Saturday, November 26, 2016

Ellos queman, nosotros construimos - Dror Eydar - Israel Hayom





Yo también quiero apagar el incendio, pero el que arde dentro de nosotros. Estoy tratando de extinguirlo, pero insiste el fuego.

Y entonces nos predican que este no es el momento de avivar las llamas, que debemos centrarnos en apagarlas y salvar vidas. Los judíos no deben enfadarse demasiado con sus vecinos, ya que ellos podrían disgustarse. Debemos aceptar la decisión que se nos recomienda desde arriba. En las redes sociales y en los lugares oficiales están hablando acerca de que la "ley de los muecín" causó estos fuegos. Antes nos dijeron que las visitas al Monte del Templo provocaron los ataques con cuchillos y los atropellamientos, y mucho antes aún fue la ocupación y la opresión, y una variedad de otras razones, las que dejaron a nuestros vecinos árabes sin otra opción que establecer una campaña de muerte y destrucción contra nosotros. Ya en 1963, el escritor AB Yehoshua elaboró ​​esta norma en su relato ''Frente a los bosques". El bosque fue quemado para exponer los "crímenes sionistas".

Por un momento me acordé de los disturbios en París en 2006. Allí también crucificaron a cualquier persona que se atreviera a criticar el apetito de destrucción de los parisinos de los barrios musulmanes. Eran las únicas personas oprimidas en el mundo. Por supuesto.

Nuestra tierra está ardiendo, no sólo a causa de accidentes (sin duda algunos de los incendios fueron causados por negligencias), sino también por el comportamiento de unos incendiarios que han adoptado la creencia errónea de que "Si no es nuestro, que no sea tuyo".

Ya hemos tenido suficiente con las palabras suaves del líder de la Lista Árabe Conjunta, Ayman Odeh. Incluso ahora, continúa diciendo que sólo ellos son los nativos originales de esta tierra, y que por lo tanto no hay ninguna posibilidad de que los árabes hayan prendido fuego al país: "El (bosque) Carmel es nuestro, esta es mi tierra".

Lo que leemos entre líneas de sus comentarios es que ellos son los únicos huéspedes legítimos. "Este es mi lugar, este es mi bosque, yo soy el que está herido, no tú". Al igual que la zarza en la parábola de Yotam, trató de calmar las cosas, pero en lugar de eso añadió espinas al fuego. Abran una Biblia y encontrarán al bosque de Carmel. Unos 1.500 años antes de que llegara la ocupación musulmana, cuando ya era la patria judía.

Ya sea por el agua, por los incendios forestales, por los atacantes con cuchillos, por atropellos, por la lapidación de coches y trenes, por todo tipo de ataques terroristas, hemos llegado a conocer todo ese tipo de métodos desde que volvimos a casa, a Sion. En el Juicio de Salomón, el rey ordenó que el bebé fuera cortado en dos y compartido entre las mujeres que luchaban por él. Recordemos las palabras de la madre falsa: "Que no se sea ni para mí ni para ti, que lo dividan" (1 Reyes 3:26).

Pero no sólo estamos bien versados ​​en desastres, sabemos muy bien cómo levantarnos de las cenizas y del polvo. Ellos queman y nosotros construimos, esto es, después de todo, un hecho histórico fijo. Haifa y el bosque Carmel serán rehabilitados, lo mismo es cierto para Nataf en las colinas de Jerusalén y para Talmon en las colinas de Judea, así como para otros lugares. La buena tierra florecerá una vez más, a pesar de los que se levantan contra ella.

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