Saturday, March 17, 2018

No todo el antisemitismo se crea igual - Ben Shapiro - Jewish Journal



Esta semana, descubrimos de una vez por todas que la filosofía dominante  de la izquierda contemporánea - la interseccionalidad -, no tiene un lugar para los judíos. ¿Qué más podemos concluir después de ver el espectáculo de los izquierdistas de todos los ámbitos defendiendo a los líderes de la Marcha de las Mujeres por su asociación con el abiertamente antisemita líder de la Nación del Islam, Louis Farrakhan?

En febrero, la copresidente de Women's March, Tamika Mallory, fue grabada en vídeo asistiendo al servicio del Día del Salvador con Farrakhan. En ese servicio, Farrakhan declaró: "Los poderosos judíos son mi enemigo", y agregó: "Satanás está cayendo. Y Farrakhan, por la gracia de Dios, le ha quitado la careta a ese judío satánico, y estoy aquí para decir que se ha acabado su tiempo, que su mundo ha terminado". Por lo demás, Farrakhan ya había elogiado anteriormente a Adolf Hitler.

Tamika Mallory no sólo no se ha disculpado por su asociación con Farrakhan, sino que defendió sus conexiones con la Nación del Islam al afirmar que ha asistido a tales eventos durante 30 años. También agregó: "Jesús tenía varios enemigos, como todos los líderes negros". Mientras tanto, resulta que la copresidenta Carmen Perez también es una fan de Farrakhan: publicó una foto de 2015 abrazándose con él. La copresidenta de Fellow Women's March, Linda Sarsour, también se ha destacado con una fan de Farrakhan, en otro evento de la Nación del Islam.

El resto de las líderes de la Women's March han continuado dudando a la hora de condenar a Farrakhan, y eso incluye a mujeres judías. Judy Levey, del Consejo Judío de Asuntos Urbanos, fue muy delicada cuando le dijo a The Forward: "Las personas no siempre se expresan sobre cada tema de manera que nos sintamos cómodos, pero es realmente importante que cuando compartimos valores, trabajemos juntos para plantear problemas urgentes que todos enfrentamos".

Ese es el problema, naturalmente. Un buen número de judíos de izquierda son primeramente izquierdistas y luego judíos. Su identidad étnica y/o religiosa está en segundo lugar ante su identidad política. Y la Marcha de las Mujeres es una institución profundamente izquierdista: su liderazgo impulsa rutinariamente el aborto libre, el cuidado infantil pagado por el gobierno y las llamadas leyes antidiscriminatorias dirigidas a las instituciones religiosas. Los judíos que encuentran este tipo de agenda como fundamental, están dispuestos a dejar que se desarrolle un poco de antisemitismo, de la misma manera que los judíos que preferían al presidente Donald Trump estaban dispuestos a guiñarle el ojo a Steve Bannon.

Aún más decepcionante es la voluntad de los judíos de izquierda de dejar que la etnicidad judía se desvanezca en un segundo plano a favor de la construcción interseccional de la coalición. La interseccionalidad sugiere que podemos determinar el valor de unos determinados puntos de vista al observar las identidades grupales "interconectadas" de la persona que habla, así que, por ejemplo, una lesbiana negra tiene unas experiencias diferentes y, a juicio de la izquierda, unas experiencias más valiosas que las de un hombre heterosexual blanco . La identidad étnica judía, por lo tanto, debería jugar algún papel en la coalición interseccional de la izquierda, siempre que acepte la proposición de que los Estados Unidos son un lugar brutal para los de minorías [N.P.: esa carácter secundario de la etnicidad judía frente a la ideología izquierdista, no se observa de manera semejante en otras minorías, como la afroamericana, latina o árabe, en la cual juega un elemento principal la religión, la musulmana por supuesto].

Pero hay un problema: en la jerarquía interseccional de las políticas de identidad, los judíos tienen un rango relativamente bajo. Eso se debe a que, en promedio, los judíos tienen éxito financiero y una educación elevada. Y esto significa que los judíos calumniados por personas como Louis Farrakhan o sus aliados de la Marcha Femenina deben tomar un asiento trasero en el autobús interseccional. El antisemitismo importa mucho menos cuando proviene o tiene su origen en "grupos de víctimas minoritarias", al parecer.

Este ha sido el caso por años. El año pasado, la autodenominada Dyke March en Chicago prohibió las banderas de arcoiris con estrellas judías porque supuestamente "hacían que la gente se sintiera insegura": los grupos pro-palestinos estaban descontentos con la yuxtaposición de los derechos de los homosexuales y una bandera que parecía algo israelí. La marcha fue catalogada como una "movilización antirracista, antiobrera, dirigida por voluntarios, de base y celebrando a las lesbianas, queer, bisexuales y transgénero". En definitiva, la tolerancia no se extendía a los judíos homosexuales que enarbolaban su bandera. .

El antisemitismo es inaceptable bajo cualquier forma. Durante el último ciclo electoral, hablé en repetidas ocasiones sobre el antisemitismo alt-right, y critiqué la campaña de Trump por no desasociarse apropiadamente de esa derecha alternativa y radical. Trump, afortunadamente, se ha desvinculado posterior y públicamente de esa derecha alternativa radical.

El hecho de que gran parte de la izquierda esté dispuesta a abrazar al liderazgo de la Marcha de la Mujer en lugar de llamarlas a rendir cuentas es un verdadero fraude.

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