Saturday, September 29, 2018

La cobardía de la academia judía estadounidense - Daniel Markind - Times of Israel



John Cheney-Lappold no es antisemita. Solo pregúntenle.

Este Profesor Asociado de Cultura Americana y Estudios Digitales en la Universidad de Michigan iba a escribir una carta de recomendación para su estudiante Abigail Ingber para estudiar en el extranjero. Pero luego se negó simplemente porque pretendía estudiar en Israel.

Esta es la primera vez que el profesor Cheney-Lappold rechaza la solicitud de un alumno cualificado de una carta de recomendación para estudiar en el extranjero. Para éste profesor, no habría problemas si la joven Ingber quisiera estudiar en China, o en Turquía. No importa que China ocupe el Tíbet ilegalmente, que China oprima a los uigures y otras minorías, o que Turquía se niegue a permitir a los kurdos un estado propio. El profesor Cheney-Lappold no se preocupa por ellos. Su humanismo está dirigido solamente contra el Estado judío.

En la mente del profesor Cheney-Lappold, él no es un fanático. El profesor es miembro del movimiento BDS (Boicot, Desinversión y Sanción). Dirigido únicamente a Israel, el movimiento BDS intenta imponer un boicot económico, cultural y económico a Israel hasta que Israel otorgue "la igualdad de derechos para todos". Exactamente lo que eso significa es diferente según sus activista, pero siempre Israel es culpable.

Después de una semana de controversia, el profesor Cheney-Lappold explicó al Jewish Journal que "me negué a escribir la carta porque creo en la igualdad. El proyecto de Estado-nación de Israel se ha redactado para que solo los ciudadanos judíos de Israel tengan pleno derecho a la autodeterminación. Este no es el caso para los ciudadanos palestinos de Israel. Más empíricamente, para usar el ejemplo más básico, la mortalidad infantil entre los ciudadanos palestinos es 3 veces mayor que la de los ciudadanos israelíes. Este es el resultado de lo que algunas personas han llamado apartheid, incluidos los funcionarios estatales israelíes, y esa es la razón por la que participo en el boicot".

El profesor Cheney-Lappold podría sorprenderse al saber que los ciudadanos negros en los Estados Unidos tienen una tasa de mortalidad infantil que es 2,5 veces mayor que la de los ciudadanos blancos (y sigue aumentando). Es dudoso que alguna vez reparara en ella. También se refiere a los "ciudadanos" palestinos de Israel. Dudo que se haya preguntado por qué los judíos nunca pueden ser ciudadanos de Arabia Saudita a pesar de tener allí una historia anterior a la de Mahoma. De hecho, ni siquiera se permite la estancia de judíos en el país sin un permiso especial. Si el profesor realmente se preocupa por los palestinos, podría mirar alrededor del mundo árabe y preguntarse dónde los palestinos tienen mayores derechos u oportunidades que en Israel. Si puede encontrar un lugar así, con suerte nos lo dirá.

La historia del profesor Cheney-Lappold, sin embargo, no es solo la historia de un profesor. Es la historia de cómo décadas de silencio académico judío degeneraron en la metástasis de un movimiento seductor para gente tan superficial como el profesor Cheney-Lappold.

Israel no es un país perfecto, pero es mucho mejor que la mayoría. Pero desde luego nunca lo sabrían de fiarse del medio académico. El mismo día de esta semana en que un bebé kurdo iraquí fue trasladado en avión a Israel para una cirugía especial que salva vidas, a pesar de que no hay relaciones entre los dos países, la famosa actriz china Fan Bingbing sigue desaparecida en China. Como dijo la CNN esta semana, "sabemos que en China a menudo desaparece la gente y que abusa de los defensores de los derechos humanos, pero cuando puede desaparecer incluso una de sus celebridades más famosas, la amenaza de desaparición forzada se cierne sobre cualquier persona que China reclame dentro de su jurisdicción". Sin embargo, el profesor Cheney-Lappold no rechaza las solicitudes de estudio de los estudiantes en China.

Durante décadas, los profesores de la Universidad se han inclinado cada vez más hacia el movimiento "progresista". Durante ese mismo tiempo, el progresismo se volvió cada vez más crítico de Israel. Las preguntas que una vez fueron objeto de acalorados debates académicos - como la forma en que una nación democrática mantiene su carácter cuando ocupa territorios disputados, especialmente cuando las personas ocupadas siguen comprometidas con la destrucción de la nación ocupante - se han convertido en certezas académicas. Israel es el agresor, los palestinos son las víctimas. No hay lugar para el debate o la discusión.

