Tuesday, December 27, 2016

Y la izquierda israelí se regocija - Dror Eydar - Israel Hayom


El Haaretz se felicita de que "el mundo salve a Israel" de aquellos a los que el propio Haaretz nunca ha dejado de denigrar: los judíos de Israel


 La crítica de la izquierda ayuda a Netanyahu - Mati Tuchfeld

La decisión del primer ministro Benjamin Netanyahu de quitarse los guantes a raíz de la Resolución 2334 del Consejo de Seguridad de la ONU ha provocado las críticas de la oposición y de los medios de comunicación. Pero, irónicamente, estos ataques le han fortalecido solamente a él, porque dibujaron un pérfil de la izquierda y de sus periodistas como unos derrotistas y gente sin agallas.

Tal vez sea demasiado esperar que la oposición se sitúe detrás de Netanyahu mientras Israel es atacado en el escenario mundial, incluso después de ocho años de hostilidad hacia Israel del actual inquilino de la Casa Blanca. Aunque los eruditos estadounidenses consideran que el presidente estadounidense Barack Obama ha cosechado un fracaso en su política exterior, sería demasiado esperar que la oposición israelí y sus medios de comunicación afines critiquen a la administración americana saliente, sobre todo cuando hay un objetivo mucho más fácil y más apetitoso para ellos: Netanyahu.

Hay una persona que siempre se ha declarado ajena a lo que es y representa esta izquierda israelí: el líder del Yesh Atid, Yair Lapid. Lapid sabe que la única manera de ganar los corazones y las mentes de los votantes israelíes es redefinir lo que la izquierda representa en la actualidad, por eso en el último año se ha tomado el trabajo de atacar a Netanyahu sólo en la sustancia, no personalmente, desafiando el dictado de la izquierda de mostrar un desprecio total por todo lo relacionado con Netanyahu. No obstante, Lapid aún tiene mucho que demostrar cuando se trata de patriotismo, cualidad por cierto casi extinguida en la izquierda.

Por lo tanto, a raíz de la resolución del Consejo de Seguridad, Lapid adoptó el mismo modus operandi que le ha funcionado tan bien en los últimos tiempos: se centró en la decisión de la ONU en lugar de en Netanyahu. Pero parece que su patriotismo también tiene sus límites, ya que en última instancia decidió enviar una carta a la Comisión de Asuntos Exteriores y Defensa de la Knesset exigiendo que se realice una audiencia especial en el que se pida a Netanyahu que explique sus movimientos recientes.

En la derecha, algunos han sugerido que Israel tome medidas como anexionarse partes de Judea y Samaria. Estas ideas, que son mucho más atractivas que las planteadas por el líder Laborista, Isaac Herzog, y la líder del Hatnuah, Tzipi Livni, se han sugerido como una respuesta a la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, pero tendrán que esperar hasta que Obama deje el cargo en enero.

Con la Knesset debatiendo el presupuesto del Estado y con la crisis por el puesto avanzado de Amona resuelta, Netanyahu ha conseguido reforzar su posición en el poder. Solamente posibles asuntos legales en torno a presuntas malas conductas, podrían teóricamente amenazarle, pero es una incógnita cómo estos temas se jugarán.

Irónicamente, aunque puede que su respuesta a la resolución anti-israelí sea equivocada, seguirá siendo más probable que le beneficie a nivel político por la sencilla razón de que está muy por encima de todos los otros políticos israelíes sobre política exterior.



Y la izquierda israelí se regocija - Dror Eydar

Es importante no excitarse demasiado por el ruido que la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU está causando - no esa especie de "alegría de los pobres" de la izquierda israelí y estadounidense, ni tampoco el "diluvio de escenarios de miedo" que vamos a soportar en los próximos días - y en su lugar centrarnos en una perspectiva histórica más amplia. Esta resolución puede reforzar realmente los asentamientos y presionar al gobierno israelí para promover la aplicación de la soberanía israelí a por lo menos ciertas partes de Judea y Samaria.

