Wednesday, July 05, 2017

¿Cerrar el Kotel? - Rabino Nathan Lopes Cardozo - Times of Israel



Con asombro, he estado siguiendo el debate sobre el Kotel.

Tampoco tenía la intención de escribir sobre el tema, ya que por ahora ha provocado un debate de tan baja calidad que ha avergonzado al judaísmo, al pueblo judío y al propio Kotel.

Sin embargo, puesto que muchos de mis lectores me han preguntado mis pensamientos, permítanme añadir mis dos centavos.

No puedo evitar creer que todas las partes han cometido groseros errores: los ortodoxos, al insistir en unos inflexibles estándares halájicos, lo cual impide cualquier posible solución a este problema; los movimientos no ortodoxos, así como las mujeres pluriconfesionales del muro,  por no haber aprovechado la oportunidad, con su maxilismo, de lograr un verdadero avance, agravando solamente el problema de la separación; y el gobierno, por carecer de la necesaria sabiduría para elevarse por encima de todas las partes en lucha.

Los rabinos Yitzchok Adlerstein y el Daniel Bouskila ha puesto el dedo en la llaga.

El rabino Adlerstein hizo la observación correcta de que mediante la adición de otra sección aparte, estábamos erigiendo una barrera (mejitza) psicológica aún mayor que dividía a millones de personas.

Ni siquiera somos capaces de mantener la unidad suficiente como para conservar un solo lugar en todo el mundo en el que podamos unirnos y expresar nuestra condición judía en la oración sin ningún tipo de discordia.

El rabino Bouskila hizo una observación aún más importante. El Kotel nunca fue una sinagoga; ni nunca debería convertirse en una de ellas. Es un lugar donde la gente puede orar, ser espiritual, y meditar.

No debe tener un minyanim, los servicios de una sinagoga, o contener celebraciones de bar mitzvah, ni por supuesto convertirse en una atracción turística comercial.

Ninguna denominación religiosa debería tener control sobre él, y no deberían existir barreras que separen a las personas. Debería ser designado como un lugar donde la gente pudiera tocar el cielo y experimentar una sensación de verdadera santidad.

Esta llamada “decisión histórica” es en realidad una tragedia normal y corriente. Nada de lo que estar orgulloso.

Solo para aclararlo: no veo ningún problema halájico con las mujeres que usan tallitot y tefilín, o realicen la lectura de la Torah. De hecho, me sigo preguntando si ha llegado el momento de obligar tanto a las mujeres como a los hombres a que practiquen la observancia de todos los mandamientos. Pero el Kotel no es el lugar donde esto se lleve a cabo.

Artículos como el talit, los tefilín o la Sefer Toráh no pertenecen al Kotel. Pertenecen a la sinagoga. La gente debe venir al Kotel desnudando sus almas y derramando sus corazones en oración ante el Señor del Universo.

La próxima línea de ruptura pueden ser los judíos por Jesús. ¿También reclamarán su lugar separado en el Kotel, y quién sabe lo que van aportarán?

Me pregunto si ha llegado quizás el momento de cerrar el Kotel al público hasta que nos pongamos las pilas

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