Saturday, September 30, 2017

Un asesinato de 2.000 años de edad lleva a un entierro ilícito en el corazón de Cisjordania - Amanda Borschel-Dan - Times of Israel



Fue un entierro secreto e ilegal, planeado y llevado a cabo por un activista del Monte del Templo Judío que hace décadas estuvo en la cárcel por planear hacer explotar la Cúpula de la Roca. Pero la historia de las siete mujeres y el joven que fueron enterrados en el asentamiento judío de Ofra el 6 de febrero de 2017 es aún más dramática.

En el curso de una excavación arqueológica en un complejo de cuevas en el sitio de Khirbet el-Maqatir en 2013, un desorden de huesos de estos ocho individuos fueron descubiertos entre las puntas de flecha y clavos romanos de las botas de los soldados, junto con los hallazgos cerámicos y numismáticos para el Segundo Período del Templo.

"No tengo ninguna duda de que estas personas perecieron en el año 69 d.C. a manos de los romanos", dice el arqueólogo Scott Stripling, quien co-dirigió la excavación de 20 años en nombre de un consorcio estadounidense llamado Associates for Biblical Research. El equipo de arqueólogos se dispuso a demostrar que Khirbet el-Maqatir, a unos 15 kilómetros al norte de Jerusalén, era la ubicación de la ciudad bíblica Ai mencionada en el libro de Josué, así como el posible sitio de Efraín escrito en el Libro del Nuevo Testamento de Juan.

Este fue ya un gran año para el equipo. Entre otros hallazgos en 2013 de una franja de períodos de asentamientos israelitas y amorreos, incluyendo un raro escarabajo egipcio de la dinastía XVIII (1485-1418 a.C.), la excavación descubrió un complejo de tres cuevas, y ocho cuerpos que aparentemente habían sido asesinados.

Una contenía una prensa de aceite de oliva, flanqueada por dos baños rituales, donde se encontraron cinco de los esqueletos, otra contenía aceite escurrido y en la tercera, que parecía ser un escondite secreto, fueron descubiertos los otros tres esqueletos.

La excavación había descubierto previamente una tumba típica del período del Segundo Templo, con siete kokim, unos agujeros cortados o excavados en la cámara del sepulcro que tienen espacio para un cadáver y nada más, de acuerdo con las costumbres de entierro judías en el área de Jerusalén desde 20 a.C. hasta la destrucción del Templo en 70 d.C.

Stripling comentó que fue el hallazgo posterior lo que le conmovió

"Los restos humanos en la tumba no me afectaron emocionalmente, sin embargo los huesos de estas víctimas de asesinato me afectaron", dijo Stripling. "Pensé mucho en el terror que debe haber llenado los últimos momentos de sus vidas. Parecía providencial que, casi 2.000 años después, fuera yo quien finalmente contara su historia".

La antropóloga del equipo de Stripling, Marina Faerman de la Universidad Hebrea, realizó el estudio científico de los huesos, que resultaron ser de siete mujeres de 17-25 años y de un adolescente varón.

"Hemos sido capaces de determinar el sexo, la edad y la salud de los individuos", nos dice Stripling, utilizando el C-14 en las pruebas realizadas por Elisabetta Boaretto en el Instituto Weizmann.

También comentó que la datación coincidía con los hallazgos de cerámica, monedas y otros metales encontrados en la cueva, situando la fecha de los asesinatos en el 69 d.C. Una de las monedas encontradas allí era un shekel que fue acuñado en el tercer año de la gran rebelión contra los romanos en el 69 d.C.

Unos cientos de años y un metro de cenizas más tarde, "la cueva fue reutilizada en la Segunda Revuelta, y la gente en ese momento no sabía que había restos humanos bajo sus pies", comenta Stripling.

Es posible que los hombres del anónimo asentamiento judío  de la zona fueran a pelear mientras las mujeres y el niño se escondían en las cuevas. La evidencia de la brutalidad romana es clara para Stripling.

Puntas de las flechas se encontraron en el misma matriz que los esqueletos. "Debe observarse que los esqueletos se desarticularon. Tal vez los animales salvajes los destrozaron antes de que la caída de restos y los escombros los dañaran aún más", nos comenta.

Stripling dijo que había planeado volver a enterrar los huesos en el sitio. Pero entonces algunos viejos amigos del cercano asentamiento de Ofra entraron con una propuesta para darles un entierro apropiado.

"Estas personas fueron testigos oculares del Segundo Templo, y me dio una gran alegría saber que finalmente podrían descansar correctamente", nos dijo Stripling esta semana.

Pero correcto, sin embargo, puede no ser exactamente la palabra para describir su entierro ilegal en Ofra en febrero.

La operación funeraria secreta

Los investigadores de Khirbet el-Maqatir, aunque profesionales científicamente, toman la Biblia como una especie de libro de texto para el diseño de la histórica Tierra de Israel, una posición que los coloca fuera de la corriente principal de la arqueología israelí.