Los últimos gobiernos han congelado y abandonado las riendas de la construcción en Judea y Samaria. La construcción también  restringida en Jerusalén. El proyecto de ley de regulación sobre los puestos avanzados tampoco pasó. Y todo esto para evitar dar una excusa al presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, para no vetar las decisiones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas contra nosotros. La mayor parte del tiempo, eso (casi) funcionó. La actuación de la administración Obama este último viernes demuestra la enorme presión a la que el primer ministro Benjamin Netanyahu ha tenido que hacer frente durante los últimos ocho años. En un movimiento audaz, el presidente saliente de los Estados Unidos dio la luz verde a los países europeos para que promulgaran medidas anti-israelíes en contra nuestra.

La resolución nos enseña que no importa cuanto nos esforzamos en satisfacer a aquellos que se oponen al retorno de los judíos a Sión, ya que en el primer momento que pueden irán al ataque a través de resoluciones draconianas, boicots y cosas peores. Los países que votaron en contra de nosotros no van a cejar hasta que hayan desaparecido el último judío, incluso de la plaza del Muro Occidental, que como sabemos se encuentra en el este de Jerusalén.

El Consejo de Seguridad nunca propuso resoluciones similares que hablaran de "ocupación" o de "asentamientos" cuando se trata de la presencia turca en Chipre, de Rusia en la península de Crimea, de Armenia en la región de Nagorno-Karabaj, o de Marruecos en el Sahara Occidental. La resolución no refleja ninguna verdad legal, simplemente es característica de la ridícula obsesión de la ONU con Israel.

Resoluciones como estas no son legalmente vinculantes, sino que son más bien la expresión de la opinión de la ONU, lo cual no es algo que no conociéramos ya. El Consejo de Seguridad no es un tribunal y no establece el derecho internacional. En 1980, se aprobó una resolución similar a ésta. No detuvo a Israel en la construcción, ampliación y asentamiento de decenas de miles de judíos en el corazón del país.

Desde el punto de vista diplomático, la resolución ofrece un incentivo para que las naciones hostiles a Israel promuevan un boicot y sanciones contra Israel, pero no da a nadie el poder de actuar en contra de nosotros. El capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas da al Consejo de Seguridad la autoridad de tomar medidas para hacer cumplir sus decisiones usando una variedad de métodos, pero esa cláusula no se encuentra en esta última resolución. Así que, si bien la resolución es mala, hay una diferencia fundamental entre una mala resolución y una vinculante. Los enemigos de los asentamientos en el propio Israel y los enemigos de Israel en todo el mundo lo verán como una resolución vinculante, y ya hemos visto los gritos de alegría de algunos de nuestros valientes periodistas y analistas. Pero ellos no nos dicen cómo vivir. Tampoco lo hace la ONU

Las declaraciones y las respuestas del presidente electo de Donald Trump indican que después del 20 de enero las cosas van a cambiar. Parafraseando las palabras del inicial primer ministro de Israel, David Ben Gurion, podemos decir que no importa lo que diga la ONU y no importa lo que haga la administración  Trump. Debemos mirar por nuestros intereses y no temer "disturbios" o "furia árabe", o el resto de amenazas que han estado con nosotros desde que los judíos comenzaron a volver a Sión desde principios del s. XIX y mucho antes. Ha llegado el momento de construir en todas las partes de nuestro territorio nacional sin tener en cuenta a la ONU u otros países hostiles.

Israel debe animar a la administración Trump a mover la embajada de los Estados Unidos al edificio del Consulado Americano en el barrio Arnona de Jerusalén. Esto convertiría a la resolución del Consejo de Seguridad en una broma. El día de fiesta de Janucá nos enseña que nuestra memoria es mucho más larga que la de aquellos que desatan la guerra contra nosotros. Necesitamos paciencia y fe. En las palabras de la oración de Janucá: En aquellos días, en este momento.

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