Sunday, December 16, 2018

La "hiper blancura" de los judíos - Abe Greenwald - Commentary


En el Forward, Ari Feldman reflexiona sobre si los recientes ataques contra los judíos en Brooklyn son el resultado del antisemitismo. El artículo ha ganado un poco de atención debido a su premisa sin sentido y debido a unas pocas citas seleccionadas. Feldman cita a un vendedor local diciendo: "Es menos una cosa antisemita que una forma de responder a una palabra: gentrificación". Y cita a alguien llamado Mark Winston Griffith, del Black Movement Center, quien dice que los ataques pueden ser el resultado de que los negros ven al judaísmo como "una forma de cuasi hiper blancura".

Rechazar estas explicaciones por absurdas y ofensivas es, por supuesto, bastante justo. Pero hacer eso solamente supone perderse algo crítico. También es importante tomar estas construcciones por su valor nominal. No porque tengan mérito, sino porque muestran precisamente cómo funciona el antisemitismo y qué es.

El judío es odiado porque el antisemita lo ve como responsable de su propia desgracia. Si eres capitalista, el judío es un comunista. Si eres comunista, el judío es un capitalista. Si eres pacifista, el judío es un belicista. Si eres un belicista, el judío es un cobarde.

Dependiendo de su circunstancia, el judío puede ser sucio o esnob, cosmopolita desarraigado o nacionalista, invasor o separatista. Y si hace 100 años los fanáticos estadounidenses veían a los judíos como invasores asiáticos, hoy los fanáticos los ven como la representación de la "hiper blancura". Si quieres conocer lo que una cultura considera como más problemático, observa el carácter de su antisemitismo. Cuando tienes tantos titulares sobre el “privilegio blanco” y “los malvados hombres blancos”, entonces resulta razonable considerar que los judíos acabarán convirtiéndose en la personificación de la blancura, excepto, por supuesto, para los neonazis, que ven a los judíos como promotores del más exagerado mestizaje.

Nadie lo explicó mejor que Ruth Wisse en la edición de 2010 de Commentary:
El antisemitismo funciona a través de la estrategia del dedo acusador. A través de la prestidigitación política, el acusador desvía la atención de sus propios pecados, en el caso de los líderes árabes la opresión sistemática e inmisericorde de su propio pueblo, señalando a los judíos, cuya imagen inflada de manera demoníaca y volcada hacia una maldad obsesiva y ridícula hacen plausible una explicación de la razón de ser de esos régimenes. El dedo señalador mantiene la atención negativa enfocada en los judíos, o israelíes, y estos últimos, a menudo o no, caen en en la trampa al aceptar la responsabilidad de una situación que no pueden controlar. En política, como anteriormente a las leyes, quienquiera que señale con el dedo es el demandante, y el señalado es el acusado. A menos que pudiera presentar una contrademanda,
El artículo de Forward cae en la trampa descrita anteriormente. Ari Feldman cree que el asunto es explicar que los judíos no son unos hiper representantes de la gentrificación: "Lo que algunos residentes no judíos se pierden es que los atacantes de los judíos pueden estar respondiendo a cuestiones con los que la comunidad judía tampoco está de acuerdo". Más tarde, parafrasea a un entrevistado: "Es importante recordar que la gentrificación también afecta a los judíos pobres".

No, eso no es lo importante. Lo importante es reconocer que cuando los judíos son el blanco acusándoles de ser lo que ellos no son, se trata pura y simplemente de antisemitismo. Punto.

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