Saturday, May 26, 2007

Coexistencia con los Kassam - Evelyn Gordon - JPost

Como la reanudación del lanzamiento de cohetes contra Israel por parte de Hamas, los líderes árabes israelíes lanzaron otra descarga en su guerra particular contra el país. Sus métodos son diferentes, pero el objetivo es descaradamente el mismo: la eliminación "de la entidad sionista."

La Declaración de Haifa, publicada el lunes pasado por aproximadamente 50 intelectuales y activistas políticos, es el cuarto documento, y último hasta el momento, de una serie que perfila la visión de los líderes árabes israelíes sobre como debería ser Israel. Los anteriores fueron: los 10 puntos del Centro Mossawa, la Visión del Futuro del Comité de Control Árabe y la Constitución democrática de Adalah. Juntos, los redactores de estos documentos, abarcan prácticamente el liderazgo de la sociedad política, intelectual y civil de la comunidad árabe israelí, excluyendo al Movimiento Islámico. Y sus prescripciones, casi idénticas, se dirigen sin dudar sobre un objetivo común.

La Declaración de Haifa, excepcionalmente, trata de disimular este objetivo común declarando que si Israel aceptaba sus demandas, los árabes, por su parte, reconocerían "el derecho" del pueblo judío israelí a la autodeterminación. Sin embargo, sus demandas ponen en ridículo esa promesa.

Las demandas principales son las que siguen:

1. El establecimiento de un estado palestino - cuyos residentes tendrían el derecho a trasladarse a Israel (y viceversa).

2. El derecho de permitir a 4.4 millones de descendientes de los refugiados palestinos de "volver" a Israel.

3. La abolición de la Ley de Retorno, que da derecho a los judíos de todo el mundo a inmigrar a Israel.

4. La realización de un estado de Israel "basado en la igualdad entre los dos grupos nacionales."

5. La posibilidad de que los árabes israelíes veten decisiones sobre cuestiones que les afecten.

Algunos de éstas demandas son contradictorias: si, por ejemplo, millones de palestinos se dirigieran a Israel, no habría ninguna necesidad de un veto árabe; se convertirían en la mayoría y ninguna decisión se adoptaría sin su consentimiento.

Lo que todos tienen en común es vacíar de contenido el derecho del pueblo judío a su autodeterminación.

Los dos primeras demandas (1 y 2) conseguirían convertir a los judíos en una minoría dentro de su propio país, eliminando su capacidad de controlar la toma de decisiones nacionales. Esto niega la misma esencia de la autodeterminación: el derecho de un grupo a gobernarse.

La tercera demanda (3) tiene un objetivo dual: facilitar los esfuerzos árabes para conseguir la mayoría y la destrucción del carácter de Israel como hogar nacional judío. Después de todo, a un hogar nacional se llega cuando se esta cansado de una situación de minoría para así poder disfrutar de una autodeterminación nacional. Por eso hasta las democracias occidentales como Alemania, Finlandia, Irlanda y Polonia tienen procedimientos de inmigración de urgencia para los miembros del grupo nacional principal. Conforme a la Declaración de Haifa, los palestinos que viven en el extranjero podrían trasladarse al estado palestino o al nuevo Israel binacional. Por contra, los judíos que viven en el extranjero serían incapaces de lograrlo.

Las demandas cuatro y cinco (4 y 5) procuran reducir el derecho a la autodeterminación judía hasta impedir que los judíos permanezcan como una mayoría, creando un Israel binacional (es decir "basado en la igualdad entre los dos grupos nacionales") y dando derechos de veto a la minoría árabe sobre las decisiones que la afectan. Arreglos similares existirían igualmente para la otra parte, en general cuando los grupos étnicos competidores sean de similar tamaño, y donde tales arreglos limitarían obviamente la capacidad de gobierno de cada grupo. Un Israel binacional, sin embargo, destrozaría el propio gobierno judío, tanto a nivel de su política de defensa como hasta en el caso de los programas de estudios escolares.

Este principio, por ejemplo, permitiría a los árabes israelíes vetar cualquier respuesta militar a los ataques terroristas contra los judíos, al considerar la comunidad árabe que la población de los países circundantes son parientes y por lo tanto se valoraría negativamente una acción militar contra ellos. Esto eliminaría un elemento crucial de la autodeterminación: el derecho a la autodefensa.

Del mismo modo, la Declaración de Haifa, explícitamente, requiere que Israel reconozca su plena responsabilidad en la "Nakba" y en la "ocupación", y admitiendo el derecho a educar a los niños en su contra. Así las escuelas tendrían prohibido dar clases sobre la responsabilidad árabe en la crisis de los refugiados - el rechazo de los árabes al Plan de Partición de 1947, que habría creado un estado palestino, y el ataque subsecuente contra el naciente Israel por parte de cinco ejércitos árabes, provocando una guerra en la cual cerca de 600.000 Árabes huyeron - o el surgimiento de "la ocupación", que comenzó cuando Israel derrotó a tres de los ejércitos árabes que se reagruparon en sus fronteras de 1967 con la intención declarada de destruirlo. Las escuelas judías de Israel tendrían de hecho menos control sobre sus planes de estudios que las escuelas judías de América y Europa.

En resumen, y en referencia a toda la palabrería sobre la autodeterminación judía, el documento propone esencialmente dos patrias nacionales palestinas (el estado palestino "y el Israel binacional" o de mayoría palestina) y ninguna judía.

Lo que hace a este documento particularmente glacial es que indudablemente representa al componente más liberal de la sociedad árabe israelí: por ejemplo, declaran explicitamente que las mujeres están oprimidas dentro de la sociedad árabe y exige que esto se detenga; condena inequívocamente las "matanzas" por el honor de familia. ¿Pero si hasta los árabes israelíes más liberales rechazan aceptar un estado judío, qué esperanza hay allí de una coexistencia?

Irónicamente, esta declaración y sus precursores fueron financiados por grupos europeos y judíos que procuran promover la coexistencia. El documento de Haifa fue promovido por la organización Al-Carmel Mada, cuyos donantes incluyen a una fundación del gobierno canadiense y a un grupo judío americano, el Nuevo Fondo de Israel (NIF). Los donantes del Centro Mossawa incluyen a la Comisión europea, al gobierno alemán, dos ONG europeas y dos organizaciones judías, y también al NIF. Los donantes de Adalah incluyen a la Comisión europea, al gobierno suizo, varias ONG europeas y al menos dos grupos judíos, y otra vez el NIF. Aún financiando tales proyectos, lejos de promover la coexistencia, promueven una campaña árabe israelí para eliminar al estado judío - convenciendo así a muchos judíos israelíes de que la coexistencia es imposible.

También irónicamente, estos mismos líderes árabes israelíes se quejan constantemente de ser definidos como "una quinta columna", de las proposiciones de "transferencia" de sus ciudades a un estado palestino y de las encuestas que muestran que muchos judíos israelíes contemplan a los árabes israelíes como un problema de seguridad y una amenaza demográfica. Pero cuando ellos abiertamente declaran que su objetivo final es erradicar al estado judío, la única sorpresa es que tales opiniones no estén más extendidas.

Los líderes árabes israelíes, y sus donantes judíos y europeos, deberían entender una cosa: la mayoría judía de Israel nunca concederá voluntariamente su hogar nacional. Así, animando las aspiraciones a destruir al estado judío, más bien que potenciar su aceptación dentro de él, siembran las semillas no de la coexistencia, sino de la guerra civil.

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