La elite israelí de izquierdas. El caso Avraham Burg - III
No se preocupen, sólo somos nacional socialistas - Alexander Yakobson - Haaretz
"Ya estamos muertos. No han recibido la noticia aún, pero estamos muertos. Esto ya no funciona más." Este es el mensaje a la nación y al mundo del audaz revolucionario, y antiguo presidente de la Agencia Judía y de la Organización Sionista Mundial, Avraham Burg (Revista de Haaretz, del 8 de junio). No hay ninguna necesidad para estar excitado con lo que él dice. La experiencia demuestra que cuando Burg solemnemente anuncia la muerte de alguien, no hay ninguna necesidad de apresurarse en creerlo. El profesor Amnon Rubinstein, que tuvo el privilegio de oír su panegírico fúnebre a manos de Burg, puede dar testimonio de ello. ¿Pero sí, como asegura Burg, "ya estamos muertos" y sí "quienquiera que pueda" debería obtener un pasaporte extranjero, qué urgencia hay en la sugerencia de anulación de la definición de Israel como un estado judío? ¿Por qué hacer esfuerzos a la hora corregir el nombre de un difunto?.
¿Y por qué representa la Ley de Retorno, que según Burg debería ser revocada, "una factura de divorcio entre nosotros y el pueblo judío de la diáspora? ¿No sería más probable que revocarla sí sería percibido de esa manera?. Pero esta es la última moda entre los traficantes de clichés para sostener la modificación de la definición de Israel como un estado judío y la revocación de la Ley de Retorno, y apoyar y levantar, como hace Burg, la bandera del pueblo judío en diáspora, a fín de fastidiar a Israel. La unión de estos dos clichés produce el resultado absurdo de una Ley del Retorno que significa la alienación del pueblo judío de la diáspora.
En su día, Burg se sentó en la silla de Theodor Herzl en la Organización Sionista Mundial. Su identificación personal con el movimiento sionista era tal que se negó, 10 años después de su retiro, a abandonar el coche y el conductor asignados. Ahora él revela que "vivía en una mentira" durante el período que estuvo integrado en el establishment y asegura que perdió "el viento preciso de Leibowitz en mis velas", que lo había dirigido en su juventud. Pero en la boca de Burg el espíritu del profesor Yeshayahu Leibowitz es también un cliché y una pose vacía. No hay nada en las opiniones de Leibowitz sobre una negación del estado sionista y judío, sobre un desprecio por su soberanía nacional y sobre una idealización de Europa.
Todos éstas son opiniones legítimas en un cierto sentido (en tanto que es posible creer que estas cosas se digan seriamente y no como una mera adopción de una pose), y la conclusión práctica obvia es sacar un pasaporte extranjero. ¿Pero qué tiene todo esto que ver con el colérico profesor de Jerusalén que pidió el abandono de la ocupación, no porque traería la paz - él no creyó en ella en absoluto -, sino para salvar el estado nacional judío?
Hay una cosa que en efecto Burg ha tomado de Leibowitz: la comparación entre Israel y la Alemania nazi. Pero no se preocúpen, según él "hay una diferencia entre la definición de 'Nazi' y la definición 'Nacional socialista'". !Qué golpe de suerte! Ahora todos los lectores de Burg alrededor del mundo entenderán que Israel es sólo nacional socialista y no Nazi.
En cuanto al peligro "de una debacle fascista en Israel", en opinión de Burg, "está ya aquí." Ya ha habido fascismo. ¿Y cuál es la conclusión de esto? ¿Qué es necesario dejar el país? ¿Pasar a la clandestinidad?
No exactamente. La conclusión es que es necesario apoyar al primer ministro Ehud Olmert en su intención de permanecer en el poder y votar por Ehud Barak en las primarias de Partido Laborista. Después de todo, como se sabe, ha sido la vía de los antifascistas el apoyar a aquellos lideres fascistas (o quizás nacional socialistas) por los que se tiene un "gran cariño", como el que Burg profesa por Olmert, tan buenos amigos y tan parecidos.
