Wednesday, August 23, 2017

Neonazis y judíos estadounidenses antisionistas coinciden



El sionismo no se puede comparar con el nazismo, incluso si Richard Spencer y el JVP lo dicen - Jane Eisner - Forward

Ya fue bastante ofensivo cuando, después de los mortales acontecimientos de Charlottesville, un líder de los supremacistas blancos, Richard Spencer, se denominó a sí mismo un "sionista blanco", comparando su visión del nazismo con la creencia en una patria para los judíos.

Pero fue aún más angustioso leer en estas páginas una interpretación que apoyaba esa aseveración de Naomi Dann del grupo radical Voces Judías por la Paz, un grupo de la izquierda radical antisionista.

Trabajamos duro para reflejar la gama de opiniones judías en América, de ahí la publicación y la dura reacción a su publicación. El flujo libre de ideas debe ser apreciado. Pero cuando un judío incluso sugiere comparar a Israel con los nazis, esto debe ser denunciado.

El argumento de que el sionismo es semejante al nazismo no es nuevo, y nunca ha sido correcto. Su ecuación consiguiente - que el sionismo es racismo - fue codificada por las Naciones Unidas cuando aprobó la Resolución 3379 en 1975 (tras la guerra de Yom Kippur) por los votos de los países árabes y sus aliados. Aunque nunca ha sido el mejor amigo de Israel, el organismo internacional recuperó más tarde la razón y derogó abrumadoramente la resolución en 1991.

Pero, al igual que el antisemitismo en su núcleo nunca morirá, resurgiendo en momentos de ansiedad y enojo, resulta evidente que la opinión de Spencer y del JVP (neonazis y antisionistas confluyendo) se alimenta de un desprecio intencionado por lo que el sionismo y el nazismo realmente representan.

Esta no es la primera vez que Spencer y sus semejantes han tratado de crear algún tipo de terreno común entre su nacionalismo blanco y el sionismo, pero la supuesta afinidad se basa en arenas movedizas.

La versión del nazismo que defiende Spencer, aunque esté vestida como una especie de acción afirmativa pervertida favorable a la población blanca, es por naturaleza excluyente y racista. Está impulsado por el agravio y el odio. Considera al etno-nacionalismo como un juego de suma cero, donde el poder de un grupo automáticamente disminuye el estatus de los otros grupos.

El ideal americano siempre ha aspirado a lo contrario: una noción de nacionalismo que se expande para incluir en lugar de restringir o rechazar. Por supuesto, este país se ha quedado corto en ese ideal desde el principio, pero eso no evita el progreso que se ha hecho y la necesidad de que sigamos intentando más logros.

El sionismo también es una aspiración expansiva, afirmando que los judíos, como todos los demás pueblos de la tierra, merecen el derecho de gobernarse a sí mismos en su patria ancestral.

Existe una innegable tensión entre el privilegio de los judíos en el Estado de Israel y los derechos de otros grupos religiosos y étnicos. Esa tensión es inherente a cualquier empresa nacionalista.

Es por eso que muchos países occidentales levantan una elevadas barreras para adquirir la ciudadanía - en Austria puede llevar hasta 30 años - y otros imponen informalmente normas sociales y culturales para mantener la hegemonía de la clase dominante.

Es también por eso que otras naciones tienen estrictas pruebas religiosas de ciudadanía y liderazgo, para privilegiar a un grupo sobre otro. Cada ciudadano en Arabia Saudí, por ejemplo, es considerado musulmán, y la conversión al cristianismo es castigable con la muerte. En 30 países, sobre todo en el Oriente Medio y África del Norte, el jefe de estado por ley debe tener una religión particular.

¿Es también esto racista para el JVP?

Es poco probable que un no judío se convierta en jefe de Estado en Israel en cualquier momento, dada la abrumadora mayoría judía del país, pero los ciudadanos árabes sirven en la legislatura, en la alta corte y en muchos otros cargos de responsabilidad cívica. Esto no ha impedido que el actual gobierno de Benjamin Netanyahu siga políticas que discriminan a los no judíos [N.P.: el gobierno actual es el que más ha invertido en la minoría árabe, mucho más que los gobiernos laboristas] o que perpetúan la ocupación de tierras palestinas y la negación de la soberanía palestina.

Que esas políticas puedan hacerse en nombre del sionismo es doloroso, una perversión del ideal sionista. Es algo con lo que todos los judíos deben tener en cuenta. Pero las imperfecciones de la realidad no niegan el hecho subyacente de que el sionismo no es intrínsecamente racista y puede - y de hecho lo hace - existir lado a lado con la democracia.

El nazismo no puede.

Pero Dann describiendo que Spencer está "sosteniendo un espejo ante el sionismo y el reflejo no es bonito" es especialmente peligroso en el clima político actual. La intimidante exhibición de eslóganes y símbolos nazis en Charlottesville, Virginia, legitimada por las asombrosas declaraciones del presidente Trump, es un recordatorio escalofriante de que incluso en los Estados Unidos los judíos corren riesgos simplemente porque son judíos.

Debemos fortalecer nuestro sentido de solidaridad. Debemos convencernos de reconocer nuestra vulnerabilidad compartida, incluso ante nuestras considerables y continuas diferencias internas.

Pero que un judío compare la política israelí, que puede considerar equívocada, con la ideología de Richard Spencer resulta más que preocupante. Principalmente por que es falso. Y la verdad es una mercancía demasiado preciosa en estos días para ser despilfarrada.

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