Thursday, August 03, 2017

¿Qué les ha ocurrido a los Nuevos Ateos? Perdieron el apoyo de la izquierda al criticar también al Islam - Elliot Kaufman - National Review



El viernes, se hizo oficial: Los Nuevos Ateos ya no son bienvenidos en la izquierda. Maltratados, condenados y rechazados, estos "intelectuales públicos ateos" y anteriormente favoritos de la progresía, ahora se encuentran sin hogar y son despreciados por sus antiguos aliados progresistas.

Richard Dawkins, el famoso biólogo evolutivo y escéptico, ha sido el último camarada abandonado. Se anuló su invitación a hablar en Berkeley porque sus "comentarios sobre Islam" habían "ofendido y lastimado... a mucha gente", según los organizadores del evento.

Dawkins está en buena compañía. Sus nuevos compatriotas ateos, Christopher Hitchens y Sam Harris, ya fueron expulsados ​anteriormente del partido progresista. En ambos casos, su insuficiente deferencia hacia el Islam fue la causa inmediata.

Hitchens seguía siendo un socialista comprometido, pero sentía que era necesaria una guerra contra el terror y la autocracia islámica. Por esto, fue denunciado como un "neocon". Harris, un liberal directo y verdadero, se atrajo la ira de Reza Aslan por negarse a excluir al Islam de su amplia crítica de la religión. "El Islam no es una religión de paz", dice Harris a menudo. De hecho, piensa que es todo lo contrario. Por eso, todos, desde Glen Greenwald hasta Ben Affleck, lo han convertido en un islamofobo y un fanático. Eso significa que tres de los muy aclamados "cuatro jinetes" del Nuevo Ateísmo han sido expulsados del paraíso de la izquierda por extender su crítica de la religión al Islam.

El cuarto es Daniel Dennett, quien también critica al Islam. El único filósofo real del grupo, es demasiado aburrido y pesado para que reparen en él, y mucho menos denunciado por nadie. En su lugar, se puede añadir a Bill Maher, un popularizador del Nuevo Ateísmo que también ha sido excluido de Berkeley por sus críticas al Islam. Uno por uno, estos hombres han sido excomulgados desde la izquierda.

¿Qué les ha sucedido? ¿Por qué esa misma izquierda que antes se deleitaba comprobando como estos hombres se burlaban y vilipendiaban a los cristianos, ahora les denuncia cuando tratan al Islam de la misma manera?

La confirmación de su sesgo antirreligioso se merece al menos una parte de la culpa. Los nuevos ateos han albergado desde hace mucho tiempo un miedo irracional al cristianismo, pero la cristianofobia no preocupa a la izquierda. Lo que les importa es combatir la islamofobia, una auténtica prioridad progresista, allí cuando se cuestiona su existencia y parece producirse.

Sin embargo, el argumento de que la obsesión liberal con la islamofobia se deriva de un sano respeto por el estatus de las minorías no va tan lejos. Como Michael Walzer, un intelectual judío socialista ha escrito en Dissent, "frecuentemente me encuentro con izquierdistas que están más preocupados por evitar las acusaciones de islamofobia que por condenar el fanatismo islámico".

Después de todo, hay una razón por la cual muchos demócratas y progresistas obstinada y orgullosamente se niegan a decir las palabras "terrorismo islámico", prefiriendo hablar de un "extremismo" difuso y generalizado. Pero estas mismas personas que insisten en que "hombres malvados han pervertido al Islam", suelen ser los primeros en presentar falsamente a Timothy McVeigh como ejemplo de un "terrorista cristiano".

Ellos presentan las acciones de extremistas de origen cristiano como un reflejo del cristianismo (e inclusive cuando niegan tener fe), pero en cambio las acciones de los creyentes islámicos ortodoxos no suscitan igualmente dentro de la izquierda una reflexión sobre los principios de la fe islámica.

De hecho van más lejos, la defensa del Islam se convierte en una defensa del radicalismo islámico y de la intolerancia. Slavoj Žižek ve en el islamismo "la rabia de las víctimas de la globalización capitalista". Judith Butler insiste en que "comprender que Hamas y Hezbollah son movimientos sociales progresistas, situados y formando parte de una izquierda global, es extremadamente importante". Estas voces no pueden ser descartadas como aberrantes: son prominentes intelectuales izquierdistas seculares que encuentran una causa común con Hamas y con Hezbollah, el "Partido de Dios". De hecho, se unen a una larga línea de apologistas dentro de la izquierda de regímenes asesinos anti-occidentales. Eric Hobsbawm, el renombrado historiador, se negó a abandonar su fe en la Unión Soviética incluso después de que los tanques rodaran por Praga. Los profesores Noam Chomsky y Edward Herman pasaron años descartando y minimizando los informes de un genocidio en Camboya como propaganda occidental. Michel Foucault, el filósofo posmoderno, defendió la crueldad indefendible de la Revolución iraní al afirmar que Irán no "tiene el mismo régimen de verdad que el nuestro".

