Saturday, May 06, 2017

El nuevo mesías y el viejo cínico: Notas sobre la reunión Trump-Abbas - Shmuel Rosner



1.- El presidente Donald Trump cree que lograr la paz entre Israel y los palestinos “no es quizás tan difícil como la gente ha pensado en los últimos años”. Al menos eso es lo que dijo cuando se reunió con Mahmoud Abbas en la Casa Blanca. Y tiene razón, por supuesto: No es difícil, tan sólo con que los palestinos acepten lo que les ofrece Israel, e Israel acepte lo que le piden los palestinos, un acuerdo de paz se podrá firmar.

Es interesante contrastar el optimismo de Trump con el sombrío pesimismo de las personas involucradas en este proceso. Cuando a los israelíes les preguntaba en abril el IDI “¿Cree o no creen que las negociaciones entre Israel y la Autoridad Palestina conducirán en los próximos años a la paz entre Israel y los palestinos?”,  menos de una cuarta parte de ellos dijeron que “creían mucho o moderadamente” que la paz estaba al venir.

Así que tal vez Trump sepa algo que ellos no saben (eso es posible, algo que podría estar sucediendo y es todavía un secreto). O podría entender algo que no entienden (porque están atrapados en el pasado y Trump es el futuro). O tal vez todo esto sea un juego de hacer creer. O tal vez está muy desorientado, un presidente desorientado con un ego excesivo.

2.- Trump no presentó ningún plan de paz, por lo menos no al público. Tal vez una paz que "no sea quizás tan difícil" ni siquiera precise de un plan, tal vez los detalles se dejan para otros, o tal vez se presente un plan a Abbas a puerta cerrada. Pero lo más probable es que Trump tenga un plan.

Trump cree que estar allí, en el lugar en el que sus predecesores fueron incapaces, y eso será suficiente para lograr la diferencia. Trump asume que su personaje de fabricante de un acuerdo será suficiente para lograr un acuerdo que ha eludido a israelíes y a muchos de sus vecinos durante más de un siglo.

¿Acaso esto no les recuerda a alguien? ¿Tal vez a alguno de sus predecesores? ¿Quizás a su predecesor inmediato?

Por una parte, para convertirse en el presidente de los Estados Unidos hay que tener un gran ego, se debe mantener la creencia en que la personalidad y las habilidades propias para el liderazgo pueden provocar el cambio. Y el hecho de que Trump tenga un gran ego - y el presidente Obama también lo tenía - no es un delito condenable. Pero el ego se vuelve problemático cuando impide que un presidente sea también realista. Cuando es tan grande que bloquea la vista. Como cuando Obama creía que la fuerza de su personalidad podría cambiar unas realidades que habían sobrepasado a sus predecesores durante tantos años, y sus críticos lo llamaron mesiánico.

"Mesiánico" no es una mala descripción de un presidente que no sólo cree en el logro de un acuerdo de paz, sino que también cree que gracias a sus políticas, que aún no están claras, “es de esperar que no habrá tal odio por mucho tiempo”.

3.- El presidente Trump dijo : “Todo acuerdo no puede ser impuesto por los Estados Unidos, o por cualquier otra nación”. Esto es lo que Israel quiere oír. Debido a que los palestinos, seguramente, no pueden obligar a Israel a aceptar sus demandas.

El presidente dijo: “Vamos a lograr que se haga. Vamos a trabajar muy duro para lograr que se haga. Ha sido un largo tiempo, pero vamos a trabajar con diligencia. Y creo que hay una muy, muy buena oportunidad, y creo que se siente de la misma manera”. La dirección palestina espera que si Trump realmente lo quiere, entonces Israel sea reacia a interponerse en su camino. Por otra parte, si no es tan difícil, ¿por qué la necesidad de trabajar tan duro?

El presidente llamó al primer ministro Yitzhak Rabin un “valiente pacificador”. Esto es interesante. La mayoría de los israelíes creen que los acuerdos firmado por Rabin (los Acuerdos de Oslo) fueron un error. En realidad, fue un líder valiente, pero los acuerdos fueron un error.

Convertir a Rabin en el modelo para mirar hacia adelante era una opción interesante para Trump y su equipo. Y supongo que no era una opción accidental.

4.- El presidente Abbas no mostró ninguna señal de disposición a moderar sus posiciones. “Nuestra elección estratégica es lograr una paz basada en la visión de los dos estados - un estado palestino con su capital en Jerusalén oriental que viva en paz y estabilidad con el Estado de Israel sobre la base de las fronteras de 1967 -”. O tal vez lo hizo. Al decir “basado en las líneas de 1967" quizás aceptaba mostrar cierta flexibilidad sobre dichas líneas. O diciendo “Yo también creo que seremos capaces de resolver el problema de los refugiados y la cuestión de los presos”, dando a entender que estaba dispuesto a aceptar una fórmula creativa para los refugiados que no sea el proclamado “derecho de retorno”.

Abbas - al igual que Netanyahu - no sabe realmente lo que quiere el presidente Trump y qué tan alto dentro de su agenda está el tema palestino-israelí. Él está tratando de ganar tiempo. Tratando de no contradecir o molestar al presidente, tratando de tomar ventaja de ese ego suyo. Abbas no es menos cínico sobre el esfuerzo estadounidense que la mayoría de los israelíes. Pero no es menos cauto a la hora de revelar el cinismo de sus líderes.

5. El presidente Trump no tiene un plan del que podemos hablar - ni siquiera dijo las palabras “Estado palestino” - , aunque su objetivo final es una solución acordada. ¿Acordado por quién? Por Israel y los palestinos. ¿Y si no están de acuerdo, a lo que son tan propensos? El presidente también ha asegurado que una solución no puede ser impuesta sobre ellos.

Algo tienen que dar.

Si el presidente es serio acerca de su política de no imposición, el resultado más probable del proceso actual será su abandono.

Pero si es serio sobre lograr un acuerdo, en tal caso tendrá que aplicar presión, es decir, imponer sus ideas prescritas a una o ambas partes.

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