Como Stripling, que ahora está excavando en el sitio de Cisjordania de Shiloh, le dijo al The Times de Israel este verano, "Hay algunos que dicen que la Biblia no es confiable. Hemos encontrado que es muy confiable... Estamos tomando la Biblia como un documento histórico serio".

Esta actitud movió al residente de Ofra Yaakov Erlich, un topógrafo, a ofrecerse voluntariamente a Stripling y al equipo de ABR por muchos años.

En un artículo en hebreo en el Yedioth Aharanoth escrito por su nuera, Erlich contó que cuando sostuvo los cartones de huesos en sus manos por vez primera, las lágrimas saltaron a sus ojos y recitó espontáneamente la tradicional oración por los dolientes.

"Había un sentimiento de participar en un momento histórico de gran significado", dijo Erlich.

Después de ello, Erlich se ofreció a enterrar los restos en Ofra. Stripling aceptó, y Erlich contactó con un miembro de la sociedad funeraria del asentamiento, Yehuda Etzion.

Como miembro de un grupo clandestino judío, Yehuda Etzion había sido arrestado y encarcelado en 1984 por un complot que tenía como objeto hacer explotar la Cúpula de la Roca. Desde su liberación, ha sido uno de los principales activistas por el derecho a la oración judía en el Monte del Templo, y también organiza reconstrucciones anuales del sacrificio de la Pascua sacerdotal cerca de la Ciudad Vieja de Jerusalén.

Movido por los restos y su brutal matanza hace 2.000 años, Etzion pensó organizar una gran ceremonia en Ofra, con miembros del Knesset y otros personas, y enterrar los huesos junto a un monumento para los soldados de una unidad de élite del IDF que cayó cerca de Ofra en 2003.

"Pensé que era adecuado darles, como víctimas de la Gran Revuelta, un gran signo de respeto", le dijo Etzion a Yedioth.

Según los restos de la legislación jordana que siguen vigentes en Cisjordania, estos restos arqueológicos deberían ser entregados a Hananya Hizmi, el coordinador de arqueología de la unidad del Ministerio de Defensa que se ocupa de las actividades civiles de Cisjordania bajo los auspicios del coordinador para actividades gubernamentales en los territorios (COGAT).

Hubo un prolongado tira y afloja entre Etzion y el equipo de Hizmi, que exigió que los huesos le fueran entregados, como dice la ley. Eztion, sin embargo, convencido de que los huesos no recibirían un entierro adecuado, no estaba dispuesto a renunciar a ellos.

Tal vez influenciado por la inminente evacuación y destrucción de nueve hogares de Ofra (que se descubrió que se habían construido en tierras palestinas) y los miles de manifestantes en el asentamiento, Etzion decidió tomar el asunto en sus propias manos.

El 6 de febrero de 2017 llamó a colegas de la sociedad judía y varios residentes de Ofra y realizaron una pequeña ceremonia en la cual enterraron los huesos en una tumba colectiva. Luego la sellaron con una gruesa capa de cemento para disuadir al equipo de Hizmi.

Hizmi le dijo al Yedioth que aunque él es "un arqueólogo, no un idealista", los huesos habrían recibido un entierro apropiado.

También comentó que la excavación en Khirbet el-Maqatir y una excavación similar en la cercana Beit El, en la cual se descubrieron una capa de ceniza clara, cabezas de flecha romana y monedas del 69 d.C., "arrojó luz" sobre la destrucción de los asentamientos judíos al norte de Jerusalén durante la Gran Revuelta.

"Hoy en día, la imagen es cada vez más nítida que estos dos asentamientos fueron arrasados ​​durante la Gran Revuelta en el 69 d.C.", dijo Hizmi.

En una declaración a The Times de Israel realizada esta semana a través del portavoz de COGAT, Hizmi afirmaba ​​que "Los huesos encontrados en Khirbet al-Maktir fueron enterrados en Ofra sin el conocimiento y el consentimiento de la Administración Civil. Hacemos hincapié en que si los huesos no hubieran sido enterrados en Ofra y hubieran llegado a la Administración Civil tal como exigimos, habrían sido enterrados en una tumba de Israel con el respeto que merecen".

Este Tisha B'av, unos 200 residentes de Ofra asistieron a la ceremonia para inaugurar la "Tumba de las Hermanas". La fiesta, que conmemora la destrucción de los Templos, parecía un momento adecuado para desvelar un gran monumento hecho de piedra naranja, sobre el cual se imprimió una reproducción de un siclo del tercer año de la Revuelta Judía, una de las monedas encontradas en el sitio arqueológico.

Una señal en hebreo e inglés marca claramente la ubicación y cuenta la historia de las víctimas.

"Era nuestra obligación con nuestras madres de hace 2.000 años", comenta Etzion sin arrepentimiento.

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