Claramente, el problema de la izquierda supera al Islam. Cualquier líder extranjero que pueda ser visto como opuesto a la dominación capitalista occidental encontrará alguna alabanza, o al menos racionalizaciones de sus más reprobables actos por los progresistas.

Como ha escrito Alan Johnson, el teórico político socialdemócrata: "La izquierda es vulnerable... Porque toma su identificación de lo que es 'en contra de', en lugar de lo que está 'a favor de'. En una conversación con el disidente polaco antiestalinista Adam Michnik en 1993, el filósofo liberal Jurgen Habermas admitió que 'había evitado cualquier enfrentamiento fundamental con el estalinismo'. ¿Por qué, le preguntó Michnik? No quería 'aplausos del lado equivocado' ", respondió Habermas.

Es necesario leerlo dos veces y luego pensar en las enormidades del estalinismo, para darse cuenta de lo terrible de esa afirmación. Pero Habermas sólo estaba expresando un argumento de sentido común de la izquierda liberal. En resumen, los nuevos ateos se han ganado los aplausos del lado equivocado: la "derecha anti-musulmana y cruzada".

Christopher Hitchens, un escritor interminablemente entretenido que podía criticar a Saddam Hussein como a cualquiera, se convirtió en el radical favorito de cualquier derecha. Sam Harris comenzó a encontrarse de acuerdo con los gustos de Douglas Murray y Ayaan Hirsi Ali. Bill Maher ahora deleita a la derecha tanto como él la enfurece. Y la izquierda, oliendo a traidores en su seno, simplemente no puede tolerar este tipo de transgresión.

Pero se debe prestar una mayor atención a la naturaleza específica del doble rasero de la izquierda cuando se trata del Islam. ¿Por qué unos valientes seculares del mundo islámico como Ayaan Hirsi Ali - el tipo de gente que la izquierda debería buscar como inspiración dentro de la historia del laicismo occidental - son considerados como fanáticos, mientras que teóricos de la conspiración que apoyan la Sharia como Linda Sarsour son apreciados? ¿Por qué criticar al Islam ha provocado que los Nuevos Ateos cruzaran una línea roja dentro de la imaginación progresista?

Estas posiciones no tienen sentido si se piensa que la izquierda es seriamente secular y está convencida de la necesidad de poner fin al reinado de la superstición. Pero los liberales y progresistas americanos no profesan el escepticismo apasionado de Hume ni el ateísmo honesto y urgente de Nietzsche. Ellos prefieren abrazar un ateísmo superficial, una especie de "guerra cultural". Este ateísmo defensor de una "guerra cultural" proporciona "pruebas", rápidas y fáciles, para apoyar la proposición de que Estados Unidos está dividido en dos campos: los liberales inteligentes y justos, sofisticados y urbanos, y enfrente los conservadores idiotas, crédulos, atrasados ​​e intolerantes. Los primeros son ateos y los últimos son creyentes, siendo los primeros halagados y los segundos criticados.

De hecho, es este tipo de pensamiento el que hizo que los progresistas se enamoraran al principio de los Nuevos Ateos. El Nuevo Ateísmo agradó a la izquierda siempre y cuando se limitaba a criticar a "Dios", el cual era asociado con las creencias del presidente George W. Bush y sus partidarios. Por lo tanto, era divertido, en lugar de ofensivo, que Bill Maher llamara a la "religión" una creencia ridícula porque se suponía que hablaba del cristianismo. Christopher Hitchens también podía llamar a Dios un "dictador" y al cielo una "Corea del Norte celestial", y la izquierda se reía. Los estudiantes de Berkeley no pensaban en anular las conferencias de Richard Dawkins cuando decía que "Bush y Bin Laden estaban realmente del mismo lado: del lado de la fe y la violencia en contra de la razón y la discusión".

Ninguna de estos eslogan molestó a la izquierda mientras se halagaba a las tribus correctas y se maltrataba a las equivocadas. Fue cuando los Nuevos Ateos extendieron su crítica de la religión al Islam cuando los progresistas comenzaron a darles la espalda. Los musulmanes, aunque en gran medida muy conservadores, se habían convertido en un "grupo marginado". Como víctimas del colonialismo occidental, de la agresión neoconservadora y de la discriminación cotidiana, se convirtieron en parte de la coalición de los oprimidos, es decir, se volvieron virtuosos. El Islam, en consecuencia, se convirtió en una fe y una tradición que merece respeto, ya no era un "virus de la mente" como el cristianismo, ese que había infectado a los tontos. Como tal, los ataques contra los musulmanes o su fe no sólo parecen estar "golpeando" a los inocentes, sino que también se han convertidos en ataques contra la izquierda misma.

Los Nuevos Ateos, simplemente por ser consistentes, se concentraron en la más atroz intolerancia religiosa, y en efecto perdieron su sofisticación a los ojos de la izquierda, y así pasaron a convertirse en unos aliados de la derecha intolerante y reaccionaria.

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