Monday, May 29, 2017

¿Los judíos de Masada se mataron ellos mismos en vez de caer en manos romanas? - Elizabeth Sloane - Haaretz





"Desde que decidimos no volver a ser servidores de los romanos, ni de nadie más salvo el propio Dios, el único, verdadero y justo Señor de la humanidad, nos ha llegado el momento de poner esto en práctica... Fuimos los primera en rebelarnos, y somos los últimos en luchar contra ellos, y no puedo más que considerar como un favor concedido por Dios el que todavía esté en nuestro mano poder morir con valor y libres" Elazar ben Yair, líder de los rebeldes sicarios.

Un servidor del pueblo americano, el nuevo presidente de Estados Unidos Donald Trump, visitará Israel la próxima semana en su primer viaje al extranjero. Entre sus citas se rumorea sobre un breve viaje a Masada, el icono de la resistencia judía. ¿Pero acaso las historias que están detrás de Masada, y el suicidio de los judíos allí asediados por no capitular ante hegemonía romana, puede que también resulten ser noticias falsas?

Todo escolar en Israel conoce la historia de cómo los héroes judíos se rebelaron contra los romanos paganos y se refugiaron en la fortaleza del desierto de Masada, optando finalmente por el suicidio en masa, matándose entre ellos mismos y a sus familias antes que ser capturados y humillados por parte de las fuerzas del emperador Vespasiano.

La historia del asedio de Masada ha sobrevivido a largo de los siglos gracias al relato de Joseph ben Matityahu, también conocido como Flavius Josephus, quien una vez fue un comandante rebelde en la gran revuelta judía que comenzó en el año 67 d. C., y que tras ser capturado se convirtió en asesor de Vespasiano. Él fue quien narró la historia de los defensores judíos de Masada dirigidos por Elazar ben Yair y de su decisión de morir antes de ser capturados.

El relato de Josefo en su ”La Guerra de los Judíos” indica que había 967 personas en la fortaleza de Masada. Habían estado librando una campaña de guerrillas contra los romanos, pero en 73 d. C., con la guerra habiendo siendo ganada por los romanos, Flavius ​​Silva y sus legiones llegaron hasta allí para completar su victoria.

De acuerdo con esta romántica historia, prefirieron morir libres antes que vivir como esclavos. Así pues los defensores eligieron matar a sus propias familias, y luego echaron a suertes determinar quién mataría a sus camaradas. Se suponía que sólo dos mujeres y cinco niños sobrevivieron al ocultarse.

La investigación del ex general y arqueólogo Yigael Yadin, quien dirigió las excavaciones de la fortaleza construida por el rey Herodes en 1963, consideró que las evidencias arqueológicas apoyaban el relato de Josefo. Sin embargo, a pesar de la aceptación general de este relato entre los israelíes, los eruditos no estuvieron de acuerdo.

La verdad es que las excavaciones de Yadin produjeron poco material arqueológico para corroborar o negar el relato establecido por Josefo. Los hallazgos se mantuvieron abiertos a la interpretación. Y el hecho es que el relato de Josefo sigue siendo la única versión de los acontecimientos ocurridos en esta meseta del desierto barrida por los vientos.

Los arqueólogos que trabajaron con Yadin se sintieron decepcionados por lo poco que encontraron para confirmar el relato de Josefo, admite el profesor Nachman Ben-Yehuda, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Él cree que Yadin modificó sus conclusiones para apoyar la versión de Josefo y lo sostuvo en su libro ‘El Mito de Masada: la memoria colectiva y la creación de mitos en Israel’ (1995).

Entre los restos que Yadin encontró en Masada había pergaminos, cerámica, ropa - incluso una sandalia -, armas que incluían puntas de flecha de origen indeterminado, piedras de honda y monedas judías que se remontaban hasta el año del asedio, lo que demuestra la ocupación humana del lugar. Sin embargo, todos estos restos no prueban lo que ocurrió en Masada en el 73 d. C.

Haim Goldfus, profesor de la Universidad Ben Gurion del Negev, ha puesto bastante en duda la existencia de una situación de asedio. De hecho, sospecha que no hubo allí una guerra. "No hay ninguna evidencia de sangre derramada en la batalla", comentó Goldfus en el pasado.

Cualquier guía turístico que se precie apunta inmediatamente a la ruta conocida como la "rampa romana", que se supone que los soldados romanos utilizaron para posicionar un ariete con el que derribar e irrumpir a través de los enormes muros de piedra de la fortaleza.

