Friday, February 24, 2017

"El amor crítico", la primera y última mentira de Obama - John Podhoretz - Commentary



Yo escribí un artículo en Commentary a los seis meses de llegar a la presidencia Obama titulado "Otro giro contra Israel". Apareció en la edición de julio de 2009. Estos fueron sus párrafos finales:
"El objetivo de la política exterior estadounidense en el Oriente Medio es ahora la creación de un estado palestino. Pero a la vez se espera muy poco de los palestinos para la creación de ese estado. Hamas debe renunciar al terrorismo y reconocer a Israel, pero su fracaso a la hora de hacerlo no matará el trato. La violencia debe ser olvidada, pero incluso eso sería de una importancia secundaria para el objetivo del Estado". 
"Sin embargo, y al mismo tiempo, se espera mucho de Israel. Los asentamientos deben ser congelados, incluyendo su 'crecimiento natural'. Israel debe reforzar la economía palestina, proporcionar a los palestinos empleos y mejorar las cosas en Gaza. En resumen, Israel debe dar y los palestinos recibir. Lo que Israel deberá dar irá acompañado de una promesa palestina de una reducción de la violencia. Lo que los palestinos deberán recibir irá acompañado de la entrega por parte de  Israel de más territorio, más allá de la totalidad de Gaza y la casi totalidad de Cisjordania ya en manos palestinas. Israel, afirmaba el presidente Obama, estará mejor si todo esto sucede. Debe confiar en él, ya que es amigo de Israel. El mejor amigo de todos, recuerden, porque está dispuesto a ser honesto acerca de la necesidad de Israel de sacrificarse en el altar de nada más que una promesa, y tal vez ni siquiera de eso". 
"Y así se está cumpliendo el giro contra Israel que tantos predijeron durante la campaña de 2008, con una sonrisa, con un guiño y con la invocación de una palabra que realmente significa algo muy diferente de la amistad. Podría incluso significar lo contrario".
La decisión en diciembre pasado del presidente Obama de abstenerse en una votación del Consejo de Seguridad de la ONU que declaraba efectivamente que cualquier presencia judía en el Jerusalén Este o en Cisjordania violaba el Cuarto Convenio de Ginebra, y por lo tanto ilegal bajo el derecho internacional, marcó realmente el momento en que cruzó la línea que había trazado a partir de 2008 en adelante. En realidad, el giro contra Israel fue completo. Y lo hizo como en una entrevista de despedida, caracterizando su asalto a la legitimidad de la presencia judía en Tierra Santa como un acto de "amor crítico". "Los amigos tienen que decirse las duras verdades", dijo el secretario de Estado John Kerry en un discurso en defensa de la abstención.

Lo que plantea la pregunta clave: ¿por qué abstenerse? Si las "duras verdades" definen la amistad, entonces por todos los medios deberían haber contado las verdades tan duras como sea posible. Si Obama y Kerry realmente creen que la presencia judía en Jerusalén Oriental es ilícita, entonces deberían haber votado a favor de la resolución. En su lugar, tomaron la salida de los cobardes. Abrieron la puerta a los criminales y colocaron las joyas en sus manos mientras usaban unos guantes blancos para no dejar rastro de sus huellas dactilares. La abstención fue en cierto sentido la extraña marca de su mala conciencia. Quisieron que algo sucediera mientras que mantenían la negación histórica sobre su implicación en ella.

En los ocho años de presidencia de Obama, la guerra estalló dos veces entre los palestinos y los israelíes, y casi estalló una tercera vez. En cada caso, la cuestión no era ni Cisjordania, ni Jerusalén Oriental, ni nada parecido. Las dos guerras y la cuasi tercera guerra ocurrieron en y alrededor de Gaza, de la cual Israel se retiró unilateralmente en el 2005, más de tres años antes de que Obama asumiera el poder. Las guerras fueron el resultado de las agresiones de la organización terrorista Hamas.

La idea de que los asentamientos y la presencia judía en Jerusalén Oriental son la principal barrera para la paz entre Israel y los palestinos demostró ser una mentira justo ante los ojos de Obama en 2009 y 2012 y 2014. Y no le importó verlo porque cegado por su antipatía deseó atribuir la responsabilidad a la parte israelí, cuando la honestidad le obligaría a encontrarla en su equivocada ideología izquierdista o dentro de su propia alma.

Israel ha sobrevivido a la horrenda bendición de la falsa amistad de Barack Obama.

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