuerdo provisional, uno que permita a las dos partes seguir trabajando hacia la realización de todas sus ambiciones y sueños, un acuerdo permanente no permite esto. Desde el punto de vista de la OLP, un acuerdo permanente anclaría eternamente a Israel en una parte de Palestina y aplicaría una cuota a la realización del "regreso de los refugiados a sus hogares", por lo que tampoco desean incluir una cláusula esencial que declare "el final de las mutuas reclamaciones". Por lo tanto la OLP, que desprecia la Declaración Balfour 100 años después de su publicación, no es capaz de firmar un acuerdo permanente con el Estado de Israel, incluso en los términos más modestos que la izquierda sionista israelí pueda imaginar.

Un intento internacional de obligar a dicho acuerdo daría lugar al desmantelamiento de la OLP y a la eliminación de su liderazgo, agravando la situación. De ahí que podamos entender los esfuerzos de esos fanáticos que en Israel y en el extranjero intentan que Israel se retire a las líneas de armisticio de 1949. Solamente esto y con nada a cambio.

Pero qué vemos con nuestros propios ojos: Cien años más tarde, y a pesar de todo, el hogar nacional del pueblo judío está creciendo y prosperando en la tierra de Israel. Y así será.

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