Tuesday, November 11, 2008

Shoah / Lo que representó la Kristallnacht - Michel Gurfinkiel










Piedras y rosas en el monumento conmemorativo edificado en el antiguo campo de la muerte nazi de Bergen-Belsen ©Reuters (Fotografías de Christian Charisius y Fabrizio Bensch)

En la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938 - hace exactamente setenta años - el régimen nazi desencadena el mayor pogromo de todos los tiempos. Los hechos son conocidos. Cabe recordarlos una vez más. El deber de memoria requiere precisión. No añadir nada ni sustraer nada. Decirlo todo.

El 6 de noviembre, un judío nacido y educado en Alemania, pero de nacionalidad polaca, Herszel Grynszpan, asesina a Ernst vom Rath, un consejero de la embajada de Alemania en París. De diecisiete años de edad, Grynszpan dice que así esperaba vengar a su familia, que acababa de ser expulsada de Alemania y que Polonia se negaba a acoger. Según otras hipótesis, el joven pudo haber sido manipulado por los servicios secretos alemanes.

Sin embargo, es este asesinato el que provoca inmediatamente diversas violencias anti-judías en el Gran Reich: la Alemania propiamente dicha, que cuenta aún con 300.000 a 400.000 judíos; Austria, anexionada el marzo anterior con 350.000 judíos, y los Sudetes, es decir, las regiones germanófonas de Checoslovaquia, incorporadas tres semanas antes en virtud del Acuerdo de Munich, con 100.000 judíos. El 9 de noviembre, los líderes nazis dan la luz verde a unas violencias planificadas a escala nacional: a lo largo de toda la noche, las multitudes, dirigidas por militantes nazis, incendian las sinagogas de Alemania, saquean los comercios judíos, se entregan a las agresiones contra los judíos de ambos sexos sacados de sus lechos; mientras, la policía y los bomberos reciben la orden de "no oponerse a la ira del pueblo" y de proteger solamente los bienes arios; la SS, finalmente, entran en escena, y lanzan a varias decenas de miles de judíos a los campos de concentración bajo el pretexto de "violar el orden público". Al día siguiente, las instituciones comunitarias judías son desmanteladas, y la comunidad judía alemana está sujeta a una multa colectiva de mil millones de Reichsmarks.

En total, hay casi un centenar de muertos y miles de heridos o mutilados. Los judíos alemanes, ciudadanos de segunda clase desde 1933, son ahora apátridas sin nombre ni identidad, despojados de sus últimas propiedades y condenados a la errancia o a la muerte.

La Kristallnacht aparece como el ensayo general de la Shoah. Los nazis habían procedido a dos experimentos en vivo. ¿Querían saber hasta dónde podría llegar la pasividad o la complicidad del pueblo alemán y la del resto del mundo? El resultado, en ambos casos, fue satisfactorio. La mayoría de los alemanes desaprueban las violencias, pero sobre todo en la medida en que temen que esos desbordamientos puedan también llegar a afectar a los no judíos. Una minoría sustancial sostiene las violencias y los pillajes, y participa incluso con júbilo. En cuanto a las reacciones internacionales, son casi inexistentes. Las democracias occidentales se indignan durante unos días. Pero se rechaza, rápidamente, tomar la menor medida concreta en favor de los 750.000 judíos en manos de los nazis. O en favor de los siete u ocho millones de judíos de Polonia, Rumania, Hungría, Italia, los Balcanes y los países bálticos, en adelante directamente amenazados. Los Estados Unidos se niegan a ampliar sus cuotas de inmigración. Gran Bretaña, mediante el Libro Blanco de 1939, cierra el Hogar Nacional judío de Palestina a los posibles refugiados.

Para Hitler y sus secuaces el asunto estaba claro. Podrían matar a los judíos hasta el último. Pero, ¿por qué? Una vez más, la respuesta se halla en la Kristallnacht, en sus progresos, en sus objetivos. Los nazis atacaron en primer lugar a las sinagogas, porque ellas representan lo esencial del judaísmo: una ley moral universal, de la que procedían la civilización judéo-cristiana y la civilización europea moderna. Matar a los judíos, para ellos, no sólo representaba atacar a una minoría, a una "diferencia": era matar el mandamiento de no matar, transmitido por los judíos al mundo.

No olvidemos el 9 de noviembre de 1938. Una fecha crucial para el pueblo judío. Y para todos los hombres.

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