Sunday, January 21, 2018

Redefinir el antisemitismo supone desorientar su alcance - Dra. Elana Heideman - MIDA




Profundizando en la revisión académica del antisemitismo, uno puede encontrar fácilmente una posible discrepancia en las prácticas actuales: principalmente, ¿el alcance de los acontecimientos, tal como se ven desde los campos académicos o analíticos, representa efectivamente la forma en que los judíos se sienten hoy como individuos, como comunidades, alrededor del mundo?

A medida que continúa el análisis del pasado frente al presente, debemos cuestionarnos: ¿es posible que la preocupación y la ansiedad de los judíos en los ámbitos sociales no se refleje de manera suficiente en los estudios académicos, informes del Pew y analíticos? ¿Es posible que estas cifras carezcan de precisión debido a la creciente tendencia a ignorar, obviar o permanecer apáticos ante casos de antisemitismo, y ello debido a la realidad prevaleciente de que muy poco se conseguirá de quejarse o denunciarlo?

Las conclusiones con respecto al antisemitismo a menudo se derivan desde el interior, o más bien, en comparación con otras disciplinas centradas en aquellas privaciones de derechos en otras secciones de la sociedad, como otra forma de ver el impacto poscolonial y posmodernista.

A menudo, el antisemitismo se expresa junto con el antisionismo por parte de académicos para quienes el antisemitismo no es el tema principal, y de hecho no se tiene en cuenta, como tampoco la privación de los derechos del pueblo judío.

Los juicios de valor resultantes de la situación se basan únicamente en un análisis en blanco y en negro, con poco margen de precisión y, desde luego, sin la necesaria empatía por la experiencia judía que los precedió, y que bien podrían enseñar sobre la privación de los derechos civiles y humanos que son tan prominentes en la discusiones dentro de la sociedad actual.

En un simposio organizado recientemente en Tel Aviv por la NGO Monitor y el Congreso Mundial Judío, donde se reunieron académicos de instituciones israelíes y estadounidenses para aprender a abordar el  odio viral más antiguo, la profesora Dina Porat enfatizó que "debemos tomarlo en proporción y evitar la comparación con la década de 1930".

Ella enfatizó que la principal diferencia era que los judíos que vivían en esos momentos, en la década de los 30, no tenían idea de lo que les esperaba en la próxima década. Sin embargo, los pogromos de décadas anteriores no les eran desconocidos. Uno solo debe leer la "Ciudad de la Masacre" de Bialik para conocer el alcance de la depravación involucrada en la masacre de judíos del 1903, algo que uno fácilmente podría leer y creer que fue escrito para avisar de la destrucción del Holocausto 40 años después. Pero no, el odio social a los judíos ha formado parte de esa vida que los judíos ignoraron continuamente con el sentimiento de que "a esto también sobreviviremos, esto también pasará, también sobreviviremos a ello".

¿Esta reacción al odio a los judíos nos ha posicionado para una similar respuesta frente a las nuevas olas de antisemitismo a las nos enfrentamos hoy? Además, ¿nos hemos, de hecho, tan acostumbrado a los trastornos aleatorios que no podemos responder de forma efectiva como colectivo? ¿Y nuestro colectivo se ha debilitado tanto por nuestro desacuerdo sobre ideologías, filosofías y prácticas que ni siquiera podemos unir nuestra respuesta cuando el antiguo dragón del odio contra los judíos muestra su repugnante cabeza incluso en las sociedades más "civilizadas"?

Las expresiones violentas de antisemitismo podrían haberse reducido hasta cierto punto, pero a nivel social, verbal y retórico se han incrementado. No hay una sola forma, medio o estilo de expresión del vitriolo del odio: contra Israel, contra el sionismo, contra los judíos, contra la historia judía, contra el nacionalismo judío, contra los derechos de los judíos.

Al destacar la polarización de lo que es el antisemitismo, sobre cómo definirlo, a quién incluye y cómo se deben aplicar los resultados de cualquier estudio, el profesor Alvin Rosenfeld enfatizó en la conferencia que el estudio del antisemitismo como su propia historia, retórica y pasiones no implica que no se parezca a las formas de racismo y prejuicio que han existido a lo largo del tiempo y que están relacionadas con otros pueblos.

El profesor Menachem Rosensaft declaró que está tan preocupado con los neonazis y los supremacistas blancos como con los llamamientos de la izquierda para la destrucción del Estado judío o la deslegitimación de nuestros derechos nacionales y ancestrales. Sin embargo, enfatizó que minimizar el fanatismo de cualquiera de las partes solo implicará un continuo deterioro de la consideración del antisemitismo como el odio más antiguo y más largo que merece un estudio en sus propios términos. Él no tiene en cuenta las afirmaciones de que el antisemitismo es peor o más pernicioso. Por lo tanto, él cree que existe una "obligación judía colectiva" para descentralizar la lucha contra el antisemitismo y, en cambio, redirigir nuestras energías para luchar contra todo odio.

El movimiento para descentralizar el antisemitismo, para presentarlo como un odio como cualquier otro odio, es una idea popular. La pregunta es, ¿proporcionará esto una plataforma efectiva para el estudio académico del fenómeno? Más importante aún, ¿esto fortalecerá al judío individual, confrontado con el antisemitismo?

Por el contrario, si simplemente disolvemos el antisemitismo en la categoría más amplia del racismo, el prejuicio, etc., inhibirá cualquier análisis preciso de su propio estudio y conclusiones, que ciertamente lo merece. De hecho, la definición existente del antisemitismo aceptada por varios gobiernos internacionales se ha ampliado para incluir el antisionismo y las críticas exageradas, ilegítimas e inexactas de Israel.

Tener distinciones es por lo tanto crucial, ya que hay una gran variedad que incluye patrones simbólicos y retóricos, y cada vez más violentos. Pero, ¿cómo puede el individuo común identificar, comprender o incluso abordar estas distinciones si no están preparados para responder, incluso si son capaces de distinguirlas?

En contraste con el énfasis de Porat de no crear paralelismos entre el Holocausto y el presente, Rosenfeld enfatiza que "un automóvil con una pegatina en su parachoques que diga 'orgulloso de ser antisemita'" ya es demasiado. Las ideologías eliminacionistas se están volviendo socialmente aceptables y esa es solo una expresión de ello. Lo que está circulando en las redes sociales es aún peor. Hoy, más que nunca antes, es fácil que el odio se vuelva viral.

Mientras nosotros, las comunidades judías de todo el mundo, nos reunimos en conferencias con expertos que repiten muchos de los mismos hechos y filosofías, los antigrupos, los que odian a los judíos e Israel, hacen que ese odio sea divertido, sexy e intrigante. Desde camisetas hasta calcomanías para autos, desde utilizar gritos y pancartas pidiendo otro Holocausto a las tendencias virales de demonizar a los judíos que invitan a quienes les odian, así como a aquellos que quizás podrían ser mejor educados.

Los estudios académicos proporcionan marcos de referencia y de contexto de un valor incalculable, pero el mundo del individuo se mueve a un ritmo diferente. El odio es viral y no esperará la conclusión del debate académico.

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