Saturday, May 26, 2007

Fuego sin dirección - Amir Oren - Haaretz

"Nuestro objetivo principal debería ser de dar un golpe definitivo a Nasser", dijo el entonces jefe de Estado Mayor Yitzhak Rabin a los 11 miembros del comité de seguridad ministerial durante la mañana del viernes 2 de junio de 1967, en una reunión entre el comité y el Mando General. Había un sensación opresiva en el ambiente, pero la vida era más sencilla entonces: el enemigo era un estado, Egipto, con un ejército subordinado a un gobierno encabezado por Gamal Abdel Nasser. La misión era destruir la fuerza aerea y las fuerzas blindadas, pero el objetivo se encarnó en una persona, Nasser - echarlo o vencerlo.

Nasser, el rey Hussein, Hafez Assad, hasta Yasser Arafat: que simple y conveniente es manejar relaciones con un adversario, o con un compañero, cuando todo se enfoca en la persona del líder. Hay alguien contra quien luchar, y también alguien con quién firmar un tratado de paz. Un golpe a Nasser, un trato con Arafat, y esta hecho. Una conspiración con Bashir Gemayel y la paz con Líbano está en el bolsillo. Cada bala tiene una dirección, cada compromiso tiene un destino.

El problema es que la Autoridad Palestina no es un estado. No tiene a un líder supremo cuyas autoridad sea universalmente aceptada, por convicción o por coacción. En Cisjordania, después de la Operación Defensiva de hace cinco años, el control ha estado en las manos de una fuerza de intervención disponible, el IDF. En Gaza, en ausencia del IDF, las balas vuelan por todas partes sin retorno. Los gangs, organizados en base regional o de clanes, luchan unos contra otros y también libran batallas con el gobierno central, que no es, ni gobierno, ni central. Ellos tienen asistencia externa, que les suministra una reserva ilimitada y constante de armas. Los intereses privados tienen prioridad sobre los intereses nacionales, y no hay nadie que devuelva a esos gangs a sus dimensiones naturales. Es una situación semianárquica, semioligárquica, con la adición de cohetes Kassam, de fusiles y de misiles antitanques.

El Nasser de Hamas es aparentemente Khaled Meshal, ahora en Damasco - quién, si él sobrevive, celebrará dentro de poco el décimo aniversario de su renacimiento como consecuencia de la tentativa de asesinato fallida del Mossad. Meshal promueve directivas políticas al Primer Ministro palestino Ismail Haniyeh y directivas militares a Ahmed Jabari y Mohammed Def. Haniyeh no es capaz de poner en práctica dichas directivas, y Jabari y su gente rechazan mostrar cualquier restricción. De hecho, la semana pasada, perpetraron un golpe militar contra Haniyeh, e indirectamente también contra Meshal. Ellos no rechazan el poder simbólico de los líderes de Hamas y del gobierno, sólo su autoridad en la práctica. Lo que ocurrió fue una nueva muestra de la tradición de golpes militares en el mundo árabe, de moda desde Nasser. Una versión más suave fue perpetrada a principios de la década por el Tanzim de Marwan Barghouti contra Arafat.

Gaza esta dentro de una espiral de masacres, a las cuales Israel no debe permanecer indiferente, y no sólo por motivos evidentes de responsabilidad moral y para evitar una repetición de Sabra y Chatila. La fragmentación de la sociedad palestina en grupos armados disidentes promete una guerra interminable, y una guerra civil del lado palestino que es también una guerra contra los civiles del lado israelí.

Esta doble guerra - externa e interna - se terminará sólo si el gobierno en Gaza es asumido por un hombre fuerte y tiránico, que reprima las masacres con otra masacre. Y esto no ocurirá mientras no desembarque antes una fuerza externa que aísle los sectores más problemáticos - en particular la Ruta Philadelphia, Rafah y Khan Yunis -, bloqueando el contrabando constante y lanzando una persecución sistemática contra los líderes de los gangs.

En ausencia de voluntarios, una u otra multinacional árabe (con Egipto desempeñando el papel de Siria en la guerra civil libanesa, cuando fue invitado por los cristianos para salvarlos de los musulmanes y de la OLP), el candidato para esta desagradable misión es el IDF.

La intervención en Gaza será mala para Israel. El problema es que sin ella, el lanzamiento de cohetes seguirá y no habrá ninguna razón para unas negociaciones y unos acuerdos con un compañero imaginario que realmente no representa a los verdaderos dueños del poder.

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