Saturday, November 25, 2017

Los "intelectuales" occidentales de izquierda que trafican con la negación de los genocidios de Srebrenica a Siria - Oz Katerji - Haaretz



Veintidós años después de la masacre de Srebrenica, Ratko Mladic ha sido  condenado por el crimen de genocidio y sentenciado a cadena perpetua en la decisión final del tribunal de la Haya sobre los crímenes de guerra por la crisis yugoslava.

Entre los asistentes en La Haya estaba Fikret Alic, sobreviviente del campo de concentración de Trnopolje dirigido por los serbios. En 1992, una fotografía de la figura demacrada de Alic publicada en la portada de la revista Time conmocionó al mundo y provocó las condenas internacionales por las atrocidades que se desarrollaban en Bosnia.

Cinco años después de esa infame fotografía, una difunta revista de extrema izquierda británica conocida como LM (Living Marxism) publicó un artículo de Thomas Deichmann defendiendo el campo de concentración. En el artículo, titulado "La imagen que engañó al mundo", afirmaba que los reporteros de la compañía británica de noticias ITN TV habían tergiversado deliberadamente la imagen de Alic, afirmando que el campo de concentración era un "centro de acogida para refugiados" que podían abandonarlo "si lo deseaban".

No solo fue una mentira escandalosa e infundada (y que tiene ecos de las afirmaciones de los nazis con el espectáculo que montaron en el campo de Theresienstadt), sino que fue un ataque directo contra los sobrevivientes de los crímenes serbios contra la humanidad.

ITN TV demandó con éxito a LM por difamación y recibió £ 375,000 en daños y perjuicios, lo que llevó a la quiebra a la publicación y la puso fuera del negocio.

Sin embargo, este no fue el final de la historia. Los reporteros involucrados en el fraudulento artículo de LM se negaron a dar marcha atrás, y fueron defendidos por personas de alto perfil como el célebre académico izquierdista Noam Chomsky.

En una entrevista del 2006, Chomsky reiteró su afirmación: "Era un campo de refugiados, quiero decir, de personas que podían irse si querían", y en 2011 condenó el caso de difamación contra LM, en un intercambio de correos electrónicos en el que también decía que referirse a Srebrenica como un acto de genocidio suponía "degradar las palabras".

Un libro publicado por Edward Herman y David Peterson titulado "The Politics of Genocide", que afirma que las fuerzas serbias "incontestablemente no habían matado a nadie más que a hombres musulmanes bosnios en edad militar" lleva un prólogo de Chomsky y un respaldo del periodista australiano John Pilger.

El miércoles, el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia llegó a la conclusión de que un genocidio se había cometido en Srebrenica y que había sido orquestado por Ratko Mladic, el general serbobosnio.

Pero nadie debería esperar ninguna retractación o disculpa por parte de Chomsky o de Pilger, hombres para quienes la negación del genocidio se ha convertido en un motivo de orgullo.

Hoy en día, Chomsky, Pilger y un montón de otros notables académicos,, periodistas y bloggers de izquierdas están aplicando este mismo revisionismo a los crímenes de guerra en la guerra de Siria.

A principios de este mes, el organismo de investigación independiente establecido por el Consejo de Seguridad de la ONU para investigar los ataques con armas químicas en Siria, el Mecanismo de Investigación Conjunta de la OPCW, encontró al  régimen de Assad culpable de la masacre de gas sarín en Khan Sheikhoun del 4 de abril de 2017.

En los días que siguió al ataque, los relatos de los testigos presenciales, los informes sobre el terreno y los métodos de investigación de diversas fuentes construyeron una imagen precisa de los eventos. Sin embargo, las teorías de la conspiración sin fundamento han florecido, y no es de extrañar que emanen de los mismos antiguos lugares.

Dos de las teorías más difundidas y completamente desacreditadas fueron difundidas por el profesor del MIT Ted Postol y el periodista ganador del Premio Pulitzer Seymour Hersh.