Tonterías, dicen algunos expertos. "No podría haber cumplido ese papel que se le atribuye en la ruptura de los muros de la fortaleza porque la ruta o senda era demasiado estrecha y pequeña, y no podría haber sido utilizada por el ejército romano para posicionar un ariete. A la luz de los hallazgos en la zona donde los romanos irrumpieron, entendimos que no pasó nada allí“, comenta Goldfus.

Otros investigadores argumentan a favor del relato tradicional. Jonathon Roth, de la Universidad Estatal de San José de California, cree que un asedio tuvo lugar, y que debido a la altura de las rocas, eso estimuló a los romanos para su construcción, siendo capaces de construir dicha rampa en tan sólo de cuatro a seis semanas. El asedio habría terminado poco después de eso, según Roth.

La excavación de Yadin halló once piezas de ostraca, cada una con un nombre inscrito. “Ben Yair” era uno de esos nombres.

Esto llevó a Yadin, y a algunos eruditos posteriores, a la conclusión de que se trataba de los lotes utilizados por los defensores para determinar quién mataría a los demás rebeldes.

Sin embargo, el relato de Josefo habla de que diez hombres fueron elegidos, no once. Y la existencia de las ostracas no proporcionan ninguna luz sobre su propósito. ¿Fueron utilizadas esas ostracas, tal como comentó Yadin, para decidir quién manejaría los cuchillos que acabarían con sus camaradas, o bien fueron utilizadas para determinar quién haría las guardias o saldría en redadas? ¿O eran un simple y antiguo juego de adivinanzas?

A pesar de que el relato de Josefo hablaba de que 967 personas estaban en la fortaleza de Masada en su último día, sólo 28 cuerpos fueron descubiertos en las excavaciones, y sólo tres de ellos se encontraron en el palacio, donde Josefo comentó que todos fueron asesinados.

Mientras que la presencia de animales salvajes y carroñeros y los efectos del tiempo podrían explicar por qué no encontraron más cuerpos intactos, hasta el momento no ha habido signos de la existencia de más cuerpos.

Los cuerpos que faltan plantean más dudas sobre el relato de Josefo. Se plantea la posibilidad de que el profesor Jerome Murphy-O'Connor, de la Ecole Biblique, podría estar en lo cierto: no habría existido un suicidio en masa en Masada.

El profesor Yadin pensaba que los restos tenían que ser de los defensores de Masada, y que los tres que se encontraron juntos pertenecían a una misma familia, tal vez el último defensor que mató a los miembros de su familia y que finalmente se suicidó. Yadin basó su interpretación en los restos de armaduras de las inmediaciones, tal como describió Richard Monastersky en 2002.

Sin embargo, un antropólogo del equipo de excavación estima que el hombre tenía entre 20 y 22 años de edad, la mujer entre 17 y 18, y el niño entre 11 o 12 años. Si bien el hombre y la mujer podrían haber sido una pareja, el niño no podría haber sido hijo suyo.

Los otros 25 cuerpos fueron encontrados en una cueva que no se menciona en el relato de Josefo, mientras que los cuerpos que sí mencionaba simplemente no estaban allí.

Shay Cohen, profesor de literatura hebrea y de filosofía en la Universidad de Harvard, sospecha que estos restos eran de hecho de los judíos que se escondieron de los romanos, pero no lo suficientemente bien, y que fueron encontrados y muertos por los romanos.

Si es así, estaría en contradicción con el relato de que los defensores de Masada fueron asesinados voluntariamente por su propia gente para evitar ser capturados por los romanos.

Joseph Zias, del Museo Rockefeller de Jerusalén, sugiere otra posibilidad. Él cree que los restos podrían ser de soldados romanos. Esto encajaría con la admisión de Yadin de que había encontrado huesos de cerdos con los restos.

Vivir con cerdos habría sido un hecho tabú para los rebeldes judíos. Sin embargo, y según Zias, los romanos no tenían esas restricciones y sacrificaban cerdos durante los enterramientos. La décima legión Fretensis, la que llevó a cabo el asedio, incluso tenía un jabalí como uno de sus emblemas, afirma Zias

Catorce de los esqueletos encontrados en la cueva eran de varones adultos. Seis de ellos tenían edades de 35-50, y tenían una “configuración física claramente diferente del resto”, según comentó el profesor Ben Yehuda. Eso plantea la idea de que algunos de los cuerpos pertenecían a soldados romanos que podían haber fallecidos durante la lucha por la fortaleza, o que pueden haber formado parte de la fuerza de ocupación dejada allí tras el sitio.

Por desgracia, la cuestión de lo que sucedió a los defensores restantes todavía está sin respuesta. Y si algunos de los pocos cuerpos hallados pertenecían a soldados romanos, muertos en la lucha por la fortaleza de Masada o de otra manera, la historia de un suicidio en masa parece más cuestionable.

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