Saturday, August 13, 2011

Mitos multiculturales europeos: Bosnia - Gordon N. Bardos



Fetiches y fantasías en Bosnia - Gordon N. Bardos – National Interest

Bosnia está experimentando la más grande y profunda crisis política desde 1995. Es muy posible que todos los grandes países europeos que velan por su seguridad apoyen vigorosamente la existencia del país y que los vecinos de Bosnia hayan expresado repetidamente su apoyo a la integridad territorial del país, pero diez meses después de las elecciones generales de octubre de 2010, Bosnia sigue sin gobierno. Y la mayor parte de la culpa de esto no radica en los políticos de Bosnia, sino en los diplomáticos internacionales y los políticos encargados de supervisar el país.

De hecho, el mayor fracaso de la política de Estados Unidos y Europa con respecto a Bosnia es que dieciséis años después de la guerra, ni la OTAN ni la Unión Europea ni los Estados Unidos han logrado reducir los temores existenciales de cada uno de los grupos étnicos de Bosnia sobre su futuro. Para la comunidad musulmana de Bosnia, es el temor de que finalmente quede a merced de la población numéricamente superior en el sureste de Europa de croatas y serbios, y para los croatas y los serbios de Bosnia el miedo proviene del temor a convertirse en minorías discriminadas dentro de su propio estado.

El hecho de que no se disipen las preocupaciones de seguridad más elementales de los distintos grupos étnicos de Bosnia es, por supuesto, una especie de paradoja: después de todo, ¿por qué la combinación de poder económico, político y militar de Washington y Bruselas no ha podido crear esa democracia estable que reclamaba como su objetivo? Por otra parte, ¿por qué han fallado a la hora de resolver los dilemas de seguridad más básicos de unos cuatro millones de personas que se encuentran totalmente rodeados de miembros de la OTAN?

La respuesta más simple, pero también la lamentable, es que gran parte de nuestra política con respecto a Bosnia se ha basado en una versión fantasiosa de lo que el país era realmente (y, por lo tanto, lo que podría ser en el futuro). La fantasía procede de la creencia de que antes de las guerras de la década de 1990, Bosnia solía ser una especie de Disneyland de los Balcanes tolerante, multiétnica y multicultural. En lugar de entender que Bosnia era una sociedad compleja y étnicamente dividida, al estilo del Líbano o Irak, la opinión predominante en los medios de comunicación y entre los académicos y las autoridades europeas era que Bosnia era algo más bien parecido a Suecia pero con muy malos políticos. Exacerbando esa fantasía se ha generado la tendencia a fetichizar a Bosnia como un test emblemático de las bondades del multiculturalismo, y eso cuando actualmente los líderes de los países con una historia más afortunada han comenzado a reconocer los fracasos del multiculturalismo en el continente europeo.

Si esa “Bosnia multicultural” alguna vez existió, por desgracia parece haber sido desconocida para los habitantes de Bosnia y para los estudiosos más serios. Lejos de ser una comunidad multicultural tolerante, donde la etnia es irrelevante y donde la historia de las relaciones interétnicas fue benigna y pacífica, la regla general nos dice que eso fue solamente una excepción. Bosnia era la personificación misma de una sociedad profundamente dividida étnicamente, y lo fue mucho antes de la década de 1990. De acuerdo con ciertos relatos, se registraron 132 conflictos entre los otomanos y sus aliados musulmanes de Bosnia, por un lado, contra los Habsburgo y sus unidades militares croatas y serbias por el otro, y esto antes de que el siglo XX comenzara. La violencia en los Balcanes siendo tal como es, supone que la herencia acumulada de repetidas guerras no resulte difícil de entender. Una tesis muy popular entre los eruditos musulmanes bosnios actuales es que han sido víctimas de "once genocidios" en los últimos cientos de años. Y si esta es la memoria histórica de la población dominante en Bosnia a nivel político, militar y económico durante siglos, tal vez debamos perdonar a los croatas y los serbios para tener una visión algo más real de la historia de Bosnia.

