Es preciso decirlo una y mil
veces: la mayoría de los árabes israelíes son ciudadanos leales y pacíficos.
Pero la minoría que apoya la violencia y se identifica con la Yihad (guerra
santa), la que sigue al jeque yihadista Raed Salah, envió señales que en Israel
nos negamos a ver. No se trata de una minoría marginal, sino poderosa. Es un
cáncer interno. Reconocerlo no será fácil, pero ese día debe llegar, por más
difícil que sea.
La cumbre del Negev en Sde Boker parece
como si hubiera ocurrido en el Polo Sur, mientras el Polo Norte ardía. El atentado en Hadera y la cumbre con países
árabes representan a los dos extremos del mundo árabe y musulmán.
En definitiva, la gran
mayoría de las víctimas yihadistas son musulmanes. Por eso vale la pena
escuchar lo que dijo uno de los funcionarios presentes en Sde Boker, el
ministro de Asuntos Exteriores de los Emiratos Árabes Unidos, el jeque Abdullah
Ben Zayed, cuando en una conferencia realizada en 2017 en Arabia Saudita
advirtió al liderazgo europeo: “Llegará un día en el que veremos más islamistas
y terroristas procedentes de Europa, porque los europeos tratan de ser
políticamente correctos con ellos o creen que conocen mejor el Oriente Medio y
el Islam que nosotros”.
Lo que dijo Ben Zayed en
aquel momento es lo que necesita escuchar Israel. Nosotros también queremos ser
políticamente correctos. También pensamos que si personas despreciables como
Azmi Bishara (ex parlamentario árabe israelí posteriormente acusado de
espionaje) tienen derecho a ser elegidos, a pesar de lo que dice la ley, entonces
estas voces se conformarían con ser escuchadas. Ocurrió lo contrario. La
amabilidad sirvió como un certificado kosher para el extremismo.
El mismo Salah tiene
prohibido el ingreso a países árabes. Allí saben que las palabras conducen a
hechos. La mayoría de los que eligieron el camino de la Yihad son los que
sufrieron un lavado de cabeza por parte de imanes como él. La realidad estaba
frente a nuestros ojos, pero la ceguera fue más fuerte.
A nivel micro, después
del atentado en Beer Sheva aparecieron en las redes sociales reacciones muy
comprensivas de árabes israelíes hacia el ataque. No son la mayoría, me dicen
amigos árabes israelíes, y tienen razón. Pero algo está mal si estas personas
se atreven a expresar su simpatía por el asesino y no son arrestadas en cuestión
de horas. Todavía están libres y ante otro nuevo atentado terrorista
probablemente elogien nuevamente a los asesinos y les otorguen el título de
mártires. Cada noche que estos simpatizantes del terrorismo duerman tranquilos
en sus casas, es una noche en la que nosotros no podremos dormir tranquilos.
También hay errores
graves por parte de la élite política. Como cuando Ram Ben Barak, presidente
del Comité de Asuntos Exteriores y Defensa, contrató como asesora a Linir Abu
Hazaz, identificada con el islamismo. Eso también requiere una reflexión
profunda. Uno de los mayores errores en Israel, al igual que en Europa, es el
intento de consentir a los extremistas, cuando la realidad es que existe una
gran mayoría de musulmanes moderados.
El error nacional
israelí es no haber logrado diferenciar entre extremistas y moderados. Así como
en Francia muchos celebraron al teólogo islamista y fanático yihadista Tariq
Ramadan; y así como el ex alcalde de Londres, Ken Livingstone, le extendió una
alfombra roja al jeque Yusuf Qaradawi, pese a que los musulmanes le advirtieron
que eso solamente alentaría a los radicales.
Es solo cuestión de
tiempo que los tontos que conviven entre nosotros nos digan que estos ataques
son el resultado de la discriminación y el abandono, a pesar de que la década
pasada fue la mejor de la historia para los árabes israelíes. Las brechas se
redujeron, tanto en educación como en ingresos. Y es necesario que se sigan
reduciendo, pero eso no es lo que evitará el extremismo.
¿Podremos recuperarnos
de esta ceguera? Lo dudo. Mantengo una grave sospecha de que deben ocurrir
cosas mucho peores hasta que podamos reconocer el problema. Solamente queda
rezar y esperar, y especialmente actuar y protestar antes de que sea demasiado
tarde.
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