Sunday, October 29, 2017

Imaginando la flexibilidad palestina - Ze'ev Binyamin Begin - Haaretz



En su artículo "Soluciones especiales a un conflicto único" (Haaretz en hebreo, 4 de octubre), Shaul Arieli propuso una vez más una solución a este conflicto de larga fecha: "Un compromiso que satisfaga los intereses básicos de las partes, basado en los Parámetros dictados por las negociaciones en Annapolis, 2008". Aquí, a pesar de todos los mensajes de la realidad, la suposición de que este conflicto único puede y debe tener una solución aceptable tanto para Israel como para la Organización de Liberación de Palestina "sigue corriendo por nuestro patio trasero como un pollo sin cabeza. Ya no parece existir ningún pensamiento, ahora solo hay reflejos"

Al pasar de las dificultades únicas de la fórmula redentora, el Dr. Arieli descuidó el hecho de que en 2008 la dirección de la OLP rechazó los "parámetros" tres veces: en septiembre, Mahmoud Abbas se abstuvo de responder a la propuesta de gran alcance del entonces primer ministro Ehud Olmert ("No lo he visto desde entonces",  comentó Olmert más tarde); en noviembre, rechazó la solicitud de la secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, y se negó a informarle que aceptaba las propuestas de Olmert; y en diciembre, cuando el entonces presidente americano George W. Bush le rogó que le informara de su aceptación - en su oficina de la Casa Blanca y no para su publicación -, se negó una vez más. Al respecto, Rice escribió en su libro de memorias de 2011 "No Higher Honor: A Memoir of My Years in Washington": "El palestino se mantuvo firme y la idea murió".

Y él todavía todavía sigue parado firmemente, atrapado en su esquina e incapaz de moverse. Todos los caballos y todos los hombres del presidente americano no pudieron moverle del lugar donde se encontraba, él y sus colegas en la dirección de la OLP y los miembros de Hamas. Por lo que la idea murió.

Dentro de poco celebraremos el centenario de la Declaración Balfour. Por lealtad a la convención de la OLP, Abbas, el jefe de la organización, comunicó el año pasado en su discurso ante la Asamblea General de la ONU: "Sí, han pasado 100 años desde la notoria Declaración Balfour, por la cual Gran Bretaña dio, sin ningún derecho, autoridad o el consentimiento de cualquier pueblo, la tierra de Palestina a otra gente. Esto pavimentó el camino para la Nakba del pueblo palestino, y la desposesión y desplazamiento de su tierra".

De estas tensas frases, Arieli eligió citar solamente las primeras nueve palabras, y su significado político es claro: con la entidad judío-sionista, que surgió sobre la base de esta terrible y constante injusticia dentro de las fronteras de 1949, los líderes de nuestros vecinos palestinos no podrán firmar un acuerdo de paz declarando, según sería necesario, el final del conflicto y el cese de las demandas mutuas.

Arieli reconoce "el derecho personal del refugiado a regresar a su hogar", en otras palabras, incluso en la quinta y sexta generación, de acuerdo con la definición del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, una definición que fue inventada solamente para estos refugiados, pero Arieli también ve la contradicción entre ella y la identidad judía del Estado de Israel. Pero él dice tener una receta para resolver este problema: "La absorción de los refugiados en el Estado de Palestina en general, o en sus lugares de residencia actuales, o un retorno a terceros países (incluido Israel), debe tener como base su consentimiento personal y aprobación". En esta mezcla también vierte "un acuerdo sobre una fórmula conjunta con respecto a las narrativas del problema de los refugiados", agregando una pizca de "variadas compensaciones". Se calienta a fuego lento, y el problema se resuelve.

Pero en realidad, se aplican diferentes reglas. Hace solo dos semanas, el 24 de septiembre, el Comité Ejecutivo de la OLP decidió (según MEMRI, Middle East Media Research Institute) que "el derecho internacional y las decisiones de la ONU son la única base para un acuerdo general que proporcionará seguridad y estabilidad a todos los países, incluido al Estado de Palestina dentro de las fronteras de 1967, y para mantener el derecho de los refugiados palestinos a regresar a sus hogares, de acuerdo con la Resolución 194 de la Asamblea General de la ONU [en 1948]". Incluir al "al Estado de Palestina dentro de las fronteras de 1967" contradice por supuesto el derecho de los refugiados a "regresar a sus hogares", pero este derecho tiene prioridad sobre todo lo demás.

La puerta de entrada al campo de refugiados de Aida ilustra esto: arriba, a lo largo de todo su ancho, hay una gran llave, un símbolo del "retorno". Con tales símbolos, que se transmiten de una generación a la siguiente, no podrá existir nunca ninguna renuncia. Unos días después del fracaso de las negociaciones en Camp David, Abbas hizo un buen trabajo al explicar la posición de la OLP. "La delegación palestina se negó a definir el número de refugiados palestinos a quienes se les permitirá regresar, incluso si nos ofrecieran tres millones de refugiados, tal como les dijimos. Eso se debe a que nosotros querríamos que reconocieran el principio, y luego llegaremos a un acuerdo sobre el cronograma con respecto al retorno de los refugiados o la compensación a aquellos que no quieran regresar".

Desde entonces, nada ha cambiado. La firma de la OLP de un acuerdo de paz con Israel, que incluye un límite para los refugiados a los que se les permitirá regresar a sus hogares originales, así como una declaración del "final del conflicto" mutuo, solo se puede encontrar en la más salvaje imaginación de los expertos.

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