La llamada de J Call - Emmanuel Navon - JPost BlogCentral

Ha tomado un cierto tiempo a los judíos europeos liberales (liberal es la denominación estadounidense, en Europa léase progresista y/o de izquierdas) iniciar su versión de la americana J Street. Medio año después de que J Street celebrara su conferencia inaugural en Washington DC, su equivalente europeo (denominado "J Call") se pondrá en marcha en el Parlamento Europeo el 3 de mayo.
Entre los iniciadores de J Call está Elie Barnavi, un antiguo profesor de historia de la Universidad de Tel Aviv y ex embajador en París. Barnavi se trasladó a Bruselas en 2005 para dirigir el Museo de Europa. En una entrevista al diario belga Le Soir, publicada el 20 de abril, Barnavi calificó como "ilegítima" la política del gobierno electo de Israel.
El texto publicado en Internet por J Call tiene tres puntos: (a) El statu quo es suicida para Israel; (b) los líderes de Israel no entienden que el status quo es malo para su país; (c) por lo tanto, Israel debe ser salvado de sus líderes ciegos y poco inteligentes por los judíos cultos, progresistas y clarividentes de la diáspora.
En otras palabras, Barnavi y sus amigos ven la realidad mejor que nosotros y quieren ayudarnos. Sin embargo, y en realidad, Barnavi y sus amigos están tratando de aferrarse a una ideología no pretendiendo ser a la vez realistas. La "ideología de la paz" de la izquierda está tan en quiebra como la "ideología de la integridad territorial" de la derecha. Ser realista es aceptar el hecho de que Israel no puede lograr la paz con los palestinos (un reconocimiento doloroso si eres de izquierdas), ni mantener la soberanía sobre toda la tierra histórica de Israel (no menos doloroso de admitir si eres de derechas). En lugar de afrontar la realidad, los autores del J Call se aferran desesperadamente a unas ideas en decadencia que aún encuentran inteligentes y válidas.
Una mirada más detenida a su argumentación nos revela tres falacias: (a) Israel quiere la paz y no es Israel quien constituye un obstáculo para la solución de dos Estados; (b) El hecho de que la solución de dos Estados es deseable no significa que se pueda lograr; (c) Israel no necesita de un acuerdo con los palestinos para desactivar la bomba de relojería demográfica.
La solución de dos Estados ha sido aceptada por los judíos y rechazada por los árabes en seis ocasiones: cuando se propuso por la Comisión Peel en 1937; por UNSCOP en 1947; por los Acuerdos de Camp David en 1979; por Ehud Barak en julio de 2000; por Bill Clinton en diciembre de 2000 y por Ehud Olmert en septiembre de 2008.
Ehud Olmert aceptó el establecimiento de un estado palestino en toda Cisjordania y la Franja de Gaza (con intercambio de tierras), una soberanía compartida sobre Jerusalém y un gesto sobre los refugiados palestinos. Mahmoud Abbas rechazó esta última oferta y declaró a The Washington Post pocos meses después que la brecha que existía entre lo ofrecido por Olmert y lo que los palestinos estaban dispuestos a aceptar era "enorme".
El actual Gobierno israelí ha asumido oficialmente la solución de dos Estados (discurso de Netanyahu en Bar-Ilan en junio de 2009), ha pedido la reanudación de las negociaciones con la Autoridad Palestina y ha hecho gestos a los palestinos como el congelamiento de la construcción judía y la eliminación de puestos avanzados en Cisjordania. Es la Autoridad Palestina quien rechaza las negociaciones al exigir unas condiciones previas que nunca exigió cuando negoció anteriormente con los gobiernos de Barak y Olmert. Si Israel exigiese como medida de buena fe que la Autoridad Palestina desmantelara los campamentos de refugiados, además de una renuncia palestina a la reclamación de un "derecho de retorno" (que resulta intrínsecamente incompatible con una solución de dos Estados), el mundo se precipitaría en acusarnos de buscar excusas para no reanudar las negociaciones.
Los partidarios de J Call no parecen comprender la diferencia entre la conveniencia y la aplicabilidad de una solución. El hecho de que la solución de dos Estados tenga más sentido cuando se compara con todas sus alternativas no significa que pueda aplicarse. De hecho, mientras los palestinos siguen rechazando la solución de dos Estados esta solución seguirá funcionando en la teoría pero no en la práctica.
Afortunadamente, Israel no necesita de la colaboración o de un acuerdo con los palestinos para salir de la trampa demográfica. En otras palabras, Israel no necesita de una paz, que nunca llegará, con los palestinos para preservar su carácter judío y democrático. De la misma forma que Israel no pidió permiso a los palestinos para separarse de Gaza, no tiene por qué solicitarla ahora para separarse de la mayor parte de Cisjordania.
Barnavi y sus amigos apuntan con su dedo acusador a la persona equivocada, no comprenden que querer algo, en general, no es suficiente para que eso suceda, y no parecen darse cuenta que Israel no necesita de un acuerdo con los palestinos para poner fin al status quo. Al negarse a tragar la amarga verdad y aferrarse a su ideología, los firmantes de J Call no son mejores que sus bestias negras políticas. El mesianismo político, ya sea de izquierda o de derechas, siempre es cosa de mala fe. J Call es una llamada a la mala fe, por lo que cuelguen su llamada.
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