Además, los profesores judíos nunca han peleado. Se negaron a verbalizar cualquier defensa real de la dificultad que enfrenta una nación con un territorio tan pequeño y tantos vecinos que juran su aniquilación. Lenta e inexorablemente, la aplanadora académica de los intolerantes enemigos de Israel alcanzó una masa crítica. En las universidades de Estados Unidos, Israel ya no es un estado conflictivo que enfrenta inmensos obstáculos, es un "Estado de Apartheid". En un momento dado, los profesores judíos simplemente no explicaron las dificultades a las que se enfrenta Israel mientras trata de mantener su decencia en un vecindario terrible.

Ahora esos mismos profesores entienden que es peligroso tanto para sus carreras como para sus personas inclusive intentarlo.

De acuerdo con la historia, el sentimiento anti-Israel en los campus no se queda ahí. Se está extendiendo al propio antisemitismo en general. El profesor Cheney-Lappold es un claro ejemplo. Acerca de ciertas cosas, él es un pensador profundo. Él analiza cómo los algoritmos modernos han cambiado los medios. Pero cuando se trata de Israel, el profesor se niega a pensar. Él nunca se pregunta por qué el movimiento BDS se restringe solamente a Israel. La cantante neocelandésa Lorde también ha podido tocar en Rusia mientras ocupa partes de Ucrania y mata chechenos. Lo mismo sucede con el profesor Cheney-Lappold. ¿Pero tocar en Israel, para los judíos, y estudiar en Israel, con los judíos? Esa es una historia diferente.

Sorprendido por la controversia que se generó, este mismo profesor pidió respeto. "Esta es una campaña coordinada", se quejó. "Todo esto es intencional... Están intentando desestabilizarme. Están intentando callar el discurso a través de la intimidación".

En el 2018, ¿debería sorprendernos que un profesor universitario se una al movimiento de boicot BDS y luego se enoje por que una campaña coordinada intenta deslegitimar su discurso? Y no por los profesores judíos, a quienes no les gusta estar en primera línea, y se niegan a publicitar lo que significa expresar sentimientos pro-israelíes en el campus.

El profesor Cheney-Lappold pensó que podría extender su rechazo selectivo a su alumna. Le dijo a la joven Ingber que escribiría cartas de recomendación para que ella estudiara en otros lugares. Él describió su correo electrónico a ella rechazando su solicitud de recomendación para estudiar en Israel (después de haberla aceptado inicialmente) como "dulce" y "honesta".

Gracias al profesor Cheney-Lappold ahora tenemos un nuevo término en el léxico antisemita. Los boicots llevados a cabo solamente contra el estado judío son "dulces". ¿Hay un límite en la forma en que los antisemitas justifican sus acciones, y el lenguaje y la emoción que asocian con su intolerancia?

Después de días de silencio, el presidente de la Universidad de Michigan, Mark Schlissel, finalmente mencionó el tema de Cheney-Lappold en una reunión de la Junta de Regentes. La respuesta de dos párrafos de Schlissel fue "diplomática". Afortunadamente, otras voces no lo fueron. La regente Denise Iltich declaró: "llamémoslo por lo que es: un antisemita. Daña e interfiere en la capacidad de nuestros alumnos para alcanzar la aspiración educativa". El regente Andrea Fischer Newman agregó," es inapropiado utilizar a un alumno como una plataforma para su agenda política. Es realmente inapropiado. Él tiene derecho a tener su agenda política. Pero no puedes usar a un alumno para eso".

Ahora es el momento para que los profesores judíos de la UM hablen, ha llegado el momento. Hay situaciones en las que estos incidentes deben manejarse internamente y en silencio. Este no es uno de ellos. La Universidad de Michigan es una institución pública. La ley de Michigan prohíbe participar en este tipo de boicots. No está claro si la negativa del Profesor Cheney-Lappold a escribir una carta de recomendación constituiría una participación proscrita. Eso es para que lo determinen los abogados. Pero ciertamente es apropiado que los profesores judíos en Michigan expresen públicamente cómo se sienten con respecto a que una única nación del mundo, la judía, fuese escogida para tal escrutinio.

Alan Dershowitz ya ha dado a conocer sus sentimientos, como lo ha hecho Mitch Albom, conocido autor y antiguo residente de Michigan. ¿Pero los profesores judíos en Michigan o en todo el país? Se oye mucho más a los grillos.

¿Qué debe pasar para que nuestros valientes académicos judíos hablen? ¿Qué línea se debe cruzar?

Ninguno de nosotros parece saberlo. Esperemos que algún día lo descubramos.

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