Saturday, May 19, 2007

Los soviéticos urdieron la Guerra de los Seis Días - David Horovitz


El reactor de Dimona

En un nuevo libro que "contradice totalmente todo lo que ha sido aceptado hasta ahora" sobre la Guerra de los Seis Días, dos autores israelíes afirman que el conflicto fue tramado deliberadamente por la Unión Soviética para crear las condiciones por medio de las cuales destruir el programa nuclear de Israel.

Habiendo recibido información sobre el progreso nuclear de Israel, los soviéticos pretendieron hacer entrar a Israel en una confrontación en la cual un contraataque incluiría un bombardeo conjunto egipcio y soviético del reactor de Dimona. También habían preparado un desembarco naval en las playas de Israel.

"La visión convencional consiste en que la Unión Soviética desencadenó el conflicto por medio del uso de desinformación sobre los movimientos de tropas israelíes, pero que nunca hubo intención de generar una guerra de gran envergadura, y que por ello hizo todo lo posible para desactivar el conflicto bélico en cooperación con los Estados Unidos", nos comentó el co-autor del libro, Gideon Remez. "Esencialmente, el papel de la Unión Soviética se catalogó como habiendo desarrollado una política exterior cautelosa y responsable”. "Pero nosotros proponemos una perpectiva completamente nueva enfrentada a esa visión", nos asegura Remez.

Coincidiendo con el 40 aniversario de la guerra, “Foxbats sobre Dimona: la jugada nuclear de los soviéticos en la Guerra de los Seis Días”, de Remez e Isabella Ginor, será publicada por la Universidad Yale a principios del próximo mes. El título se refiere al avión de combate más avanzado de los soviéticos, el MiG-25 Foxbat, el cual según los autores sobrevoló Dimona poco antes de la Guerra de los Seis Días, tanto para ayudar a reforzar el esfuerzo soviético de animar a Israel a lanzar una guerra, como para asegurarse de que el objetivo nuclear podría ser destruido con eficacia una vez que Israel, respodiendo a su agresor preventivamente, se viera bajo el contraataque conjunto árabe y soviético.

También se comentó que submarinos nucleares soviéticos estaban preparados cerca de las orillas de Israel, para devolver el golpe en el caso de que Israel tuviera preparado un dispositivo nuclear y se preparará a utilizarlo.

La interesada intervención central de los soviéticos en la guerra fue frustrada, sin embargo, por la naturaleza aplastante del éxito israelí inicial, señalan los autores, cuando la respuesta preventiva de Israel, lejos de debilitar su legitimidad internacional y exponerlo a un contraataque devastador, se demostró decisiva en la determinación del conflicto.

Y porque el plan de la Unión Soviética se demostró así impracticable, su papel en la generación de crisis, y sus proyectos de rehacer posteriormente un Oriente Medio favorable a sus intereses, han sido pasados por alto, subvalorados o simplemente ignorados por los historiadores que han estudiado esta guerra durante los últimos 40 años.

Remez señaló que el trabajo estaba basado en "algunas pruebas documentales, en combinación con testimonios de participantes de alto y bajo nivel".

Entre éstos se citan al comandante de pilotos de bombardeo estratégico de los soviéticos, Gen. Vasily Reshetnikov, indicando que se le dieron a él y a sus colegas mapas de una misión que apuntaba a Dimona, y del funcionario de Ministerio de Asuntos Exteriores soviético, Oleg Grinevsky, en el sentido de que el resultado de la guerra "salvó a Dimona de la aniquilación."

El libro también cita al oficial naval soviético Yuri Khripunkov, que detalla las órdenes que el capitán de su barco le dio el 5 de junio de 1967, de preparar una fuerza "de 30 voluntarios" para una misión de desembarco en Israel. "La misión del pelotón de Khripunkov era penetrar en el puerto de Haifa - la base principal de la marina israelí y su oficina central de mando". Además, comunicaron a Khripunkov que "grupos de desembarco similares estaban siendo preparados en otros buques soviéticos en el Mediterráneo, para un total de aproximadamente 1.000 hombres."

El 5 de junio terminó sin ningún ataque, evidentemente, porque el ataque israelí inicial "había sido mucho más potente que lo esperado."

Sin embargo, según los autores, algunos aspectos de la intervención directa e intencionada de los soviéticos realmente fueron puestos en movimiento, como ayudar a Egipto cuando las fuerzas israelíes avanzaron por el Sinaí, antes de que el alto el fuego terminara con las hostilidades.

Remez, un periodista prominente durante mucho tiempo de Radio Israel, luchó en la Guerra de los Seis Días como paracaidista. Ginor nació en Ucrania, llego a Israel en 1967 y es una analista célebre en asuntos soviéticos y post-soviéticos. Los autores, que viven en Jerusalén con sus hijos adolescentes, dicen que "se precipitaron en este revisionismo histórico" después de encontrar por casualidad el relato de Khripunkov sobre el planeado desembarco naval - repetidamente pospuesto, nuevamente activado y finalmente abortado, cuando el barco se aproximó a las costas israelíes el último día de la guerra - en un periódico ucraniano.

Los autores reconocen una indiscutible falta de documentación para sostener los aspectos centrales de su tesis, pero observan que "es completamente posible la existencia de muy poca documentación", como fue el caso cuando el antiguo presidente soviético Mikhail Gorbachev "trató en vano de encontrar la resolución formal que decretaba la invasión de Afganistán, adoptada una década antes de que él tomara el poder."

Añaden que los documentos claves pueden haber sido destruidos, y observan que "los relatos de numerosos participantes soviéticos se refieren a órdenes transmitidas exclusivamente de forma oral y dentro de la cadena de mando descendente".

El historiador Michael Oren, autor de “Seis Días de Guerra: Junio de 1967 y la fabricación del Oriente Medio Moderno”, dijo al JPost este martes que él no había encontrado "ninguna prueba documental apoyando" las argumentaciones centrales del libro. Comentó además que había visitado los archivos soviéticos y que "no había mucho desclasificado". Oren indico que había encontrado "varios motivos por los cuales los soviéticos ayudaron a precipitan la guerra, y estos no estaban entre ellos."

Los críticos citados en la contraportada del libro son más entusiastas. Daniel Kurtzer, el antiguo embajador estadounidense en Israel y Egipto, por ejemplo, dice que la tesis central "parece irreal hasta que se evaluan sus innumerables fuentes y su profunda documentación convirtiéndola en un argumento irresistible."

Arne Westad, directora del Centro de Estudios sobre la Guerra Fría en la Escuela de Londres de Economía, declara que "evaluando las ambiciones nucleares israelíes - y la reacción soviética - como los eslabones principales en la cadena de acontecimientos, los autores han elaborado un libro que resaltará en el debate sobre la Guerra Fría y el Oriente Medio."

El antiguo subsecretario estadounidense de la defensa, Dov Zackheim. dice que el libro demuestra "que la Guerra de los Seis Días evidenció un importante fracaso político militar soviético comparable a la crisis de los misiles en Cuba".

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