Y estos enfrentamientos étnicos también se reflejan en todos los demás aspectos de la vida de Bosnia. Económicamente, en 1911, más del 90% de los propietarios de tierras de Bosnia eran musulmanes, y más del 90% de los agricultores arrendatarios que trabajaban la tierra eran cristiano croatas o serbios. Los matrimonios mixtos en el siglo XIX en Bosnia eran desconocidas, y a pesar del mito de unos altos niveles de matrimonio interétnico propagado durante la década de 1990, siguió siendo poco frecuente a lo largo de siglo XX. En fecha tan tardía como 1988, por ejemplo, el 93% de los musulmanes de Bosnia se casó dentro de su grupo étnico, y los croatas y serbios de Bosnia no eran mucho más propensos a contraer matrimonio interétnicos. Por supuesto, los líderes políticos y religiosos de Bosnia no han alentado esas relaciones interétnicas, por ejemplo, el principal clérigo islámico de Bosnia ha llamado al matrimonio interétnico "otra forma de genocidio" contra los musulmanes bosnios.

Desde el siglo XX hasta hoy, las elecciones en Bosnia han sido meros censos étnicos, con los votantes individuales emitiendo su voto a alguien de su propia etnia. En esencia, Bosnia está compuesta por tres diferentes opiniones públicas, y el mantenimiento de un consenso y una igualdad entre estos tres bloques distintos de votantes étnicos siempre ha sido la clave para la estabilidad en Bosnia. Cualquier persona que pase dos días leyendo los medios de comunicación bosnios reconocerá fácilmente las divisiones profundas que separan a los grupos étnicos bosnios, sin embargo, muchos "expertos en los Balcanes" parecen no haber descubierto aún una cosa tan evidente tras más de dos décadas. Todo en la actual Bosnia se divide a lo largo de unas líneas étnicas, desde los partidos políticos a las academias de las ciencias y las artes y a las organizaciones anti-fascistas de veteranos. Ni siquiera los llamados (y autoproclamados) "activistas de derechos humanos" en Bosnia y en los Balcanes son en realidad poco más que unos grupos de presión étnicos. Por supuesto, hay muchos activistas albaneses, bosnios musulmanes, bosnios croatas, bosnios serbios, etcétera, hay toda una lista alfabética de los grupos étnicos de activistas, pero el número de personas en la región que defienden los derechos humanos y las libertades civiles de los individuos, independientemente de su origen étnico, son lamentablemente escasas.

De hecho, para entender la política estúpida esgrimida por los expertos y analistas en las diversas "reformas" de Bosnia, imagínense a alguien que sugiera, en el contexto político de Estados Unidos, que los gobernadores de EEUU cedan a su vez el control de sus fuerzas de policía al estado de Washington, o que Delaware, Rhode Islán y Oregon estén de acuerdo en una representación proporcional en el Senado. Algunos han sugerido que Washington cree un nuevo enviado especial para Bosnia, como si en el 2011 un burócrata estadounidense, y sin presupuesto, puede lograr lo que 60.000 soldados de la OTAN y 10.000 miembros civiles internacionales con miles de millones de dólares a su disposición han sido incapaces de hacer en 1996-1997. En cualquier caso, este enfoque ya ha sido juzgado en otro países de los Balcanes: en 1994, un diplomático de EEUU fue nombrado para resolver la disputa del nombre de Macedonia. Después de diecisiete años y tres administraciones presidenciales de EEUU, todavía está en ello. Tal vez lo más ridículo de todo es una propuesta que se oye con frecuencia y es la de fortalecer la Oficina del Alto Representante (OAR) en Bosnia, en esencia una dictadura internacional en el país, algo que tiene tanto sentido tanto como sugerir Paul Bremer se enviado de vuelta a Irak en el 2018 para reinstaurar la Autoridad Provisional de la Coalición. El último elemento de incapacidad para comprender las realidades más evidentes de la política bosnia es esa creencia expresada con tanta frecuencia de que el Partido Socialdemócrata de Bosnia representa a un "partido multiétnico", aunque menos de 5% de sus votos vienen de los croatas y serbios de Bosnia.

En lugar de aceptar que Bosnia es un país multiétnico profundamente dividido y tratar de promocionar su estabilidad mediante la construcción de una estructura política que se corresponda a esa realidad, hemos pasado la mayor parte de estos últimos veinte años tratando de construir repetidamente un Estado centralizado basado en un falso concepto del país, y contrario a los deseos de al menos la mitad de sus ciudadanos. Si seguimos disfrutando de estas fantasías, será una apuesta segura pensar que vamos a seguir discutiendo de las mismas cuestiones otros veinte años más. Pero para entonces, los problemas de Bosnia serán aún más difíciles de manejar.

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