¿Es posible tomar en serio una sola palabra que salga de la boca de esta persona?
"Ya estamos muertos. No han recibido la noticia aún, pero estamos muertos. Esto ya no funciona más." Este es el mensaje a la nación y al mundo del audaz revolucionario, y antiguo presidente de la Agencia Judía y de la Organización Sionista Mundial, Avraham Burg (Revista de Haaretz, del 8 de junio). No hay ninguna necesidad para estar excitado con lo que él dice. La experiencia demuestra que cuando Burg solemnemente anuncia la muerte de alguien, no hay ninguna necesidad de apresurarse en creerlo. El profesor Amnon Rubinstein, que tuvo el privilegio de oír su panegírico fúnebre a manos de Burg, puede dar testimonio de ello. ¿Pero sí, como asegura Burg, "ya estamos muertos" y sí "quienquiera que pueda" debería obtener un pasaporte extranjero, qué urgencia hay en la sugerencia de anulación de la definición de Israel como un estado judío? ¿Por qué hacer esfuerzos a la hora corregir el nombre de un difunto?.
¿Y por qué representa la Ley de Retorno, que según Burg debería ser revocada, "una factura de divorcio entre nosotros y el pueblo judío de la diáspora? ¿No sería más probable que revocarla sí sería percibido de esa manera?. Pero esta es la última moda entre los traficantes de clichés para sostener la modificación de la definición de Israel como un estado judío y la revocación de la Ley de Retorno, y apoyar y levantar, como hace Burg, la bandera del pueblo judío en diáspora, a fín de fastidiar a Israel. La unión de estos dos clichés produce el resultado absurdo de una Ley del Retorno que significa la alienación del pueblo judío de la diáspora.
En su día, Burg se sentó en la silla de Theodor Herzl en la Organización Sionista Mundial. Su identificación personal con el movimiento sionista era tal que se negó, 10 años después de su retiro, a abandonar el coche y el conductor asignados. Ahora él revela que "vivía en una mentira" durante el período que estuvo integrado en el establishment y asegura que perdió "el viento preciso de Leibowitz en mis velas", que lo había dirigido en su juventud. Pero en la boca de Burg el espíritu del profesor Yeshayahu Leibowitz es también un cliché y una pose vacía. No hay nada en las opiniones de Leibowitz sobre una negación del estado sionista y judío, sobre un desprecio por su soberanía nacional y sobre una idealización de Europa.
Todos éstas son opiniones legítimas en un cierto sentido (en tanto que es posible creer que estas cosas se digan seriamente y no como una mera adopción de una pose), y la conclusión práctica obvia es sacar un pasaporte extranjero. ¿Pero qué tiene todo esto que ver con el colérico profesor de Jerusalén que pidió el abandono de la ocupación, no porque traería la paz - él no creyó en ella en absoluto -, sino para salvar el estado nacional judío?
Hay una cosa que en efecto Burg ha tomado de Leibowitz: la comparación entre Israel y la Alemania nazi. Pero no se preocúpen, según él "hay una diferencia entre la definición de 'Nazi' y la definición 'Nacional socialista'". !Qué golpe de suerte! Ahora todos los lectores de Burg alrededor del mundo entenderán que Israel es sólo nacional socialista y no Nazi.
En cuanto al peligro "de una debacle fascista en Israel", en opinión de Burg, "está ya aquí." Ya ha habido fascismo. ¿Y cuál es la conclusión de esto? ¿Qué es necesario dejar el país? ¿Pasar a la clandestinidad?
No exactamente. La conclusión es que es necesario apoyar al primer ministro Ehud Olmert en su intención de permanecer en el poder y votar por Ehud Barak en las primarias de Partido Laborista. Después de todo, como se sabe, ha sido la vía de los antifascistas el apoyar a aquellos lideres fascistas (o quizás nacional socialistas) por los que se tiene un "gran cariño", como el que Burg profesa por Olmert, tan buenos amigos y tan parecidos.
¿Es posible tomar en serio una sola palabra que salga de la boca de esta persona?
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