Mientras las teorías de Postol tratan de presentar los hechos más básicos sobre el ataque como erróneos  y claramente no representan más que una serie de intentos desesperados de abrir agujeros en el cuerpo de las evidencias recopiladas sobre el ataque, Hersh confía en el testimonio de una fuente anónima que cita la existencia de un misterioso depósito de municiones rebeldes del que Hersh no puede proporcionar su situación. Estos argumentos no solamente son demostrablemente falsos, sino que desde el principio carecían de credibilidad. Sin embargo, eso no detuvo su decidido respaldo por Chomsky y Pilger .

Estas teorías de conspiración fueron promovidas, propagadas y defendidas públicamente por Glenn Greenwald, Ken Klippenstein, Max Blumenthal y Gareth Porter en The Intercept.

El problema no es solo que personas como Chomsky estén equivocadas o que estas teorías de la conspiración estaban plagadas de falsedades, o en el caso de la única fuente anónima de Hersh, que son obvias mentiras y distorsiones de la realidad. El problema es que después de investigaciones concluyentes y de tribunales de crímenes de guerra, Chomsky y otros se niegan a retractarse, corregir o pedir disculpas por su respaldo a lo que claramente equivale a un revisionismo histórico de los crímenes de guerra.

La popularidad de Chomsky, el puesto de Postol en el MIT, los premios de Hersh trajeron y aún aportan un aire erróneo de credibilidad a estas conspiraciones inventadas, que luego se difunden concienzudamente a las masas a través de sus discípulos en la blogósfera como personalidades pro-Assad de Twitter como Benjamin Norton.

El prominente periodista de izquierdas George Monbiot  tuiteó: "Parte del problema es que se ha desarrollado una especie de culto en torno a Noam Chomsky y John Pilger, por el cual sería imposible que alguna vez puedan estar equivocados, y se elaboran teorías de conspiración cada vez más elaboradas para justificar sus errores".

El ridículo desfile de teorías de la conspiración no científicas e inmorales desde Bosnia a Siria, es presentado por sus defensores como una evaluación crítica de la "narrativa de la Casa Blanca". Sin embargo, la negativa a retractarse una vez que estas conspiraciones han sido refutadas de manera concluyente a menudo revela un motivo mucho más insidioso; minimizar los crímenes cometidos por regímenes hostiles a Occidente, incluso en el caso de genocidios, justificando una narrativa antiimperialista que ve a los Estados Unidos y a Gran Bretaña (e Israel) como los países más malvados  del mundo.

Este relato claramente fracasa cuando se le presentan pruebas concluyentes y convicciones criminales para los perpetradores del genocidio de Srebrenica. Un mismo estándar de evidencias de crímenes de guerra cometidos por el régimen de Assad está perfectamente disponible, sin embargo, si podemos aprender algo del revisionismo de los crímenes de guerra en Bosnia es que estas mismas voces preferirían respaldar sus falsas afirmaciones en lugar de disculparse con las víctimas por sus desafortanudos respaldos anteriores.

Es aceptable para periodistas y académicos hacer las cosas mal, es la naturaleza humana. Pero nunca es aceptable continuar propagando y endosando falsas afirmaciones después de que se han demostrado que son falsedades. Ese es el punto en el cual los malos informes se convierten en negaciones de crímenes de guerra, y en el caso de Srebrenica, un revisionismo absoluto del genocidio.

Después de décadas de ejemplos de esta naturaleza por parte de Chomsky, ¿cómo aún se lo ve como una voz creíble en los medios, y por qué todavía se le utiliza como experto en todo lo que sea remotamente relacionado con los crímenes de guerra? Las palabras de todos estos revisionistas antes mencionados deberían ser totalmente ignoradas mientras continúen negándose a retractarse de las teorías que finalmente difaman y atacan a las víctimas y sobrevivientes de los crímenes de lesa humanidad.

Frente a la corte, el Sr. Alic dijo a los periodistas: "La justicia ha ganado y el criminal de guerra ha sido condenado". Desafortunadamente para el Sr. Alic y miles como él en Bosnia y Siria, quienes los difaman escriben una apología y un revisionismo de los innombrables crímenes que sufrieron sin vergüenza ni remordimiento, ni tampoco consecuencias. Nosotros, tanto desde los medios así como lectores y usuarios, se lo debemos a estos supervivientes.

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